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Familia y autoridades durante la inauguración del mausoleo en honor al artista. :: IDEAL
Juanito Valderrama, el eterno emigrante
Provincia-Jaen

Juanito Valderrama, el eterno emigrante

Es el hijo más universal del pueblo de Torredelcampo

MANUEL MADRID

Sábado, 6 de marzo 2010, 02:37

Antonio Burgos dijo de él que era un cantautor «a la medida de las hambres de la postguerra». Hablaba de Juan Valderrama Blanca, un hombre nacido en Torredelcampo el 24 de mayo de 1916 en el seno de una humilde familia de campesinos apodada 'Los Cenizos'. Cuentan que desde niño, mientras trabajaba en el campo con sus padres, gustó de cantar flamenco -al que su familia era muy aficionada- y que su pasión artística se tradujo en varios intentos de fuga, para huir de la miseria de su tierra natal. No fue hasta 1934 que obtiene el necesario permiso paterno para subirse a un escenario y cantar con 'La Niña de la Puebla': y desde ese momento, cambió su vida, debutando el 2 de diciembre de 1935 en el Cine Metropolitano de Madrid.

La Guerra Civil -que como toda guerra es ocasión de sufrimientos pero también de oportunidades- lo llevó a alistarse a un batallón anarquista, pero pronto dejó las armas para dedicarse a las labores artísticas que entretenían a la tropa en los frentes. Contratado por la compañía de Pepe Marchena, actuó en los pueblos más importantes de la retaguardia jienense y cuando terminó el conflicto, era ya tan conocido por sus grabaciones que funda compañía propia y pese a su militancia política durante la guerra, puede desarrollar su carrera artística sin ser molestado por las autoridades franquistas.

Su carrera, sólidamente construida en muchos años de esfuerzo y constancia, y su voz plenamente adaptada a los requerimientos del flamenco, le hicieron un pronto hueco entre las clases populares. Y en 1959, cuando las regiones más pobres de España se desangraban en la riada de la emigración, su canción 'El emigrante' logró remover los sentimientos más hondos de todos los desheredados del país, que se marchaban a Cataluña, Alemania o Suiza en busca de las oportunidades que sistemáticamente se les negaban en sus lugares de origen y tarareando esa copla de Valderrama. La leyenda cuenta que terminó la letra de la canción en Tánger, después de actuar delante de un nutrido grupo de españoles, entre los que había cientos de exiliados, muchos de ellos de Torredelcampo o compañeros de fatigas en las filas republicanas.

En Torredelcampo

Más allá de su vida artística, de su vida personal, de su significación flamenca, Juanito Valderrama fue siempre un hijo de Torredelcampo. Por eso, cuando la muerte lo sorprendió -por suerte ya viejo y ya reconocida por todos su aportación vital a la cultura española del siglo XX- en Espartinas el 12 de abril de 2004, todos sus allegados tenían claro que Juanito tenía que volver, despojado ya de la gloria y de la fama, para descansar junto a sus padres en el pueblo que lo vio nacer. El 14 de abril lo despidieron en Torredelcampo los consabidos políticos -que no se pierden una foto, claro-, artistas, toreros, cantaores... y sobre todo una silenciosa y emocionada multitud compuesta por miles y miles de personas, que siguieron el féretro cubierto con la bandera de Andalucía y un sombrero cordobés, santo y seña del cantaor en su larguísima vida profesional.

Torredelcampo, claro, se volcó con su hijo predilecto. Pero los torrecampeños tuvieron claro desde el primer momento que había que levantar un homenaje imperecedero en honor de Valderrama, una muestra de agradecimiento y gratitud que no fuese portada de un día y luego pasara a las hemerotecas del olvido. Surgió así la idea de levantar un mausoleo monumental que acogiera los restos de Valderrama. Los cementerios de Jaén no son pródigos en esta clase de obras, verdaderos monumentos que superan lo meramente funerario. Eso resalta más el valor de la apuesta realizada por el Ayuntamiento y el pueblo de Torredelcampo.

El 14 de octubre de 2004 el Ayuntamiento hace público el concurso de ideas para la erección del monumento, en el que por expreso deseo del cantaor figuraría para siempre el epitafio: «En mi tumba no se llora, aquí se ríe y se canta desde el alba hasta la aurora». Algo más de tres meses después, a finales de enero de 2005, el Ayuntamiento anuncia que los artistas locales José Galiano y Antonio Quesada han ganado el concurso convocado, con una obra titulada 'El ala de un sombrero'.

Junta de Andalucía, Diputación Provincial, Ayuntamiento, familia, amigos, torrecampeños de toda condición... todo el mundo contribuye con lo mucho o lo poco que puede para hacer realidad el homenaje a Valderrama. Y así llegó el 12 de abril de 2007.

Juanito en la luna

En el IDEAL del viernes 13 de abril, Mónica Lopera nos cuenta desde Torredelcampo que Juanito Valderrama ha quedado inmortalizado «con cara de profundo sentimiento al cantar y su inseparable sombrero cordobés». El monumento, solemne y hermoso, no deja de tener su vena humorística, tan apropiada, por otra parte, para recordar a un hombre esencialmente vitalista como fue Juanito Valderrama. Y es que en él, detrás de la figura del artista, que se yergue hacia los que lo miran, rompiendo en dirección al mundo ancho una copla en su garganta de bronce, se levanta una gran luna: los artistas querían que Juanito se levantará sobre la luna para hacer bueno el dicho popular de Torredelcampo, que afirman que cuando Armstrong puso un pie en la Luna ya había en ella un torrecampeño.

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