El flamenco, como debe ser, se ha convertido en nuestra ciudad en un continuo. A la propuesta de la Junta, 'Andalucía, flamenco', le sigue el festival Milnoff, que se imbrica con el Festival de Música y Danza y, justo acabar, comienza el Festival Internacional de ... la Guitarra, que, en su octava edición, dio el pistoletazo de salida el pasado lunes en el Palacio de Carlos V con el guitarrista cordobés Alejandro Hurtado. Esto sin contar otras propuestas, como La Chumbera, la Corrala de Santiago, las peñas o los teatros.
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Antes de empezar, festejo la fortuna de que hubiera acabado el mundial de fútbol y nos ahorráramos la aberrante pantalla inmensa sobre el escenario del mítico Palacio para ver el partido antes del concierto y saltar como energúmenos a su final, en caso de un resultado favorable, como pasó lamentablemente el domingo anterior precediendo a la exclusiva Orchestre national du Capitole de Toulouse.
El VIII Festival Internacional de la Guitarra de Granada Antonio Marín se abrió otorgando algunas distinciones honoríficas a personas y entidades que se han distinguido en el mundo de la guitarra tanto en su uso, su construcción o su fomento. Un Festival que ofrecerá, hasta el 7 de agosto, una totalidad de veintinueve conciertos, convirtiéndose así en una cita de referencia europea en el mundo de la guitarra; y en el que echaremos de menos a Pepe Bellido, asistente asiduo a estos conciertos.
En Alejandro Hurtado, Bordón Minero 2017, encontramos a un guitarrista rico en arpegios, trémolos y escalas; pausado, clásico, preciso y nada estridente; que deja la pieza a su amor y, no como el común, con la estridencia del rasgueo de abajo arriba o de arriba abajo y la exposición de su instrumento. Alejandro, en un concierto llamado 'Miradas', quiso «mirar» su camino y dar cuenta de los veneros donde ha bebido, alternando flamenco y clásico, con sus propias composiciones.
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El cordobés comenzó con la impecable rondeña de Ramón Montoya, para continuar con unos tangos del mismo compositor, que se asoman indiscutiblemente a la guajira. Tras este saludo, recibió a la bailaora Inmaculada Salomón, para que ilustrara, con suma elegancia, recio empaque y taconeo ausente, la 'Danza del Molinero', de 'El Sombrero de Tres Picos' de Manuel de Falla. A renglón seguido, de manera alterna, acudió a su reciente trabajo discográfico, 'Tamiz', de 2023, que marca su arranque como compositor.
De la granaína, pasó a la bulería, para la que requirió la percusión, precisa, discreta, profunda, de David Domínguez, y después a las alegrías. En 'Sevilla' de Albéniz, la bailaora, con vestido blanco de vuelo, hizo uso de castañuelas para acompañar, antes de pasar a la farruca 'A mi madre', dedicada a ella, presente en el recinto. La seguiriya precedió a otra pieza clásica, que Inmaculada bordó, con vestido rojo de cola y Manila de peso, para continuar por Huelva y terminar el recital homenajeando a Paco de Lucía, con sus bulerías 'Río de la miel', que abre el disco 'Luzía', dedicado a su madre, en 1998; y puso la guinda con una adaptación de la 'Gran jota' de Francisco Tárrega, acompañada igualmente con los palillos de Salomón y una sonrisa.
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