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Unos niños se refrescan con el agua de un aljibe en un caluroso día de verano.
El camino de Aynadamar

El camino de Aynadamar

La Agencia Albaicín y la FundaciónAgua Granada van a recuperar el buen aspecto de los aljibes albaicineros que se han convertido en lamentables muros del gamberrismo urbano

Amanda Martínez

Domingo, 31 de julio 2016, 18:05

En el año 1953, el Ayuntamiento acordó en un pleno el cierre paulatino de los aljibes del Albaicín. La intención municipal era comenzar por el de las Tomasas, le seguirían el de Cuesta de Alhacaba y el de la Vieja y, poco a poco, se irían clausurando los del resto del barrio. Hacía tres años que se había inaugurado la Estación Depuradora de la Lancha de Cenes y Granada comenzaba a contar con una buena red de abastecimiento. Los vecinos del Albaicín también querían disfrutar del agua potable en sus casas pero la construcción de la moderna red de tuberías rompería irremediablemente el recorrido de las acequias que hasta entonces habían llenado, con el agua de la Fuente Grande, los aljibes del barrio.

El recorrido de las 'lágrimas'

La acequia de Aynadamar conducía el agua desde Alfacar hasta Fajalauza. Allí se dividía en tres sectores custodiados por acequieros: el primero desde Fuente Grande al Carmen del Madroño, el segundo hasta el Fargue, el tercero hastael Manflor y, desde aquí, a todo el Albaicín.

El camino subterráneo que atraviesan estas las aguas, es una senda que recorre la historia del barrio. La Fundación Agua Granada ofrece desde hace unos años unas visitas guiadas para dar a conocer el patrimonio hídrico de la ciudad. Lo hace deteniéndose en los aljibes, los depósitos donde se almacenaban estas aguas, aquellos que han contribuido a crear la identidad del Albaicín. A lo largo de estos años han diseñado varios recorridos que comienza en su sede, en la placeta de las Azucenas, donde se encuentra el más grande y antiguo de los aljibes albaicineros. Es el Aljibe del Rey, construido por los ziríes en el siglo XI y que fue capaz de atesorar hasta trescientos mil litros, por eso era el único del que podían coger agua los aguadores para venderla. En la Alcazaba Antigua también se encuentran el de San Nicolás, del que hay dudas sobre su procedencia musulmana; el de las Tomasas, del que decían que su agua era mano de santo para combatir las lombrices de los chaveas. También se conocía como el aljibe Grande porque, con sus 154 metros cúbicos, era el tercero en tamaño tras el de la Mezquita Mayor. El pintoresco aljibe de Trillo, del siglo XIV, ha sido muy maltratado con el paso del tiempo y ha perdido casi por completo los bellos adornos de cerámica que le fueron característicos. Pertenecen también a la Alcazaba Antigua el del María de la Miel o el de la Gitana; el de San José, entre la iglesia y el alminar de la antigua mezquita, el de San Miguel y los de la placeta de Oidores y Cruz Verde.

En la Medina hay tres, el ya citado de la Mezquita Mayor, que estaría bajo la calle Oficios, el de Rodrigo del Campo, y el del Zenete, frecuentado por cantaores flamencos porque, según decían, se aclaraba la voz haciendo gárgaras en ayunas.

En el Arrabal estaban, entre otros, el del San Cristóbal, San Bartolomé, el aljibe Colorado, el de San Ildefonso, San Luis, Santa Isabel, o el llamado de Polo, famoso por tener el agua más limpia y fría de Granada, que incluso curaba orzuelos.

Ahora, la Fundación Agua de Granada junto a con la Agencia Albaicín va a encargarse de la limpieza, arreglo y mantenimiento de los aljibes del histórico barrio. Cuentan que hace no tantos años, cuando aún las noches en el Albaicín eran silenciosas, era posible escuchar el rumor de las aguas profundas, era el agua de la Fuente de las Lágrimas recorriendo las calles del Albaicín.

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