Los Jardines del Triunfo en los años 60

Granada, una ciudad que cambia

Con motivo del 25 aniversario de la publicación de IDEAL, se publicó este artículo que cuenta cómo había cambiado la ciudad en estos años. José Moreno Casado, periodista y profesor que trabajó para esta casa además de para ‘La Hoja del Lunes’, ‘Gaceta de la prensa’ y la revista ‘Granada en Corpus’ es el encargado de guiar por la ‘nueva ciudad’ a un amigo que llevaba un cuarto de siglo sin volver a pasear por su calles. Les dejo aquí un extracto de esa conversación…

Amanda Martínez

Lunes, 26 de octubre 2015, 11:11

Cuando el director de IDEAL me confió el nada fácil encargo de poner de relieve algunas de las principales transformaciones que ha experimentado Granada y su vida, en estos 25 años transcurridos desde que apareció el primer número de nuestro diario, confrontando la Granada de 1932 y la de hoy, y trataba de hallar la mejor manera de llevar a cabo la tarea encomendada, recibí carta de un viejo amigo, ausente de nuestra ciudad desde hacía casi cinco lustros, en la que me anunciaba que venía a pasar unos días en ella.

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-También es casualidad, me dije, que éste falte de aquí hace un cuarto de siglo, precisamente.

Pero no se me ocurrió establecer otra asociación entre ambos hechos . Antes al contrario, pensé que la visita de mi amigo me invertiría un tiempo, si es que había de hacerle los honores a su estancia, a lo que obligaba nuestra amistad desde la niñez, que era el que pensaba dedicar al trabajo encomendado. Pero véase por dónde vino a facilitármelo, o, por mejor decir, a dármelo casi hecho.

Fui a recibirle a la estación, a la llegada del expreso de Madrid. Tras los efusivos abrazos, que cerraban tan dilatado paréntesis de separación, después de haber sido camaradas de Juegos infantiles y compañeros de estudios más adelante, mi amigo quiso 'saborear' a su Granada, desde el primer momento. Dejó las maletas en consigna, rehusó tomar un taxi y emprendimos a pie la entrada en nuestra ciudad, para ir viendo las transformaciones sufridas en los 25 años que permaneció alejado de ella.

Su primera sorpresa fue ver cómo se estaba edificando en los desaparecidos jardines del Triunfo, pero bien pronto admirose de la bella perspectiva que ofrece, al ser derribada la plaza de toros vieja, el Hospital Real y la zona albaicinera, que se alza al fondo.

En la Gran Vía, consideró un acierto la decorosa instalación del Gobierno civil, abandonado el viejo e incómodo caserón de la calle Duquesa. Y, más adelante, le produjo agrado contemplar , entre tanto edificio anodino, en esta calle, el del Banco de España, de bellas líneas y que tiene sus verjas, cosa bien extraña en esta vía y en un Banco, macizos de flores.

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-Y aquí ¿qué había antes?, Porque los dos últimos solares que quedaban en esta calle eran los del Instituto Nacional de Previsión y la casa esquina a Darro del Boquerón, ¿no es así?

-Tienes buena memoria. Aquí lo que había era el convento del Ángel, que permitó con el edificio del Banco de España en la calle de San Antón.

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-Y ¿qué tal si tomamos un café? ¿Dónde quieres que vayamos?, le comenté

-Al Royal, por ejemplo

-Pues el Royal ya no existe y cafés apenas quedan en Granada

Entramos en una cafetería de la Gran Vía de nombre exótico, como parece que es uso en este género de establecimientos en todas partes. Sentados ante una mesita enana, le fui diciendo cómo habían desaparecido los cafés Royal, Hollywood, Colón, Imperial (después Delhi), y, últimamente, el Alameda. Solo quedaba de aquellos tiempos el Duizo, transformado hasta el nombre que ahora es Granada, u algún otro como el España, en Plaza Nueva. Los demás se han convertido en Bancos, casi todos ellos: Vizcaya, Rural y Mediterráneo, Popular Español, Bilbao, con una agencia urbana en la que fue pastelería Suiza

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Charlando de estas y otras cosas pasó el tiempo y mi amigo expresó su deseo de ir al hotel para asearse, enviar a por sus maletas y descansar.

-Hoteles sí tienes dónde escoger. Algunos de los de tus tiempos han desaparecido, como el Alameda y el París, pero se han abierto otros muchos, y otros antiguos se han modernizado. Desde la Hospedería de San Francisco, establecida por el Turismo en el antiguo convento de su nombre, en el Secano de la Alhambra, hasta las proximidades del puente Genil, hay hoteles, pensiones y residencias donde elegir, muchos de ellos abiertos en estos años que tú has faltado de Granada y casi todos con denominaciones geográficas. Es raro que un viajero, por muy remoto que sea su país de origen, no halle aquí un alojamiento que, por su denominación, lo recuerde: desde el Sudán a Florida, desde Niza a Venecia, desde Suecia a Kenia y hasta Betania.

Zonas de la Catedral y la Manigua

Por la tarde fui en busca de mi amigo nuevamente. Para empezar a mostrarle las principales reformas urbanas llevadas a cabo en el casco de la ciudad, nos dirigimos a la zona de la Catedral. La calle de los Oficios, la Alcaicería (tan distinta a la que él dejó), la plaza de Alonso Cano, con el monumento al gran pintor y escultor de la escuela granadina, merecieron sus plácemes entusiastas, pero lo que le causó más asombro fue la plaza de las Pasiegas. Recordó el amplio espacio, en declive, fea y bastante adoquinado, con los puestos de flores, desportillados y medio podridas sus viejas maderas y, enfrente, canastas, cazuelas, botijas, cántaros de hojalata, desparramados en el suelo para su venta.

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No repuesto aún de esta impresión, le conduje a Puerta Real y calle Ángel Ganivet. Y aquí su sensación primera fue de desconcierto. Los granadinos, que a diario hemos transitado por esta zona, nos hemos habituado a la mutación, pero es preciso el revulsivo del recuerdo para abarcar toda la profundidad de la reforma. La memoria de mi acompañante evocaba aquel dédalo de callejas viejas y sucias, malolientes, porque eran vertedero y hasta vergonzoso mingitorio muchas de ellas, con casas antiguas y miserables, abundancia de mancebías y, para colmo de males, algunas fondas modestas, como para estudiantes, en aquel honorable ambiente. En fin, un auténtico cáncer urbano y moral, como se le llamó tantas veces a la Manigua, que iba desde la plaza del Carmen al Campillo, a espaldas mismas de Reyes Católicos y Acera del Casino, en lo más céntrico de la ciudad. De esto, a la calle Reyes, ensanchada; a los modernos edificios de Puerta Real y la Acera del Casino, la calle Ganivet, toda de nueva planta, va, ciertamente, un abismo, que explica la inicial confusión de mi amigo ante la radical transformación.

Paseos

A mi amigo le apeteció luego subir a San Nicolás, para asomarse de nuevo, al cabo de los años, a su balcón incomparable. Era la puesta de sol y él estaba embelesado y en éxtasis. Al cabo de un rato, volvióse hacia la iglesia, casi totalmente reconstruida. []

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A la mañana siguiente visitamos el tempor de la Patrona. El Embovedado, plano: en ,mis tiempos, recordó, desde la Acera del Casino solo se veían las cabezas de quines iban por la del Darro; la fuente de las Batallas, gallarda y airosa en su actual emplazamiento; el casillo de Bibataubín, sede de la Diputación, como hube de informarle; la Carrera, con sus arriates floridos. Y la Casa de la Señora, la que vive en la Carrera y tiene un altar en el corazón de cada granaidno.

A espaldas del templo le mostré el río cubierto, hasta su confluencia con el Genil.

-Ha desaparecido el puente de la Virgen, desde el que veíamos las avenidas del Darro.

-Sí, ya no es más que un nombre, como el de Castañeda y el del Carbón. En cambio, mira, hemos ensanchado el puente Genil

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Desde este, le hice ver el paseo de San Sebastián, ampliado y explanado, con la margenación del río.

Después por el paseo del Salón fuimos hasta la Cruz de los Caídos, obra de Prieto Moreno, quien logró un magnífico conjunto.

El tranvía nos condujo hasta Plaza Nueva

-Ya no da la vuelta, obervó, en aquella curva, chirriante, que bordea la plaza de Santa Ana.

Le complació el rincón que formaba la iglesia con el pilar del Toro y después quiso recorrer la Carrera del Darro, uno de los más sugestivos parajes de nuestra ciudad []

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Universidad, Hospitales y Teatros

En la prolongada sobremesa, la conversación derivó hacia nuestros lejanos años de estudiantes:

-Las Facultades son las mismas de entonces, le informé, aunque en la de Filosofía y Letras se puede cursar ahora tres Licenciaturas, la de Filología románica, Filología semítica y la de Historia, recientemente establecida. Pero lo que ha cambiado mucho son sus instalaciones. En el edificio central, no queda más que el Rectorado y dependencias centrales, que las Facultades de Derecho y de Ciencias, esta última en edificio de nueva planta, con entrada por la calle Duquesa. La de Letras se instaló en el palacio de las Columnas, en la calle Puentezuelas; la de Farmacia se trasladará pronto a su nuevo edificio en López Argüeta y la de Medicina, también nueva, está en la Carretera de Jaén.

-De hospitales estamos bien, añadí, el Clínico, el del Seguro de Enfermedad, en un rascacielos moderno, el antiguo de San Juan de Dios, renovado totalmente, el Hospital de la Virgen, también nuevo, para enfermos mentales, el de San Lázaro, el de la Cruz Roja, la Casa de Socorro, en el mismo edificio del Ayuntamiento desde que se derribó la Manigua, a parte del Hospital Militar

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Y fuimos a la plaza de Bibrambla, que no conocía con su fuente de los Gigantones en medio y con los puestos de flores, alineados en los laterales Llegamos a la plaza de los Campos. En ella, era inevitable el recuerdo del teatro Isabel la Católica, en mal hora incendiado.

-Ahora otro coliseo moderno se levanta en la Acera del Casino, lleva el mismo nombre. Este y el antiguo Cervantes son los únicos teatros que existen en Granada, aunque dedicados al cine la mayor parte del tiempo. Y en cuanto a cines, hay bastantes salas nuevas, otras han modernizado sus instalaciones y decoración y hasta alguno, como el ave fénix, ha resucitado de sus propias cenizas, como el Albayzín, reconstruido después del incendio. En las noches de los Festivales, se ha levantado el teatro al aire libre del Generalife

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-¡Cuántos cambios en Granada! Se va conviertiendo en una gran ciudad. Lo interesante, sin embargo, es que, a través de todas sus mudanzas, mejorando lo mejorable, acierte siempre a mantenerse fiel a sí misma y a conservar su esencia de ciudad única.

IDEAL, 8 de mayo de 1957

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