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Mina de los Lores en Linares. ENRIQUE
1921: el año 'maldito' para la producción de plomo
Linares

1921: el año 'maldito' para la producción de plomo

El final de la I Guerra Mundial ocasionó importantes consecuencias económicas en la industria minera de Linares

JÉSSICA SOTO

Linares

Jueves, 6 de mayo 2021, 09:38

El año 21 del presente siglo se recordará en Linares como el periodo en el que aún librábamos (y esperamos que venzamos) la batalla a un virus desconocido y que causó estragos a nivel mundial. Sin embargo, otro 21 pero del siglo XX, también se coló en los anales de la historia de la ciudad minera, precisamente, por las negativas consecuencias económicas que tuvo para las explotaciones mineras de Linares el final de la I Guerra Mundial (1914-1918). Así lo recogieron los miembros del Colectivo Proyecto Arrayanes el pasado mes de septiembre en un relato que publicaron y que lleva por título 'El conejo que después de muerto, salvó una vida'.

Antes de profundizar en el tema, es necesario contextualizar cómo era el Linares de 1921. Había una gran diferencia entre cómo era la vida de la alta sociedad que disfrutaba de los anhelados 'felices años 20' y que se movían entre espectáculos, comercios de lujo y eran los principales clientes de las sucursales bancarias, entre otros servicios pioneros en la provincia, y cómo pasaban los días los mineros y el grueso de la ciudadanía linarense. Para este segundo grupo, la situación se volvía más crítica. «El plomo era un metal de primera necesidad y la I Guerra Mundial ocasionó una gran alteración del mercado que produjo una situación de aumento del paro y encarecimiento del coste de la vida», sostienen desde Proyecto Arrayanes.

Por poner dos ejemplos claros de cómo repercutió en Linares la contienda mundial: Los salarios en Arrayanes se incrementaron de 1914 a 1920 de 0,48 pesetas/hora a 0,71 pesetas/hora, lo que representaba una subida diaria de 3,84 a 5,68 pesetas por jornada. Al mismo tiempo, sufrió una evolución a la alza el coste de los alimentos básicos durante esos años. Algo tan básico como el pan pasó de costar 0,40 pesetas el kilo a 0,60 pesetas, mientras que el aceite sí se mantuvo en 1,5 pesetas/litro. Más notables fueron las subidas de las patatas que duplicaron su precio pasando a costar 0,50 pesetas el kilo o el bacalao cuyo coste también pasó de ser 1,5 pesetas/kilo a 3 pesetas. A estos dos ejemplos, hay que sumar la subida en la cuantía de los alquileres de viviendas, «y el progresivo cumplimiento de la legislación laboral, limitando el trabajo de mujeres y niños en las minas y reduciendo la jornada laboral a las 8 horas, lo que vino a complicar la situación de los trabajadores», sostiene el colectivo minero.

Mina san Vicente. ENRIQUE

Desempleo

La política, casualidades de la vida, tampoco vivía una 'dolce vita' precisamente. El problema del desempleo que generó la minería se instaló en la ciudad acuciado por una inestabilidad política. Según argumentan desde Proyecto Arrayanes, desde el Ayuntamiento de Linares se pidió al Gobierno la realización de caminos vecinales, obras públicas y que aumentase la carga de trabajo en Arrayanes para paliar las cifras de desempleados. A su vez se formó una comisión para presionar al Gobierno en Madrid, «y se planteaba la dimisión al completo de la Corporación Municipal, si no se atendían sus peticiones», explica el Colectivo Proyecto Arrayanes. En ese momento, fue el primer edil por aquel entonces, Gregorio Garzón, el que recurrió al diputado por el distrito, José María Yanguas Messía, «para que intercediera frente a los ministros de Hacienda y Fomento, a favor de Linares», suscribe Proyecto Arrayanes.

A todo esto, el fin de la I Guerra Mundial desencadenó una fuerte crisis en el mercado mundial del plomo porque las naciones involucradas en el conflicto hicieron grandes reservas durante la contienda y, hasta algunos años después, el precio del mineral se mantuvo muy bajo. Tal y como señala en su relato el Colectivo Proyecto Arrayanes, la prensa local destacaba las huelgas de 300 obreros de La Cruz en noviembre de 1920; la de 'brazos caídos' de 800 empleados de Arrayanes en enero de 1921, y otra en la Fundición de La Tortilla, en abril de ese mismo año.

Otra comparación de años que deja al descubierto la crisis que vivió Linares en 1921 se observa en el número de mineros que pasaron a trabajar en las explotaciones. Si en 1917 lo hacían 10.297, en 1921 se emplearon 5.510. Lo mismo ocurrió con la producción de mineral pasando de ser 103.741 toneladas en 1917, a 56.734 en 2021 en todo el distrito Linares-La Carolina. Si bien, el número de minas en activo solo bajó ligeramente, de 61 a 52. La crisis se cebó con las minas más pequeñas que eran propiedad de mineros con pocos recursos y que no tenían capacidad económica para utilizar máquinas que hicieran más rentables sus explotaciones.

«También la sufrieron grandes minas que se habían venido explotando desde hacía bastante tiempo y que, o bien estaban agotadas, o con sus filones empobrecidos como, por ejemplo, la mayoría de las minas que habían explotado las compañías británicas desde mediados del XIX como Alamillos, Cañada Incosa, Los Salidos, Los Quinientos e, incluso, la misma Arrayanes», añade Proyecto Arrayanes.

Sin embargo, y según afirman, la recuperación fue «parcial» porque por esas fechas, la minería del distrito ya había empezado a dar señales de agotamiento, y desde comienzos del siglo XX la zona de Linares había perdido peso a favor de las minas que se encontraban en las inmediaciones de La Carolina y El Centenillo. La innovación fue la 'varita mágica' para lograr revertir un poco la situación. De esta manera, se invirtieron en mejoras técnicas (cables aéreos, perforación mecánica, cámaras de sacos para los humos, sustitución progresiva de máquinas de vapor por máquinas eléctricas…) y se produjo en los años venideros una concentración de sociedades «para aprovecharse de los factores de escala en la producción minera», apostillan desde el colectivo. Algunas de estas sociedades fueron Minas La Cruz, Sociedad Los Guindos o la Sociedad Peñarroya.

Recuperación parcial

Estas circunstancias, junto con la riqueza de los filones del subsuelo, la infraestructura creada desde mediados del siglo XIX con comunicaciones férreas y mediante tranvías y la concentración de la metalurgia del plomo en dos grandes funciones (La Cruz y La Tortilla) son para Proyecto Arrayanes, entre otras, las que permitieron recuperar parcialmente la producción y el empleo cuando se restableció el mercado.

Un siglo después de ese año, 1921, podría ser el presente un buen punto de partida para apostar por el singular patrimonio minero que rodea Linares y su comarca. «Actualmente, aunque la actividad minera ya cesó hace años, las minas podrían volver a socorrer a la sociedad local, ahora en forma de actividad turística y cultural por la 'explotación' del patrimonio minero-industrial que hemos heredado y aún se conserva, desde hace más de cuatro mil años», sentencian desde el colectivo.

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