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Sobre el banco de piedra del zaguán de la Casa de Ágreda solía descansar San Juan de Dios. Recuerda esta escena un lienzo del siglo XVII que hay encajado en un modesto retablillo, a cuyos lados aparecen escritos estos versos:
«Este poyo, muchas veces ... al Santo sirvió de cama, que el que nace para humilde sobre las piedras descansa. Caridad, benevolencia, rectitud, justicia y gracia, dijo Juan de Dios que nunca faltarían en esta Casa. En aqueste mismo sitio al Santo pintó una espada dando a entender que defiende al que con celo le llama. Aquí y por todo el orbe ¡oh Juan! tu virtud se ensalza. Oye propicio esta obra, pues tanto a los pobre amas.»
Manuel Gómez Moreno, en su 'Guía de Granada', apunta que el santo dibujó una espada en la pared de esta casa y que, cuando le preguntaron el sentido de esta inscripción, contestó: «Pinto aquí esta espada porque en esta casa nunca faltará la justicia».
Mandada construir en el siglo XVI por Diego de Vera Agreda y Vargas, caballero de la Orden de Santiago y caballero Veinticuatro de Granada, una especie de regidor o concejal actual, su «monumental portada, en opinión de Gómez Moreno, es la obra más clásica y correcta que aquí tenemos del siglo XVI.»
Gallego Burín también la describe en su 'Guía de Granada' su puerta «de tipo herreriano, sostenida por columnas dóricas de piedra almendrada y balcón central flanqueado de pirámide, coronado por cornisa y frontón partido cuyo centro ocupa el escudo de su dueño». La casa tiene un gran patio sostenido por columnas y galerías abiertas con balaustres torneados de piedra y cubre su escalera un alfarje, un techo de madera labrada de estilo mudéjar.
Los Agreda era una de las más nobles estirpes de Granada que ocuparon altos cargos en la administración, el estado y el ejército. El nombrado Diego de Vera, por ejemplo, llegó a ser Corregidor de Málaga y Vélez.
Hay otras curiosas historias relacionadas con esta familia que ha contado Juan Bustos en el artículo de la serie 'Andar y Ver'. Explica que se emparentaron en el siglo XVI con los Corellas y uno de los descendientes de esta unión, Jerónimo de Agreda y Vargas, murió trágicamente asesinado en 1590 por el escribano del cabildo Diego de Castellón, por intentar seducir a una hija suya. Pedro Corella y Vargas, padre del infortunado joven, decidió por aquella desgracia tomar los hábitos y murió de canónigo de la Catedral.
Al dejar de pertenecer a la familia, la casa pasó por diversas vicisitudes. A finales del siglo XIX Maximiano Fernández del Rincón, canónigo de Granada, que llegó a obispo de Teruel, fundó el convento de la Presentación que también era un colegio de niñas.
Más tarde fue adquirida por particulares y se proyectó construir sobre ella una casa de pisos, hasta que en 1940 la compró la Asociación Granadina de Caridad, que en 1942 instaló allí el orfelinato de Divina Infantita.
La Casa de Ágreda es, en palabras de José García Román «uno de los faros del Albaicín, regalo renacentista que da coherencia a Granada, ciudad soberana, señora de su destino, que merece ser honrada con el cumplimiento de obligaciones sagradas».
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