La Feria Ganadera de Vilches rinde homenaje a la mujer rural

En 2018, tres décadas después, Vilches recuperó su vieja feria ganadera. Aunque no pretendía reanudar el antiguo carácter comercial, económico y sectorial de aquellas ferias agrícolas y ganaderas que tanto protagonismo tuvieron hasta cruzar el último cuarto del siglo XX, sí que trataba de evocar tradiciones, recuperar un trozo de historia, agitar la gastada sensibilidad de los tiempos modernos exponiendo acciones y productos perdidos en el sótano de la historia.

La pandemia rompió con el espíritu de recuperación, pero este año la feria ha vuelto y lo ha hecho con esta nueva filosofía amparada en la nostalgia y los aires románticos. Este año el regreso ha servido además para rendir homenaje a la mujer rural, esa mujer invisible que desarrolla una labor impagable, un trabajo mal y poco remunerado.

La iniciativa del Ayuntamiento está íntimamente relacionada con el aceite, el cerdo y la trashumancia, elementos del sector productivo ligados a la economía del pueblo. La feria ha contado con expositores de ganado, muestras de útiles antiguos, exhibición de aparejos de mulos, degustación de carne de cerdo, rutas senderistas por dehesas y talleres de miel, jabones, quesos, cata de aceite y enseres con madera de olivo.

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Mención especial para las ovejas trashumantes, esas que parten cada año de la Sierra de Albarracín (Teruel) en busca de los prados andaluces de La Carolina y Vilches. 3.000 ovejas que, después de vencer 500 kilómetros a pie, alcanzan la dehesa vilcheña con la esperanza de encontrar una vegetación que en las últimas ediciones está siendo pobre por la ausencia de lluvia.

Durante la feria se realizó una exhibición de los trabajos del esquilador que aplica su destreza manual sobre la población ovina. Los escolares que asistieron a la feria pudieron admirar el trabajo de los expertos cortadores de lana. A los niños se les explicó que se trata de una actuación necesaria para mantener a las ovejas saludables y felices: «La esquila se realiza para reunir y vender la lana, pero sobre todo para quitarle a la oveja ese grueso abrigo que podría darle demasiado calor en verano. Es un trabajo muy difícil que requiere una confianza, habilidad y fuerza que solo un profesional puede realizar. En caso contrario se podría estresar a la oveja, lastimarse o arruinar la lana».