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CÉSAR GIRÓN
Lunes, 22 de agosto 2016, 00:13
El 25 de agosto se cumplen 121 años de la celebración del acto que marcó el inicio de la construcción en Granada de la calle dedicada a Colón, la moderna y modernista Gran Vía. La comitiva ciudadana presidida por el alcalde José España Lledó se congregó en la placeta de Santiago y a las cinco y media de la tarde, ante la enfervorecida muchedumbre, dio comienzo el histórico evento. Tras los discursos protocolarios, el arzobispo José Moreno y Mazón, con la piqueta de plata que había sido preparada para la ocasión y que le fue ofrecida sobre una bandeja de igual metal, propinó tres simbólicos golpes sobre el muro de la primera casa que debía derribarse.
Demoliciones
En la secuencia constructiva de la Gran Vía, desarrollada entre 1895 y 1933, desaparecieron importantes edificios históricos como el Palacio de Cetti Meriem o Casa de los Infantes, que fue derribado en 1895, la Casa de Diego de Siloé, en 1899, o la Casa del Marqués de Falces, en este mismo año. Otros de no menos interés como el Colegio de San Fernando, fue derribado en 1918, junto al Colegio Eclesiástico y la Casa de los Seises, los tres anejos a la Catedral. La expropiación de los inmuebles se llevó a cabo según la Ley de Expropiación Forzosa de 1879, que permitía la técnica denominada «expropiación por zonas laterales», consistente en la ampliación de la anchura de la vía en 20 metros más a cada lado, posibilitando un espacio dedicado a nueva edificación y uso público; una estrategia urbanística que mal aplicada como sucedió en Granada, resultó nociva.
Un centenar largo de casas y buena parte de la trama urbana medieval de la medina de Granada sucumbieron víctimas de los ideales de salubridad e higiene. Sin embargo, fueron realmente las ideas de progreso y modernidad esgrimidas por la burguesía industrial y los intereses de la explotación azucarera, las que motivaron el trazado y realización de la Gran Vía como una avenida que permitiese unir la estación de los Ferrocarriles Andaluces con otra futura en el lado sur de la ciudad a la que llegarían los trenes procedentes de la Costa. La antigua calle de Elvira no podía dar respuesta a las necesidades del desarrollo industrial.
Protestas y apoyos
La Gran Vía, como infraestructura debe incardinarse entre los grandes proyectos urbanísticos desarrollados en la época en las principales ciudades españolas: Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia, Zaragoza, Sevilla o Málaga. Todos pretendieron adaptar el crecimiento y desarrollo urbano a las exigencias de la revolución industrial, pero sin reflexionar sobre el sacrificio que suponía actuar en los espacios históricos sobre los que se ejecutaban. En el caso de Granada, de nada sirvieron las protestas Manuel Gómez Moreno o Francisco de Paula Valladar, cuando la ciudad entera, movida por el poder económico, confiaba ciegamente en las promesas de progreso generalizado. Fue esta línea de argumentación en la que se alinearon los poderes fácticos granadinos, la Universidad y personalidades como el arquitecto Giménez Arévalo o el propio España Lledó, que desde 1890 asesoraron al presidente de la Cámara de Comercio, autor y gestor de la idea, José López-Rubio Pérez para el alumbramiento de la Gran Vía.
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