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Lunes, 7 de mayo 2007, 05:29
BLANCA Varela, la poeta peruana ganadora de la tercera edición del Premio Lorca de Poesía es motrileña en cuarta generación, según ha descubierto el también escritor motrileño Antonio Peralta. En su libro 'Historia de la Música en Motril', que publicó el año pasado la editorial Alhulia, Antonio Peralta destaca al tenor Juan Pedro Castro Ocete como «la primera voz motrileña importante». De este afamado tenor, cuya actividad artística llevó a fijar su residencia definitiva en Lima, desciende Blanca Varela, su bisnieta, quien dada su avanzada edad -80 años- y su delicado estado de salud no podrá venir a Granada para recoger el Premio Lorca el próximo jueves día 10, galardón que recogerá su hijo.
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Juan Pedro Castro Ocete nace en Motril el 11 de marzo de 1840, según lo confiesa él mismo en una carta que dirige a su primogénita, Francisca Castro Mezquídez, el 9 de marzo de 1916, desde la ciudad de Lima, donde residía. «Quiero tener mi partida de bautismo. Supongo que el registro original estará en la Parroquia. Procura conseguirla; el libro del año 1840 debe contenerla, porque según referencias nací en el mes de marzo de ese año». Añadiendo más adelante: «No he querido contestar antes tu carta porque he querido hacerlo hoy, nueve de marzo, que cumplo la friolera de setenta y seis años».
«Desconocemos, por el momento, los estudios que el joven Juan Castro Ocete pudo realizar en Motril», explica Antonio Peralta, fundador de Juventudes Musicales en Motril.
Al cumplir la mayoría de edad, Ocete entra en el cuerpo de Carabineros reales creado en 1842 para la vigilancia y guarda de costas y fronteras, por cuya razón fue destinado a las Islas Baleares, donde conoce a Antonia Mezquídez, con quien tiene dos hijos, Paca, nacida el año 1861 y Juan, el 7 de marzo de 1864.
Beca y triunfo en Milán
Las casualidades de la vida provocaron que la reina Isabel II, gran aficionada al bell canto, escuchara al tenor motrileño. Rápidamente lo liberó de sus servicios como carabinero para que, gracias a una generosa beca de la Diputación Provincial de Granada, pudiera trasladarse a Italia, donde Castro Ocete realizó los estudios necesarios para dedicarse a este difícil arte.
«Muy pronto -relata Antonio Peralta- el joven Castro Ocete empieza a triunfar en todos los teatros italianos y especialmente en Milán». Sus extraordinarias cualidades le permiten dedicarse profesionalmente al canto y cuando en el año 1867 vuelve a su tierra, lo hace rodeado de la gloria y el triunfo de los grandes divos.
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Ofrece varios conciertos, tanto en Motril como en Granada. El domingo 17 de febrero de 1867 fue para Juan Castro una fecha memorable. Se celebraba en Motril su concierto de despedida.
El éxito de éste y otros conciertos ofrecidos en Motril y Granada por Castro Ocete fue apoteósico. «Tras esta gira por su tierra, Juan Castro vuelve a Milán», apunta Antonio Peralta. Castro permanece en Milán dos años más, trabajando como tenor en una compañía operística italiana con la que llega a Lima el día 25 de junio de 1870 con treinta años de edad, en plenas facultades artísticas y toda la vida por delante.
En España dejaba dos huérfanos, Juan y Paca, nacidos en Manacor (Mallorca), con 9 y 6 años, que quedaron al amparo de sus familiares motrileños, una vez desaparecida su madre. Paca casó con un señor de Granada de quien no tuvo descendencia y Juan permaneció toda su vida soltero, falleciendo la primera en Madrid y el segundo en Motril.
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Éxito tras éxito
Tras la gira con la compañía de ópera italiana, Castro Ocete -que aceptó el cambio de su segundo apellido (Osete) debido a la nueva pronunciación sudamericana- fijó su residencia en Lima tras alcanzar una gran popularidad en el Perú. «Muy pronto llega a constituirse como empresario del Teatro Principal de dicha ciudad, contribuyendo poderosamente al desarrollo del arte lírico y escribiendo algunas zarzuelas que obtuvieron gran éxito», aclara Antonio Peralta.
Durante la segunda mitad del siglo tuvo lugar en toda Hispanoamérica un cambio de orientación en los gustos musicales, decantándose por los espectáculos líricos, lo que originó el auge de la ópera y de la zarzuela. El bel canto llegó a entusiasmar y surgieron empresarios que facilitaban la llegada de compañías extranjeras; incluso las damas de la alta burguesía participaban en algunas representaciones.
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Como tenor, Castro recorrió prácticamente todos los teatros del continente. Del mismo año de su llegada a Lima se conserva una crítica de la interpretación de Rigoletto en Santiago de Chile, cuya puesta en escena pudo salvarse gracias a la actuación del tenor motrileño.
«Al parecer, la interpretación de los principales papeles rayaron en lo ridículo, sin embargo, -añade el rotativo chileno- hubo en tan triste naufragio quienes salvaron con gloria. Castro cantó como nunca había cantado, con voz dulce, llena y expresiva. Las baladas del primer acto y la del último las cantó con toda esa ligereza picaresca del noble cortesano, dándoles, precisamente, la interpretación que el compositor hubiera exigido. El público lo colmó de aplausos repetidas veces con sobrada justicia».
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Un nuevo amor
En Lima conoce a Manuela Antonia Márquez García de Saavedra, poetisa, música y coautora de la primera zarzuela peruana titulada 'La novia del colegial', junto a su hermano, Enrique Márquez García de Saavedra y Juan Pedro Castro.
El escritor Antonio Peralta asegura que en 1873, el tenor motrileño y la poeta peruana tuvieron su primera hija. Así describe el tenor a los miembros de su nueva y numerosa familia americana, en una de las escasas pero extensas cartas que, el 12 de junio de 1909, dirige a su «querida hija Paca». «Con respecto a tus hermanos de por aquí, son cinco mujeres y un hombre. La mayor, Laura, muy buena moza como todas, dicho sea sin modestia, nació el año 1873; es viuda del que fue Gabriel Urbina, hijo del General Urbina, ex presidente de la República del Ecuador. Al esposo lo asesinaron en una revuelta, tiene dos niñas ya señoritas y reside en Quito, capital del Ecuador».
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«Por lo tanto», explica Peralta, «nuestro tenor motrileño emparentó, como consuegro, con el Presidente de la República del Ecuador, José María Urbina y Viteri, quien en 1851 fue designado por los guayaquileños, Jefe Supremo de la República, cargo que desempeñó hasta 1859. Su hijo, Gabriel Urbina Jado, esposo de Laura Castro, había nacido en 1853; casó con Laura en Lima el año 1878 y el 18 de febrero de 1895 fue asesinado. Su viuda volvió a casarse y tener varios hijos más, pero quedó en la miseria, tuvo que hacerse maestra y vivir de la escasa jubilación». Peralta recuerda que otra hija llamada Delia se casó con Nicolás Augusto González, un buen escritor. La siguiente, Ada, se casó con Williams Vergara, distinguido concertista de piano, compositor y notable director de orquesta. Otra, Blanca, se casó con Luis Aurelio Loaysa, jefe de sección en el Ministerio de Justicia y Raquel está soltera. El hermano tiene 29 años. Se llama Enrique; está casado y tiene dos hijos. Es jefe de la Mesa de Parte, Archivo y Biblioteca, una de la secciones más importantes de la Municipalidad de Lima.
En el año 1910, Juan Pedro Castro Ocete sufre un incendio en su casa de Lima, perdiendo prácticamente todas sus pertenencias y documentos y salvando milagrosamente la vida. Pero además de esta desgracia, Juan Pedro tuvo que soportar en Lima los continuos movimientos políticos que se sucedieron continuamente en esta República.
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Nostalgia de Motril
La nostalgia de su tierra aflora en todas sus cartas a su hija Paca. En esta de 1916 dice: «Quiero tener noticias de mi inolvidable Motril; de su adelanto moral, material y comercial; de su intelectualidad artística y política; de mis compañeros y amigos de la infancia, si queda alguno. Si todavía existe el mentidero en el Cerro de la Virgen y en fin de todo aquello que tú creas que pueda traer a mi memoria recuerdos gratos. Dígame, con detalles, si continúan saliendo las procesiones en la Semana Santa, con la prisión de Simón Cirineo, por los Indios, en la Plaza y el entierro de Cristo. Si el 13 de enero va siempre Jesús Nazareno hasta el Cerro de la Virgen y si los barcos detienen su marcha en nuestra bahía, para recibir la bendición del Señor».
Juan Castro y Ocete moriría sin volver a ver su querida tierra: «He procurado varias veces ir a nuestra amada España, no sólo para verte y abrazarte en unión de toda la familia y contemplar extasiado a mi inolvidable Motril, cuna de mis ensueños, donde pasé los mejores días de mi infancia, sino para poder depositar siquiera una modesta flor en la tumba de mis pobres padres que tanto me quisieron».
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Durante los últimos años de su vida fue crítico taurino, preparando un libro en verso para su publicación, firmando con el seudónimo de 'La Tía Grigoria'. Todo Lima conocía a esta singular 'Tía', que vertía en la prensa en décimas de originalísimo corte y en el café 'Roma', donde siempre se veía rodeado de atentos y numerosos contertulios, sus críticas taurinas.
Su memoria era admirable y hacía de su gracejo andaluz tan pródigo y atinado uso, que su charla anecdótica fue muy buscada y sus ocurrencias corrieron de boca en boca.
Saga de escritores
Una auténtica saga de escritores, músicos, poetas, artistas y políticos surgieron en la numerosísima familia formada por el motrileño Juan Pedro Castro y Ocete en el Perú y de la que ya ha desaparecido en la mayoría de los casos el apellido Castro al ser cinco las hijas y sólo uno el hijo habido en su segundo matrimonio.
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Entre ellos están sus nietas Esmeralda González Castro y Emma Castro Pervuli, que adoptaron el seudónimo de Serafina Quinteras y Joaquina Quinteras, por la admiración que sentían por los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.
Ambas produjeron una serie de valses y canciones que lograron mucho éxito como 'El Ermitaño'. Serafina Quinteras es escritora y poetisa, popularizándose sus producciones literarias y musicales en el diario limeño "El Comercio" a partir de 1939. En 1951 editó 'Así hablaba Zaratrusta', libro de poemas humorísticos y otros varios. Esmeralda González Castro o Serafina Quinteras ha trabajado en otros muchos campos y ambas han dejado tras sí otra extensa familia.
La madre tiene 101 años
Esmeralda tuvo varios hijos, entre ellos a la poeta Blanca Varela. Esta es su saga: su hijo Raúl es actor, autor teatral, periodista y poeta, Blanca es una consagrada poetisa galardonada con el Premio Octavio Paz y ahora con el Lorca, Nelly vive en España con sus hijos y la más joven es Maruja. «Esmeralda reside actualmente en Lima y todavía, a sus 101 años, disfruta de la vida, rodeada del amor de su familia», explica Peralta.
Para él, descubrir la ascendencia motrileña de Blanca Varela «ha sido todo un honor y una sorpresa». Le encantaría explicar a Varela la prolífica y talentosa vida de su bisabuelo motrileño, Juan Pedro Castro y Ocete, «una figura que merece ser rescatada del olvido y, como en otros casos similares, debería sumarse al patrimonio artístico y cultural de Motril».
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Además de la figura de Juan Pedro Castro Ocete, el libro 'Historia de la Música en Motril' recoge a otros músicos relevantes que tienen conexiones con la localidad costera, como es el caso de la guitarrista María Esther Guzmán.
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