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JOSÉ ANTONIO GARCÍA-MÁRQUEZ
QUESADA
Domingo, 6 de abril 2025, 14:02
A sus 97 años José Guirado Bustos disfruta de una lucidez y una vitalidad tan insultantes, que cada día recorre varios kilómetros para acudir a lo que él llama 'su terrenillo', cuidar el huerto y echar de comer a sus animales. Este agricultor quesadeño, que nació el año en el que Alexander Fleming descubrió la penicilina y que recibió este sábado de manos de la alcaldesa Yolanda Marcos el Premio Zabaleta de Sociedad y Dedicación Rural «por una vida de trabajo incansable en el campo», se ha convertido en el hombre más popular de la ciudad de la sierra.
Los premios se suelen otorgar a personas e instituciones que destacan en los ámbitos empresariales, literarios, artísticos, económicos o educativos. Con los reconocimientos se realzan valores solidarios, actuaciones que permiten mejorar la calidad de vida de otras personas. En el caso de José Guirado, su Zabaleta del Año premia la lealtad, amor, entusiasmo, coraje, convicción, principios.
La regidora de Quesada lo expresó en la Casa de la cultura durante el acto de entrega de la estatuilla en bronce de 28 centímetros, que llevan la firma del escultor onubense Alberto Germán-Franco, con el que se le premiaba a él y se reconocía la contribución a la vida de una generación de quesadeños: «Han trabajado con denuedo y lo siguen haciendo, luchando contra las adversidades para darles a sus hijos un futuro con el que ellos ni soñaron. En el caso de José Guirado estamos ante un trabajador dedicado al cultivo del campo para sacar adelante a su familia, un aceitunero activo, de 97 años, reflejo del gran motor de la economía de Quesada que es la agricultura».
Con el patio de butacas del centro cultural lleno, arropado por su numerosa familia, José recibió el premio y también una ovación larga, sentida, cálida de quienes contemplaban con admiración la presencia del hombre que es un ejemplo de fe en la vida.
Para José acudir cada día a su terrenillo representa su medicina más natural, porque la otra no la necesita: «No me he conocido malo, no sé lo que es pasar un día en la cama». El agricultor quesadeño, que se ve centenario porque anda a las puertas de serlo, reconoce que su vida ha sido dura: «Éramos doce hermanos, a mí desde los ocho años me tocaba llevar las cabras al monte. Pasamos fatigas, pero salimos adelante. Mi mayor pena la muerte de mi mujer con la que estuve casado 63 años. No hay día que no sueñe con ella».
Y mientras el tiempo pasa, José, buena vista, grácil de piernas, transita cada día desde el pueblo a su casa en el campo: «Cargo con la edad, pero voy alegre y contento. Llevo subiendo los últimos 37 años. En el terrenillo me esperan mis tomates, mis pimientos, los animales. Allí riego, doy de comer, me invento cosas. Mi familia lo es todo, pero el campo contribuye a que sea feliz».
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