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MANUEL RODRÍGUEZ ARÉVALO
Lunes, 19 de marzo 2007, 04:25
COINCIDIENDO con la decadencia de Cástulo (arabizada con el nombre de Qastuluna) comienza a formarse la población conocida como 'lugar' de Linares, en torno a un castillo o fortaleza, cuya misión era servir de avanzada de Cástulo, según recoge el investigador Lorenzo Martínez Aguilar en su obra 'La fuente del Pisar. Historia y leyendas de un símbolo linarense'.
Durante la Reconquista, esta fortaleza sirvió de refugio y albergue para el ejército cristiano y fue reconquistado a la vez que Baeza, en el año 1227.
El municipio de Linares no obtiene el título de villa hasta 1565, cuando Felipe II le otorga jurisdicción propia, aunque las Ordenanzas Municipales no fueron ratificadas hasta el 11 de enero de 1578.
Por esa época comenzó a circular por Linares una leyenda que decía lo siguiente: una mañana pasó por aquel lugar un joven jinete que venía cansado por el largo viaje y meditabundo por males de amor, ya que había tenido que ausentarse de su pueblo porque no pudo conseguir la atención de su admirada.
Al poco rato de estar allí, su caballo comenzó a excavar, con sus pezuñas, en la tierra. Cuando se percató el chico de lo que estaba haciendo el caballo le regañó y apartó de la zona. Sin embargo el corcel volvió en su empeño, e incluso con mayor fuerzo, hasta que una de sus pezuñas quedó aprisionada en una pequeña oquedad del terreno.
El jinete saltó en su ayuda y cuando retiró su pata del orificio, que había excavado, comenzó a brotar un manantial de agua fresca y cristalina que desde entonces no ha dejado de manar.
El chico vio en ese detalle una señal y decidió quedarse a vivir en Linares.
Olvidos
En relación a esta leyenda, también hay un antiguo poema que hace alusión a este paraje.
Todo aquel que bebe agua
de esta Fuente del Pisar
olvida a su padre y madre
y a su tierra no va más.
Dicen que las aguas de la Fuente del Pisar tenían propiedades curativas, de ahí el cantar, que repetía que quien las bebe olvida su origen y su familia para quedarse en Linares.
Alguna versión también atribuye a los aledaños de la Fuente del Pisar la posibilidad de que allí pudiera existir, en tiempos remotos, un templo donde se ejercían ritos hacia los dioses clásicos de la Antigua Roma, o incluso de civilizaciones íberas.
Se ha especulado con la existencia de un Linario (alusión al lugar donde se rendía culto a la Luna) por la zona de lo que es actualmente el emplazamiento del Santuario de Linarejos, como lo demuestra los restos arqueológicos aparecidos en el patio del convento del antiguo Santuario.
Volviendo a la Fuente del Pisar, Federico Ramírez recoge referencias a este lugar: «Varias veces, entre otras, por septiembre de 1578 se habían hecho algunas obras de reparación de la llamada Fuente del Pisar; pero en este año, habiéndose logrado limpiarse una gran extensión del antiguo acueducto allí descubierto se hizo un magnífico depósito con cuatro caños que se han conservado hasta hace poco tiempo».
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