Vista del edificio del Banco de Santander en la plaza de Isabel la Católica de Granada
Nuestros horrores urbanísticos

La gestación de un despropósito histórico

Al socaire de recientes acontecimientos relacionados con el urbanismo de Granada, IDEAL realiza una serie de reportajes, obra de César Girón, en los que se abordan una parte de aquellas actuaciones que rodearon a nuestra histórica ciudad, transformándola o lesionando en su estética. No se pretende abrir polémicas ni causar heridas, sino refrescar la memoria

César Girón

Martes, 26 de julio 2016, 00:36

La ejecución de la Gran Vía de Colón constituye uno de los grandes proyectos de reforma interior urbana que se produjo en nuestra ciudad entre finales del siglo XIX y principios del XX. No fue el único gran proyecto en los albores de la Granada moderna. Las intervenciones provocadas por el reformismo urbano granadino se desarrollaron en buena medida de modo irreflexivo a costa del sacrificio de la ciudad antigua. Todos fueron argumentados con base en el respeto a los ideales finiseculares de embellecimiento, comodidad, salubridad e higiene, loables en el momento, pero casi de inmediato se revelaron como indebidos, innecesarios y desproporcionados para una ciudad como la nuestra. Sólo favorecieron la especulación de unos pocos.

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La placita del Ensanche

La aparición en el urbanismo de Granada de la plaza de Isabel la Católica se produjo precisamente a causa del fallido intento de prolongación de la Gran Vía hasta el Campillo. Una ampliación que las audaces mentes municipales del momento concibieron sin ningún pudor a mediados del pasado siglo. La ejecución de tal proyecto habría supuesto arrasar el barrio de San Matías, iglesia incluida, y la práctica totalidad de su trama urbana, buscando liberar suelo para la construcción de edificios "apropiados a la prestancia que ofrecerá la nueva vía", según se expone en el memorándum del proyecto.

Por fortuna, que no por cordura, no llegó a realizarse tal "ensanche" pergeñado en tiempos de los alcaldes Antonio Gallego y Burín y Manuel Sola Rodríguez-Bolívar. La actual plaza de Isabel la Católica es el resultado del abortado propósito de prolongación de esa gran cicatriz urbana de Granada que es la Gran Vía, el resultado del primer paso dado para "destaponar" la ampliación del nuevo trazado hasta el Campillo. Allá por 1958 cayeron nobles y vistosos edificios como el del Correos o el del hotel Internacional, en la antigua calle Méndez Núñez. También sucumbieron otros establecimientos notables como el antiguo teatro Gran Capitán, y se modificó sustancialmente la interesante trama urbana del entorno de las carmelitas descalzas y el palacio de Abrantes.

Fallida la idea del extensión de la Gran Vía quedó el ensanche mejor anchurón que ocupa la plaza de Isabel la Católica cuya aparición fue argumentada como "una gran plaza que sería un pórtico de transición de la ciudad moderna a la ciudad de la historia y el patrimonio, cuyos nobles límites serían el convento de las carmelitas y el edificio de la Capitanía, instalada en el antiguo San Francisco, proporcionando un marco incomparable las cumbres penibéticas y el altivo Mauror coronado por las bizarras Torres Bermejas". Nada de eso fue y la que iba a ser una gran plaza quedó considerablemente mermada con la aparición de seis parcelas no previstas que fueron vendidas a determinados "amigos" de los responsables municipales. De tal negocio resultó la manzana en la que se elevó el que tal vez sea el más lamentable, feo y vergonzante edificio de la Granada del "progreso moderno": el edificio del Banco de Santander.

Traslado del 'tapón'

La erección del edificio del Banco de Santander realmente solo supuso el traslado unos metros más atrás del "tapón" que para la prolongación de la Gran Vía suponía el antiguo edificio de Correos. Se cambió la fisonomía modernista de la desaparecida calle de Méndez Núñez por la estética espantosa de un edificio de diez plantas y ático, con dos primeras plantas acristaladas, jardín-mirador que nunca fue y siete plantas más para viviendas, enjauladas con el peor gusto del que se pueda hacer gala en nuestra ciudad, tan sufrida en actuaciones dañosas a su hermosura.

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Nada quedó del marco incomparable preconcebido y la gran plaza quedó la simple placita de ensanche que es, que trató de adecentarse otorgándole el nombre de la Reina Isabel I y con el reasentamiento del monumento al IV Centenario del Descubrimiento de América, que fue trasladado desde el paseo del Salón, en el año 1962.

El proyecto gustó al alcalde

El proyecto inicial contemplaba un edificio sobre soportales, con dos plantas acristaladas, otra, la tercera, como jardín-mirador para disfrute de los granadinos, y una construcción sobre el vuelo de siete plantas más destinadas a viviendas y áticos. La parte menos presentable del edificio se esconde detrás de un enjaulado a base de lamas de color pardo de una estética y gusto incalificable para el sitio en que se erige. En la década de los noventa trató de disimularlo plantando delante de él una hilera de magnolios que sirviese de pantalla vegetal. En avanzado estado de deterioro, la parte superior del edificio no puede presentar peor aspecto. La tercera planta destinada a jardín-mirador, nunca sirvió a tal fin. En 2001, en época del alcalde José Moratalla, se autorizó la construcción de nuevos pisos-apartamentos.

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El hermano de Pitita

Tras varios años de "discusión" sobre qué hacer en aquel solar que había quedado tras el derribo de la manzana de la calle Colcha, Méndez Núñez, Sierpe Alta y San Matías, el 14 de abril de 1970 se presentó ante la Permanente Municipal, la maqueta y memoria del proyecto de edificio para nuevas oficinas del Banco de Santander en Granada. Lo más lamentable no fue que a los munícipes del momento, el alcalde José Luis Pérez Serrabona y el teniente de alcalde Antonio Morales Souvirón, el secretario municipal, señor Alcázar Olalla y, cómo no, al arquitecto municipal, Miguel Olmedo Collantes, el proyecto les gustó. Se concedió la licencia, informó favorablemente la Comisión de Monumentos Histórico-Artísticos y seguidamente todo fue honor y gloria. Sólo hubo una tímida voz discrepante. Gonzalo Moreno Abril habló en representación de Granada Nuestra, diciendo tímidamente que el proyecto era "inadecuado". A resultas de tan meritoria actuación municipal, desde 1973 el Banco de Santander, que no gustó a los granadinos nunca y que lo criticamos desde siempre, preside la Granada contemporánea, como símbolo a la estulticia de nuestros dirigentes.

El autor del proyecto del edificio del banco de Santander fue Juan Antonio Ridruejo Brieva, el menor de los tres hijos del banquero soriano Epifanio Ridruejo Botija. Su hermana es Esperanza Macarena, que casó con el embajador de Filipinas José Manuel Stilianopoulos, es la popular Pitita Ridruejo.

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