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Ricardo Salgado presidió el desaparecido BES 22 años.
El ocaso del patriarca

El ocaso del patriarca

El embargo de los bienes de Ricardo Salgado, presidente del desaparecido Banco Espírito Santo, ilustra el descenso a los infiernos de la saga más poderosa de Portugal

borja olaizola

Sábado, 23 de mayo 2015, 00:21

Durante décadas la familia portuguesa Espírito Santo se codeó con lo más granado de la aristocracia del dinero, los Agnelli, los Rockefeller, los Rothschild y compañía. También llegó a alternar con los Windsor o incluso con los Borbón, exiliados durante el franquismo en Estoril. Creadores de uno de los principales grupos empresariales del país bajo el paraguas del banco que llevaba su nombre, los herederos de Jose Maria do Espírito Santo conformaban una de las dinastías más poderosas de Portugal. La prueba es que los portugueses solían referirse al cabeza de la familia como el dono disto tudo, es decir, el dueño de todo esto. En el registro entre guasón y resignado en el que suelen moverse nuestros vecinos, todo esto era, obviamente, Portugal.

Ninita

  • La mujer más rica

  • Entre las principales accionistas del desaparecido Espírito Santo estaba Maria do Carmo Moniz Galvao, Ninita, que pasa por ser la mujer más rica de Portugal. Hija única de un importante accionista del banco antes de su nacionalización en 1975 tras la Revolución de los Claveles, controla concesionarios de coches y le encanta conducir deportivos, sobre todo los Alfa Romeo.

  • En la iglesia . Espírito Santo es el nombre de la iglesia de Lisboa ante cuya puerta fue abandonado en 1850 el bebé que con el tiempo se convertiría en José María do Espírito Santo, fundador del banco del mismo nombre.

En las dos últimas décadas el patriarca indiscutible de la saga ha sido Ricardo Salgado, presidente del Banco Espírito Santo (BES) y cabeza visible de un conglomerado que agrupaba unas 400 empresas y que se extendía por Europa, África y Latinoamérica. Salgado, de 70 años, tiene hechuras de patricio y es extremadamente discreto. Durante los 22 años que ha estado al frente del BES ha evitado la exposición pública y ha cultivado la imagen de hombre austero y entregado por completo a su trabajo. «Mi jornada empieza a las 8:30 en el banco y acaba a las 22:00 también en el banco», fue lo más que llegó a decir sobre cuestiones ajenas a las finanzas durante su larga etapa al frente de la entidad.

Esa estampa de profesional solvente y capaz que le valió para encabezar durante años las listas de las personas más poderosas de la economía lusa se ha desvanecido por completo. Las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años por las autoridades monetarias han sacado a la luz un sinfín de irregularidades y malas prácticas que han abierto un abismo a los pies del otrora prohombre de las finanzas portuguesas. El agujero que había en las cuentas era de tal magnitud que el banco tuvo que ser intervenido. El BES, que en sus buenas épocas llegó a utilizar la imagen de Cristiano Ronaldo en sus anuncios, desapareció y fue dividido en dos: el Novo Banco y el que agrupa los activos sospechosos. El derrumbe arrastró a una parte del conglomerado construido por Salgado y colocó a la economía portuguesa al borde de una nueva intervención.

Salgado saltó de la nave un poco antes de su hundimiento. Maniobró para sentar en el sillón que dejó vacante a su mano derecha, pero el Banco de Portugal se lo impidió. El organismo también retiró el poder de voto a la familia Espírito Santo, que era titular del 20% de las acciones. Las auditorías encargadas revelaron que la gestión del BEShabía sido «ruinosa». Un informe de la consultora Deloitte acusó al equipo de Salgado de «violación de deberes» en el control interno del banco. El propio gobernador del Banco de Portugal le señaló públicamente por haber desobedecido 21 veces las órdenes que le había hecho llegar. El derrumbe del BESarrastró entre otras a Portugal Telecom, que iba a fusionarse con la brasileña Oi y que finalmente tuvo que ser malvendida.

Una aerolínea quebrada

La caída sin freno emprendida por el antiguo paladín de las finanzas lusas guardaba aún otra sorpresa: su detención por blanqueo de capitales después de que saliese a la luz que un constructor de Angola, antigua colonia donde el BEStambién tenía intereses, le había hecho llegar una transferencia de 14 millones de euros a un paraíso fiscal. Aunque logró evitar la cárcel con una fianza de tres millones de euros, los acontecimientos se precipitaron: la Policía registró su domicilio, a la vez que ingresaba en prisión el que fue primer ministro de Portugal entre 2005 y 2011, José Sócrates, con el que Salgado trabajó estrechamente. Pendientes de investigación están asuntos tan oscuros como la compra de la quebrada aerolínea Portugalia por parte de TAP, la compañía estatal, a un precio desorbitado. Se da la circunstancia de que por entonces el primer accionista de Portugalia era Espírito Santo. Mientras las autoridades intentan arrojar luz sobre esos tejemanejes, grupos de pequeños ahorradores se manifiestan todas las semanas en Lisboa para exigir la devolución del dinero que habían invertido en el desaparecido BES.

En ese descenso a los infiernos del antiguo triunfador, que tiene algunas concomitancias con el protagonizado al otro lado de la frontera por Rodrigo Rato, no podía faltar la que probablemente sea la más rotunda de todas las imágenes: el embargo de 500 propiedades de los Espírito Santo y de dinero en efectivo hasta un monto total de 1.000 millones de euros en previsión de indemnizaciones por las 29 causas abiertas contra ellos. La requisa se ha ejecutado a lo largo de los últimos días y ha afectado a residencias en Estoril, Quinta Patino, Portimao o Quinta da Penha. También a varios apartamentos en la avenida más cara de Lisboa, así como a la Heredad de Comporta, donde tenían previsto hacer un complejo turístico de lujo. Pero el embargo más doloroso para Salgado ha sido sin duda el de su residencia de Cascais: la Policía judicial ha requisado hasta la capilla donde escuchaba misa los domingos acompañado por su familia y amigos.

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