Grupo de turistas en el estudio de Abelardo Linares CEDIDA POR CARLOS PASCUAL DEL COSO

Retratos en la Alhambra

Historias de @LaHemeroteca ·

Los primeros fotógrafos que trabajaron en el monumento popularizaron las fotografías de turistas al estilo morisco

AMANDA MARTÍNEZ

GRANADA

Sábado, 9 de junio 2018

Un viajero de barba poblada posa con un traje de moro con turbante y cimitarra dándose aires de aguerrido sultán. La foto será el recuerdo de su visita a la Alhambra y, cuando vuelva a casa, la mostrará orgulloso a sus familiares.

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La atracción de ... aquellos primeros turistas por el monumento, fascinados por la mirada que los viajeros románticos inmortalizaron en grabados y dibujos, propiciaron el establecimiento de estudios fotográficos alrededor de la fortaleza nazarí para surtir a los nuevos clientes de postales de la ciudad y sus peculiares tipos, o curiosos retratos en el que, el protagonista se convertía en un príncipe o una exótica cautiva del palacio árabe. «Algunos viajeros describieron el amanecer en la Alhambra y la agitación de los comercios que se situaban en la calle Real, con los fotógrafos que se apresuraban a abrir sus escaparates, mientras que a la puerta de las fondas, unas mujeres regateaban el precio del pescado y, del estanco, posada, taberna y tienda de comestibles, salía el rasguear de una guitarra», recuerda Gregorio Martínez Sierra en su 'Granada. Guía emocional', una bonita descripción de cómo el entorno de la Alhambra cambiaba y se abrían hoteles, fondas y tiendas para atender las demandas del incipiente turismo.

En Granada, el fenómeno del comercio fotográfico de tipo turístico se inicia en torno a la última década del siglo XIX con los estudios de Rafael Garzón, Rafael Señán y González y los hermanos Enrique y Abelardo Linares, una generación de profesionales que surge en torno a la Alhambra y que se especializan en fotografía turística. Ellos son los primeros en montar su tienda en las calles vecinas del monumento donde se podían adquirir desde fotografías y postales de la Alhambra o el Generalife y otros rincones de la ciudad y sus personajes más típicos, hasta antigüedades y otros souvenirs. «Dichas fotografías, como reclamo, solían decorar la fachada de estos establecimientos, en los que también se podía adquirir material fotográfico o revelar los clientes personalmente sus negativos de cristal», escribe el fotógrafo y coleccionista Carlos Pascual del Coso en el artículo 'El retrato a la morisca' publicado en la revista Alhóndiga. También pretendía llamar la atención de los turistas con vistosos carteles escritos en varios idiomas. Un 'On parle français' coronaba el torreón de la casa de Garzón, un bonito edificio que, apunta del Coso, se derribó en 1969.

Retratos moriscos

«Rafael Garzón es posiblemente el primero de los 'fotógrafos comerciantes' que instalan estudio en la Alhambra y se dedican no solo a la venta de imágenes, sino a hacer fotografía a la morisca y vender souvenirs», explica el profesor de la UGR Javier Píñar, autor del libro 'Fotografía y Fotógrafos en la Granada del siglo XIX'. Es uno de los más reconocidos en la actualidad. El éxito del negocio le llevó a montar sucursales en otras ciudades como Sevilla o Córdoba, ciudad que le ha dedicado una reciente exposición retrospectiva.

Garzón nació en Granada en 1863 y pudo formarse con Charles Mauzaisse, un fotógrafo francés que se instaló aquí, se casó con una granadina y vivió en la ciudad hasta su muerte a causa del cólera durante la epidemia de 1885. «Uno de los hermanos de Garzón -continúa Píñar- era yerno de Mauzaisse. Es probable que aprendiera en su estudio y, en el momento en el que se iniciaba el primer tirón turístico de la Alhambra, montó un pequeño negocio, primero en la Cuesta de Gomérez. Más tarde se trasladó a la calle Real de la Alhambra donde estuvo ubicado de una manera más estable».

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Garzón y Señán y González, comenzaron trabajando juntos, una sociedad que no acabó bien parada. Se separaron pero sus establecimientos estuvieron siempre uno al lado del otro. Los dos empresarios junto a los Linares, que tenían su negocio junto a la Puerta del Vino, tuvieron trayectorias similares. De la venta de fotos de la ciudad, que editaban en postales y suministraban a otros fabricantes como la fototipia de Thomas, Purguer & Co o Hauser y Menet, el éxito les llegó con la original manera de fotografiar a los turistas. Se desconoce a quién se le ocurrió, Píñar apunta en su libro que fue Linares, del Coso se inclina por Mauzaisse. Comenzaron fotografiando a los turistas en misma la Alhambra, llevando a sus patios chilabas, velos y babuchas con los que disfrazaban a los viajeros que se llevaban a casa un exótico recuerdo. Más tarde, montaron falsos patios alhambreños en sus estudios decorados con escayola y arcos mozárabes cubiertos con cristaleras para que recibieran luz natural. Abelardo Linares, cuenta Pascual del Coso, incluso llegó a tener un caballo disecado en su patio. 'Granada. Alhambra. Patio del Kadid', se lee en las postales que hacía Garzón. 'Interior de la Gran mezquita de Boabdil', llamaba Señán a su rincón morisco.

El negocio de Linares, al que Píñar atribuye la introducción de la tarjeta postal en Granada, fue el más longevo y continuó haciendo los populares retratos hasta bien entrada la década de los cincuenta. Hoy sus herederos continúan fotografiando a los turistas en la calle Real de la Alhambra.

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Más información

'Fotografía y fotógrafos en la Granada del siglo XIX'. Javier Píñar Samos. Fundación Caja Granada. Ayuntamiento, 1997

'En la Alhambra: turismo y fotografía en torno al monumento [exposición. Textos Javier Píñar Samos] CajaGranada, 2006

'Imágenes en el tiempo. Un siglo de fotografía en la Alhambra. 1840-1940' Sala de exposiciones Palacio de Carlos V. Granada del 15 de enero al 15 de junio de 2003. Patronato de la Alhambra y el Generalife

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'Señán versus Garzón'. Del blog El Cartófilo Empedernido. Carlos Pascual del Coso

'Retrato a la morisca'. Artículo de Carlos Pascual del Coso. Número 4. Junio 2017 Revista Alhóndiga

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