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El destierro del capo

El destierro del capo

Un juez permite al histórico narco Sito Miñanco salir de la cárcel a diario para trabajar en una empresa de seguridad, pero le prohíbe pisar Galicia: «Hay una generación perdida por la droga», le afea. Las víctimas no creen en su arrepentimiento. Tampoco la dirección de la prisión

daniel vidal

Martes, 28 de abril 2015, 01:21

Aquella pandilla de chavales se había propuesto arrasar en el torneo de fútbol-sala de las fiestas patronales de su pueblo, Vilanova de Arousa, a principios de los 80. Se pintaron una A de anarquía en la camiseta, a modo de escudo, y pusieron nombre al equipo: Dejadnos vivir. Adolfo, Paulino, Pacheco, los Manolos Panadeiro y Macuta José Lorenzo, Jesús María, los hermanos Padín y el entrenador, Gelucho, ya coqueteaban por aquel entonces con los porros, las anfetas y alguna que otra raya de fariña. Las victorias terminaban con fiestas hasta el amanecer.

Las derrotas, en cambio, necesitaban un consuelo que muchos encontraron subiéndose a un caballo desbocado. Al final, la heroína acabó arrasando a casi todo el equipo. «Ahora solo quedamos tres», recuerda Manuel Fernández Padín, uno de los diez integrantes del Dejadnos vivir, que pasó a ser a la imagen más representativa de la generación perdida en Galicia por culpa de la droga.

Es la misma generación a la que hizo referencia la semana pasada el juez de Vigilancia Penitenciaria José Luis Castro para condicionar la excarcelación del histórico narcotraficante José Ramón Prado Bugallo, alias Sito Miñanco (Cambados, Pontevedra, 1955). El capo gallego por antonomasia, que a punto de cumplir 60 años se ha pasado media vida entre rejas, podrá salir de prisión a diario para trabajar en una empresa de vigilancia de edificios y aparcamientos. Después de la jornada laboral deberá regresar a dormir al trullo, donde también pasará los fines de semana. Actualmente cumple una condena de 20 años en Villanubla (Valladolid), aunque ha pasado por varias cárceles por su condición de preso de especial seguimiento. «No por violento, sino por su capacidad económica: así se evita que pueda comprar a otros presos o incluso a funcionarios», reconocen fuentes de Instituciones Penitenciarias.

La decisión del juez Castro adoptada en contra del criterio de la Junta de Tratamiento de la cárcel, llevaba aparejada algunas premisas. La primera, que el narco mostrara arrepentimiento, algo que en teoría cumplió hace unos meses, cuando Sito Miñanco envió al magistrado una carta en la que pedía perdón a la sociedad por los delitos que había cometido. Carmen Avendaño, una de las históricas madres contra la droga y presidenta de la Fundación Érguete, pone en duda la contrición del narco: «Es cierto que ha cumplido la parte de la pena correspondiente y tiene derecho a salir, pero... ¿a quién ha pedido perdón? Hay una lista infinita de chavales muertos y de padres que vieron a sus hijos morirse. Fue una devastación, como si fuera una guerra. Un crimen continuado». Las víctimas se cuentan por miles. Muchos cayeron por sobredosis o consumidos por las drogas sin cumplir la treintena.

De ahí la segunda condición, la más importante: el destierro. Sito Miñanco tenía que comprometerse a no pisar su tierra. De hecho, la Audiencia Nacional rechazó una oferta laboral presentada por el capo gallego en las bateas de las Rías Baixas, en las mismas aguas en las que comenzó su meteórica carrera delictiva. Primero, como porteador de marisco y contrabandista de tabaco. Después, como el auténtico rey del narcotráfico de hachís y la importación de cocaína desde América. Supuestamente también traía heroína, pero nunca le han condenado por ello.

En su auto, el juez prohíbe al narco acercarse a Galicia, donde viven muchas personas «que han sufrido las consecuencias de su actividad: basta reconocer la famosa generación perdida en la que murieron muchos jóvenes por el consumo de droga». Castro valora como factores positivos para la excarcelación del preso «la antigüedad de los hechos delictivos, el avanzado estado de cumplimiento de la condena (más de tres cuartas

artes), su buena conducta, el buen uso de los permisos de salida (más de 60 en los últimos meses) y su apoyo familiar», y admite que este es el «paso previo» al tercer grado. Será entonces cuando Sito Miñanco pueda sacudirse la morriña a sus anchas por Cambados, Vilagarcía y Vilanova de Arousa. De momento, el destierro es «algo que agradecemos», recalca Avendaño. «Es satisfactorio para la sociedad gallega y doloroso para Miñanco. Sin embargo, creemos que hay que seguir vigilándole. No sabemos nada de esa supuesta empresa para la que va a trabajar».

El chollo do fume

Sito, el espabilado y aventurero hijo de los Miñancos, una de las familias de mariscadores más conocidas de Cambados, empezó muy joven a pilotar la barcaza de su padre, en la que aprendió las artes del furtivismo. Se aficionó pronto a las lanchas rápidas y con poco más de 20 años ya se había convertido en un patrón experto. Fue entonces cuando decidió cambiar percebes y centollos por el chollo do fume (el chollo del humo). El estraperlo de tabaco le hizo multimillonario antes de llegar a los 30. En los años 80, cuando los chicos del Dejadnos vivir aún daban patadas a un balón, Sito llegó a tener la organización más importante de toda la ría, con un centenar de personas en nómina. Ante cualquier imprevisto (una detención, un accidente o incluso la muerte), el jefe siempre daba la cara ante las familias de sus empleados, al más puro estilo Corleone: de su propio bolsillo pagaba fianzas, entierros e indemnizaciones millonarias.

Aquello le granjeó una fama de benefactor que alcanzó su punto álgido cuando pagó la construcción de una iglesia y se hizo con la presidencia del Club Juventud Cambados, un modesto equipo de fútbol de categoría regional al que estuvo a punto de ascender a Segunda División a golpe de talonario. Un hito para una localidad de poco más de 10.000 habitantes que motivó el homenaje del Ayuntamiento, gobernado entonces por el PP. Sito Miñanco incluso se llevó al equipo de gira por Sudamérica. «¿Benefactor? Me río yo. A los chavales se los llevaba engañados, solo servían para sus negocios», cuestiona Carmen Avendaño. «Esta es una zona pobre, donde la gente salía a pescar a las Cíes para mantener a la familia. Sito, como Laureano Oubiña, Manuel Charlín y otros narcos, compraron a la gente, que dependía económicamente de estos capos». Por eso, nadie duda de que en Cambados aún hay quien recuerda con «cariño» a Sito.

Chicas, champán y Ferraris

Especialmente, algunas de las mujeres con las que el hombre más rico de la zona se dejaba ver en su época dorada a lomos de su flamante Ferrari Testarrosa, uno de los coches de lujo que llenaban su garaje. En las fiestas de su chalé no faltaba marisco y champán a espuertas, además de un nutrido grupo de prostitutas. Las chicas guapas, los coches caros y la buena comida eran su debilidad. Se casó muy joven con su vecina Rosa Pouso, con la que tuvo dos hijas. Pero cuando sus jugosos negocios lo llevaron a Sudamérica entabló una relación con la panameña Odalis Rivera, emparentada con el general Noriega, protector y buen amigo de Sito Miñanco. Con Odalis tuvo otra hija, lo que tampoco fue impedimento para pasearse por Cambados con una caribeña y coquetear con una tal Mónica, otra belleza local. Su primera mujer, Rosa Pouso, saltó hace poco a los titulares de los periódicos por su intención de promover unos chalés a pie de playa. Al parecer, el negocio de la droga dio paso en la familia al negocio del ladrillo. ¿Qué camino elegirá Sito fuera de prisión? En el mismo auto de libertad, el juez valora la «reincidencia delictiva» del narco, y en concreto su «rápida reincidencia tras la última excarcelación». Fue en 2001, cuando preparaba el desembarco de cinco toneladas de cocaína desde un chalé de Madrid mientras disfrutaba de un permiso. Le pillaron con las manos en la masa. «Te lloverán medallas», le espetó al comisario que le ajustaba las esposas.

Ni siquiera cumpliendo condena se olvidó de sus chanchullos. Diez años antes ya le habían sorprendido en la prisión de Valdemoro con un teléfono móvil en la celda algo totalmente prohibido y en 2012 fue destituido el director de la prisión de Huelva, investigao por posible trato de favor a varios internos. Aunque Miñanco ya mostraba en esa cárcel el comportamiento «impecable» que ha mantenido durante los últimos años, según Instituciones Penitenciarias: llegó a ser el encargado del polideportivo. Ahora, con pie y medio en la calle, solo tiene pendiente una causa por blanqueo. Un juicio que puede alargar aún más el destierro del gran capo.

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