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Las negociaciones para la formación de una nueva coalición de gobierno para Alemania entre las conservadoras Unión Cristianodemócrata y la bávara Unión Socialcristiana (CDU/CSU) ... y el Partido Socialdemócrata (SPD) han entrado este viernes en su fase caliente al asumir la responsabilidad total de las mismas los líderes de las formaciones implicadas.
De 256 negociadores repartidos en 16 gremios de trabajo que han preparado en las últimas semanas un borrador de 162 páginas para el contrato de coalición y alcanzado acuerdos básicos en la mayoría de las cuestiones a consensuar, se ha pasado a un reducido grupo de tan solo 19 personas que deberán limar y superar las últimas diferencias.
Se trata de un grupo formado fundamentalmente por aquellos que alcanzaron el acuerdo previo para negociar en las llamadas conversaciones de sondeo, liderado por los presidentes de los tres partidos: el líder de la CDU y probablemente próximo canciller federal Friedrich Merz, el jefe del Gobierno de Baviera y dirigente de la CSU, Markus Söder, y los dos copresidentes del SPD, Saskia Esken y Lars Klingbeil.
Poco antes de comenzar las reuniones que tendrán lugar alternativamente en la Willy Brandt Haus del SPD, la Konrad Adenauer Haus de la CDU y la representación del gobierno bávaro en Berlín tanto Söder como la primera ministra del Sarre, la socialdemócrata Anke Rehlinger, miembro igualmente del selecto grupo negociador final, se mostraron convencidos de que habrá acuerdo.
«Estamos ya en la recta final», aseguró Rehlinger en el informativo matinal de la cadena pública de televisión ARD, mientras Söder se mostró «completamente seguro» de que estas conversaciones, que se prolongarán probablemente hasta finales de la semana próxima, acabarán con éxito y Alemania tendrá pronto un nuevo ejecutivo nacional.
También la primera ministra de Mecklemburgo-Antepomerania, Manuela Schwesig (SPD), se mostró optimista, aunque indicó que será necesario hacer numerosos recortes en los acuerdos alcanzados por los 256 expertos reunidos previamente. «Se puede decir ya que no todo será posible», comentó Schwesig, que pertenece igualmente al grupo de 19 negociadores finales.
La política socialdemócrata hizo referencia a los excesos financieros de esos grupos de trabajo que, según Spiegel Online, abrirían en los próximos cuatro años un agujero presupuestario de 600.000 millones de euros, aunque el Parlamento haya aprobado un fondo extraordinario de medio billón de euros para infraestructuras y liberado sin límite el gasto en defensa, que supondrá en los próximos años el desembolso de otro medio billón de euros más.
Las finanzas van a ser por ese motivo el hueso más duro de roer en las negociaciones finales para una nueva alianza política. Mientras los socialdemócratas quieren aliviar la carga fiscal para los ciudadanos de ingresos bajos y medios y gravar en mayor medida a los más adinerados, los conservadores rechazan toda subida impositiva y prefieren realizar recortes presupuestarios.
Pendiente de resolución está también el capítulo dedicado a migración y refugiados en el que CDU/CSU abogan por endurecer al máximo la política de asilo y rechazar en las mismas fronteras a aquellas personas que no aporten la documentación necesaria, aún a costa de irritar a Bruselas. El SPD rechaza a su vez toda medida que atente contra el derecho europeo y reconoce que existen aún varios flecos por consensuar en el polémico apartado.
Markus Söder detalló además otros puntos en los que es necesario negociar aún al más alto nivel: desde «una reducción masiva de los precios energéticos» para que la industria recupere competitividad, a una bajada del IRPF y las tasas empresariales, así como una disminución apreciable de la burocracia y normativas administrativas y la posible reintroducción del servicio militar obligatorio, que desean los conservadores y rechazan los socialdemócratas.
A punto de alcanzar su objetivo de convertirse en próximo canciller federal, el cristianodemócrata Friedrich Merz es quien se ve sometido ahora a mayor presión. Tras prometer a sus votantes en campaña un futuro sin mayor endeudamiento y unas finanzas sólidas, lo primero que negoció con el SPD tras ganar los comicios fue la aprobación del paquete billonario a crédito para defensa y el relanzamiento económico del país.
Una iniciativa que los socialdemócratas han logrado imponer y que ha traído consigo importantes concesiones también a Los Verdes para que estos apoyaran en el Bundestag la necesaria mayoría de dos tercios. Estos «favores» y el temor a que las promesas electorales de CDU/CSU acaben en agua de borrajas en las negociaciones aún en curso han dado lugar a críticas al líder conservador en sus propias filas.
Merz ha reconocido que se toma muy en serio las acusaciones de «estafa» al electorado por prometer una cosa y hacer otra después. «Pero son injustificadas«, dijo esta semana el presidente de la CDU, cuya situación actual es comparada por los analistas políticos con la de la también conservadora Angela Merkel tras ganar sus primeros comicios en 2005. Una comparación que a Merz le desagrada, toda vez que fue su mayor rival interna.
Entonces se vio obligada en negociaciones de coalición con el SPD a triturar buena parte de sus planes de reformas y tampoco tuvo mayores escrúpulos cuando vio que el dinero no alcanzaba. Merkel elevó el IVA en tres puntos, en vez de dos como estaba previsto, en la mayor subida impositiva de la historia que reportó al Estado ingresos suplementarios de 275.000 millones de euros en los siguientes diez años.
Una decisión que Merz criticó duramente hace 20 años, aunque hora reacciona a las críticas con el mismo relajo que Merkel entonces. La capacidad de maniobra del líder conservador en las negociaciones con el SPD está muy mermada y sus tácticas en las conversaciones dan lugar a dudas sobre su capacidad negociadora. Pero sabe que no le queda otro remedio que tragar. Preguntado por la posibilidad del fracaso de las diálogos respondía hace una semana: «Entonces habrá terminado mi carrera política».
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