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Las mascarillas no ocultan las caras asustadizas. Hay risas, pero también algo de temor. Por distintos motivos, eso sí. Entre los adolescentes que inician Primero de ESO, por entrar al instituto, «un salto»; entre algunos padres que les han acompañado, porque todo vaya bien y el curso sea lo más normal posible pese al coronavirus. La normalidad en realidad es ya una batalla perdida, al menos la vieja. La 'nueva' incluye mascarillas en clase, gel hidroalcohólico y toma de temperatura al entrar en el centro, circuitos de ida y venida señalizados en el suelo, distancia de seguridad, trozos del patio asignados a cada curso, grupos burbuja, pantallas de metacrilato en los despachos y mesas y, en muchos casos de los más mayores, semipresencialidad. Estar y no estar. Una suerte de paradoja del célebre Gato de Schrödinger, el experimento sobre mecánica cuántica con el felino vivo y muerto dentro de una caja cerrada al mismo tiempo, al no poder saber sin abrirla si se había tomado o no un veneno que había en su interior. El estudiante que va a clase y da clase telemáticamente a la vez.
«Teníamos ganas ya de venir. Hay que estudiar y hay que hacer cosas, porque madre mía», exclama Rocío Moreno, alumna del IES Medina Rivilla, colocada en la fila junto a sus compañeras. La vuelta se hace gradual durante la semana, para coincidir los menos alumnos posibles hasta 'hacerse con el protocolo'. ¿Miedo de volver? «No, miedo no. Tenemos nervios. También porque es la primera vez y nos da cosa, de estar en el colegio a ir de golpe al instituto con todo esto es muy raro», apunta, apostillando un muy maduro «no hay otra, tienes que hacer algo con tu vida».
«Estaba muy nerviosa. Han sido muchos meses desde que acabó marzo y ya tenía ganas de reencontrarse con sus compañeras y hacer algo», explica Patricia, madre de Rosa, que empieza la ESO. «Yo estoy bastante tranquila. Nos hemos ido todo el verano de vacaciones, a la playa, a la piscina, y ahora vamos con el miedo de meterlos en el colegio. Yo creo que más seguros que en los centros educativos no están en ningún sitio. En mi casa no les pongo el termómetro a ver si tienen fiebre. Creo que está bastante bien controlado».
Las medidas de seguridad son extremas. En una cola aguardan los alumnos para entrar y al final de la misma, ante una de las puertas del centro, aguarda Pedro Javier L., coordinador Covid del IES María Bellido de la localidad bailenense, armado con un termómetro y gel. Uno a uno van entrando tras medirle su temperatura y desinfectarle las manos, mientras él insiste, con relativo éxito, en que guarden la distancia en la cola. E incluso se pone muy serio por momentos. «Tú, la mascarilla bien, la próxima que te asome por debajo de la nariz, 15 días a tu casa», advierte con la expulsión. Es el primer día. Es lo que toca.
Pero ¿cómo será la vida en el centro? ¿Cómo serán las clases? La Junta ha dado flexibilidad a cada centro y hay multitud de modelos, aunque la mayoría ha optado por desdoblar clases y separar a los alumnos en las aulas en la medida de lo posible hasta tercero de ESO y a partir de ahí y Bachillerato y FP por la semipresencialidad, con diferentes fórmulas. Es el caso del IES María Bellido. Los estudiantes mayores irán a clase tres horas al día y las otras tres las darán de forma telemática. «Estamos haciendo todo lo que está en nuestra mano. Creo sinceramente que el centro es muy seguro. Esta situación requiere que no haya grupos numerosos y se mantengan las distancias. Con las ratios que tenemos en todos los institutos eso no es posible, con 30 o 35 alumnos en las aulas que tenemos. Hemos optado por un modelo mixto. Los niveles más bajos de edad y con dificultades para la conciliación familiar los hemos desdoblado. Por ejemplo en Primero de cuatro grupos hemos conseguido llegar a seis y ninguno pasa de 20 alumnos. Esos se mantienen en aulas normales», explica su director, Alfonso Cañuelo.
«Para los mayores, cuarto de ESO y Bachillerato, es semipresencial, y FP, que son pocos, presencial, que es lo mejor. Optamos por partir los grupos de 35 en dos mitades. Pensamos en que vinieran unos una semana y otros la otra semana, pero hemos elegido que la primera mitad venga las tres primeras horas y la otra las tres últimas, con el recreo entre medias, y alternando cada semana. Así no desconectan del centro y los padres nos lo habían planteado como lo mejor», subraya. Entre turno y turno se limpiarán las clases, con 3 trabajadoras, 2 más de las que había. Además, da tiempo a que no se crucen y la ratio del patio del recreo baja considerablemente solo con los más pequeños, repartido además por espacios por cursos para no mezclarse y mantener lo que se ha dado en llamar «grupos burbuja».
Hasta el 21 de septiembre, día en el que finaliza la reincoporación gradual en los institutos de Jaén, volverán a clase 69.735 alumnos de ESO, Bachillerato, Ciclos Formativos, Formación Profesional Básica, Educación Permanente de Adultos y Artísticas elementales y profesionales de la provincia se incorporan en 367 centros.
El inicio del curso sigue envuelto en polémica. Ayer CCOO Enseñanza advirtió de que se hace «sin las medidas necesarias» contra la pandemia y alentando a una huelga educativa para el viernes, convocada por sindicatos de la enseñanza y por asociaciones de padres, madres y estudiantes.
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