Amanda Martínez
Miércoles, 28 de septiembre 2016, 18:14
Cuentan las crónicas que la paz visitó Granada. Dos viejos soldados y enemigos, el presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yaser Arafat, y el ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Simon Peres, dieron un nuevo impulso a las negociaciones de paz con la Alhambra como marco. Sobre la mesa estaban el acuerdo para la autonomía de Gaza y Jericó, firmado unos meses antes, en septiembre de 1993 en Washington y una fecha concreta para la firma de la paz entre los dos pueblos. Nada ni nadie nos detendrá, dijo tajante Peres.
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Ambos líderes participaron en Granada en un congreso de intelectuales organizado por la Unesco a iniciativa de su director general, Federico Mayor Zaragoza, llamado La paz, el día después. Durante un encuentro privado de más de una hora en el Parador de San Francisco, los políticos sustituyeron las balas por la palabra y transmitieron el mensaje de que la paz entre ambos pueblos era posible basta ya de muerte, de sangre y de odio. Estamos convencidos de la paz. Nada ni nadie nos detendrá. Todas las vidas perdidas son equivocaciones recalcó el israelí. Brillante y profundo, en el discurso que ofreció en el patio de los Arrayanes Peres lamentó la persecución que ha sufrido su pueblo desde el principio de los tiempos El judío es un pueblo pequeño, pero sin embargo ha sido blanco de odios durante 4.000 años. En consecuencia, la autodefensa ha sido una necesidad para seguir existiendo. Ahora estamos en una nueva era: la era de la paz. Nosotros no queremos gobernar a los palestinos, no queremos gobernar a otro pueblo. Deseamos tener vecinos no enemigos.
Ambos líderes recibieron como regalo durante su visita a la Alhambra las llaves de oro de la ciudad que les entregó el alcalde Jesús Quero. Cuando Arafat recibió la cajita de taracea con su llave dentro pidió que fuera la que abra la puerta de la paz en Oriente Medio
Por unas horas, Granada se cruzó en el camino de la historia de Israel y Palestina.
Visita privada
Tras el encuentro, Arafat se marchó a Túnez pero Simon Peres tuvo tiempo de dar un pequeño paseo por la ciudad. Visitó la Catedral, la Capilla Real y el Albaicín acompañado por el embajador de Israel en España Jaakob Cohen y Gabriel Díaz Berbel, amigo del diplomático israelí. Más tarde volvió a la Alhambra donde cuentan, bromeó con Díaz Berbel sobre la sonoridad de la Sala de los Secretos
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