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Cuando Rusia invadió por segunda vez Ucrania en febrero de 2022, la empresa berlinesa BSSD (Bunker Shelters Systems Deutschland) recibía a diario más de un ... millar de llamadas telefónicas de clientes potenciales. Antes no eran más de cuatro o cinco. Fundada en 2014, la firma, con un centenar de empleados, era al comienzo de esa guerra la única en Alemania que fabricaba y construía búnkeres para particulares. El conflicto ha disparado la demanda de refugios blindados, hasta el punto de que BSSD ha tenido que habilitar una línea especial de atención al cliente con seis aparatos que reciben llamadas de ocho de la mañana a diez de la noche.
En estos tres años la cartera de pedidos de la compañía se ha triplicado, según revelan Mario y Katrin Piedje, propietarios de la empresa familiar. Al principio la gente llamaba por miedo, recuerda la mujer. «Teníamos la sensación de ser el teléfono de la esperanza», cuenta. De hecho, en la mayoría de los casos tuvieron que tranquilizar a los interesados como si fueran una consulta psicológica, más que asesorarles en la compra de un refugio blindado.
Un búnker no es un artículo barato. El modelo más pequeño de la empresa berlinesa tiene un precio básico de 79.000 euros. Por ese dinero ofrecen un espacio habitable de 10 metros cuadrados, capacidad máxima para seis personas y protección para conflictos nucleares. Cuenta con un servicio químico y una capacidad mínima de supervivencia de un mes, contando con que se han almacenado agua y alimentos suficientes para ese tiempo. Un depósito suplementario o un sistema de videovigilancia exterior son extras que se pagan aparte.
Según explica Karin Piedje, muchos clientes renuncian a excavar una piscina para construir un búnker. Quienes demandan sus servicios son desde gente adinerada a la típica familia de clase media, y la mayoría se decide por habilitar un refugio blindado en el sótano de su casa o bajo el garaje, aunque hay también quien demanda uno mayor en el subsuelo del jardín en alguna de las localidades satélites de Berlín en la vecina región de Brandeburgo.
Antes de la guerra, los potenciales clientes de BSSD eran mayoritariamente hombres, una tendencia que con el tiempo ha cambiado. Ahora predominan las mujeres, y se apuesta por construir en los jardines o bajo viviendas unifamiliares. Otra variedad son los búnkeres diseñados para representaciones diplomáticas o empresas, en Alemania y en toda Centroeuropa. «Su construcción es básicamente igual a la de cualquier otro producto inmobiliario», destaca Mark Schmiechen, jefe de marketing de BSSD. «Si quieres estar totalmente protegido, y eso incluye un ataque nuclear, siempre hay que construir bajo tierra», explica. Además, habría que instalar el correspondiente sistema de filtrado para eliminar del aire los contaminantes y agentes bélicos.
El interés de algunas personas por tener su propio refugio obedece en parte a que las instalaciones de protección civil quedaron abandonadas en Alemania tras la reunificación del país y el final de la Guerra Fría. La mayoría de las que había hasta entonces fueron demolidas o reconvertidas en edificios de oficinas, residenciales o culturales. Según el ministerio federal del Interior, de los 2.000 fortines bélicos que había antes en Alemania solo quedan 579, con 480.000 plazas. Además, su estado es deficiente, después de que en 2007 se decidiera liquidar todos ante la aparente falta de peligro de guerra.
Una situación que ha cambiado desde 2022, cuando el Gobierno federal ordenó paralizar la venta o destrucción de búnkeres. Ante la amenaza del presidente ruso, Vladímir Putin, a los países occidentales de ataques con misiles por su apoyo a Ucrania, la Oficina Federal de Protección Civil y Ayuda ante Catástrofes (BBK) comenzó a finales de 2024 a elaborar un registro de todos los refugios recuperables, así como de los edificios y construcciones públicas susceptibles de recibir este uso. La BBK inspecciona desde estaciones de metro a garajes subterráneos o sótanos, e incluso construcciones privadas, para alimentar un banco de datos que aprovechará la aplicación para teléfonos inteligentes de la Oficina Federal de Protección Civil, que alerta en casos de catástrofe. La información adicional sobre refugios permitirá a los ciudadanos hallar el más cercano al lugar donde esté en caso de alarma bélica.
Pese a todo, las autoridades alemanas saben que las 480.000 plazas actuales en refugios y las que aún pueda localizar la BBK son insuficientes para un país que suma 85 millones de habitantes. El propio presidente de la BBK, Ralph Tiesler, ha reconocido que nunca antes ha habido «más refugios que para el 3% de la población». Una cantidad ridícula si se compara con la de otros países cercanos a la potencial amenaza rusa. Polonia anunció la pasada primavera que construirá búnkeres y trincheras en su frontera con Bielorrusia y el enclave ruso de Kaliningrado. Pero cuando se trata de defensa civil Finlandia es el ejemplo a seguir. Con una población de 5,5 millones de habitantes, dispone de 50.500 refugios que datan de la Guerra Fría y ofrecen protección a cinco millones de personas. Sólo en los de la capital, Helsinki, hay espacio para 900.000 personas, más de los habitantes que tiene la ciudad.
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