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Era jueves, 3 de agosto. Un aparentemente día normal de verano de 2017. Por desgracia, no fue así para los habitantes de Segura de la Sierra, que desde las 19:00 horas de aquella jornada centraron su mirada en el paraje del río Trujala, en el monte del Yelmo. Estaba ardiendo.
Un año después, la situación es bien distinta, y en la zona afectada se pueden ver «brotes verdes», según indicó ayer la alcaldesa de Segura de la Sierra, Esperanza Chinchilla. «Esto es gracias al invierno que hemos tenido tan intenso de pequeñas nevadas, y a la primavera con tanta lluvia, que se ha alargado hasta el mes de junio. La zona es muy agradecida, es una zona de penumbra donde se guarda la humedad, lo que hace que poco a poco se vea resurgir la naturaleza por sí sola», recalcó.
Los trabajos que en un principio se realizaron sobre el lugar fueron de emergencia, «para quitar todo lo que podía producir daños personales y materiales», y en una segunda fase se limpiaron los alrededores de los carriles, se hicieron podas, etc. «Ahora mismo se están haciendo sacas de madera de todo lo que se cortó en la zona, y fajinas para la retención de la tierra y de los desprendimientos de roca, ya que es una ladera muy rocosa con peligro de desprendimientos, porque ha sido un año de mucho cambio climático y eso ha dilatado y dificultado mucho el trabajo durante esta primavera en la zona», recalcó Esperanza Chinchilla.
Así, la alcaldesa admite que después del mal trago del incendio han tenido suerte, «al ser una zona en umbría muy agradecida». «En la parte que menos sufrió esas densas temperaturas se ve como intenta resurgir la naturaleza. Se va a dejar que crezca la vegetación por sí sola, y si no después habrá otras actuaciones», apostilló.
El incendio de Segura se dio por extinguido 25 días después de que se originase. Desde las primeras horas eran muchas las voces que se alzaron asegurando que había sido un fuego intencionado. Algunos de los que habían estado sobre el terreno hablaban de que había habido varios focos que habían originado las llamas, incluso se dijo que alguno de ellos no llegó a arder y que se vio como estaba preparado con rollos de papel higiénico.
En este tiempo las fuentes oficiales ni confirmaban ni desmentían. Aseguraban que todos los indicios apuntaban a eso, pero que había que esperar a la investigación realizada por la Brigada de Investigación de Incendios Forestales (BIIF), quien a mediados de mes dio traslado de su informe a la autoridad competente, la Guardia Civil y la Policía Autonómica, que a su vez informarán de sus averiguaciones a la Fiscalía. La Junta de Andalucía confirmó después que el fuego fue intencionado porque «al menos fueron cuatro los focos que originaron este siniestro».
Finalmente no fueron 830 las hectáreas calcinadas, que fue el dato inicialmente proporcionado, y la cifra bajó a 681,44 hectáreas de superficie forestal (590,03 hectáreas de arbolado, 87,64 hectáreas de matorral y 3,77 hectáreas de herbáceo y 5,33 hectáreas de agrícola). «Dentro del perímetro del fuego ha habido islas de terreno donde no llegaron las llamas», explicó el delegado de Medio Ambiente, Juan Eugenio Ortega.
Tras la extinción oficial del incendio el 28 de agosto de 2017, la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio declaró de emergencia determinadas actuaciones forestales de los montes públicos afectados por el incendio.
Los trabajos, iniciados el 25 de septiembre y con un plazo de ejecución de dos meses, contaron con un presupuesto de 150.000 euros. La intervención, que tenía como objetivo garantizar la seguridad de las personas y los bienes, consistió en la retirada y eliminación de los árboles quemados y en la instalación de señalización de seguridad. Las principales zonas de riesgo donde se actuó se localizaron sobre todo en los entornos del sendero de gran recorrido 247 y de la carretera forestal de El Campillo.
Después era el turno del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, que destinó una cuantía de 250.000 euros a la zona afectada por las llamas, unos trabajos que se retrasaron por la «adversa climatología» que por el mes de abril afectó a la provincia.
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