f. apaolaza
Miércoles, 9 de septiembre 2015, 00:36
Pocas mujeres dirían del rey Mswati III que es un hombre atractivo, pero en estos días se ha convertido por la gracia de la erótica del poder en el más deseado del país. En Ludzidzini (Suazilandia) se ha celebrado la Danza de los Juncos, una ceremonia que pone fin a ocho días de fastos reales y que termina con un ritual bastante llamativo. Hasta 80.000 vírgenes (en Suazilandia viven un millón de personas) acuden hasta un pueblo para ofrecerse al monarca. En realidad, pujan por ser la concubina número 16, pues el rey tiene ya quince esposas, la mayoría elegidas en este rito y otras a capricho. Hace unos años, el jefe del Estado, que en este caso es jefe de Gobierno y de muchas otras cosas, se saltó un tanto las reglas y eligió por la vía rápida a la ganadora de un concurso de misses. Mswati III, que reina desde 1986, es hijo de Sobuza II, que en el año 1973 suprimió la constitución y las libertades del país para instaurar una monarquía de tono dictatorial. Dios le insinuó que era lo mejor.
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«Dios advirtióal pueblo de Suazilandia de no amar el dinero y yo os cuento lo que Dios dice», Mswati IIIRey de Suazilandia
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