Miércoles, 17 de noviembre 2021, 00:42
El más excelente. Ese es Pedro Villalba González (Granada, 18 de agosto de 1999). La Sociedad Española de Excelencia Académica (Sedea), que hace un ranking nacional de todas las disciplinas universitarias, sitúa a Villalba como el mejor graduado en Física del país. Estudió su titulación ... en la Universidad de Granada (UGR) –excepto tercero, que cursó en la University of British Columbia (Vancouver-Canadá)– y ahora ha regresado a la institución canadiense para cursar un máster y desarrollar su doctorado. Este joven es un gran estudioso que sabe que sin esfuerzo no llega nada. Es detallista al milímetro.
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Terminó la carrera de Física en la Universidad granadina con una media de 9,23 sobre 10. Las matrículas de honor son las calificaciones más frecuentes en su expediente. Solo ha tenido dos aprobados en toda la titulación, uno en primero y otro en segundo, en Química y Métodos Matemáticos.
Desde Vancouver, se declara muy contento y orgulloso de estar el primero en el ranking en su especialidad. «Es un aliento para seguir, especialmente en días que uno piensa que no sirve para esto. Pero solo acabo de empezar a aprender. Tengo la suerte de haberlo hecho siempre a hombros de gigantes y espero que siga siendo así. Creo que la ciencia no es competir con otros, sino todo lo contrario; al final, hoy en día la Física no la hace un erudito en su despacho, sino colaboraciones de muchos científicos ayudándose y sacando lo mejor de ellos mismos».
El ranking Sedea no solo tiene en cuenta la nota media del expediente, sino otros aspectos, como matrículas de honor, idiomas, becas de investigación, publicaciones, estancias en el extranjero, etcétera. Villalba habla perfectamente inglés y quiere mejorar en francés.
Durante la carrera ha hecho prácticas, a su vuelta de Vancouver, en el CIC Nanogune, aunque de manera remota. En cuarto de grado disfrutó de la beca de colaboración del departamento de Física Teórica, bajo la supervisión del profesor Bert Janssen. Y no olvida el premio del grupo especializado de Física de la Materia Condensada de la Real Sociedad Española de Física bajo la supervisión de la profesora Blanca Biel. «Estas dos oportunidades me reforzaron en mi idea de querer dedicarme a la ciencia. Me hicieron aprender mucho de mis dos supervisores y darme cuenta de todo lo que me queda por aprender», relata.
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«He tenido la suerte de tener un ambiente inmejorable para poder dedicarme única y exclusivamente al estudio. Tener buena salud mental y una situación personal idónea es muy importante. Por suerte lo he tenido y sin estos aspectos no estaría aquí», agradece.
«Eso sí, no ha sido todo un camino de rosas. Ha habido muchas (demasiadas) noches de estudio, semanas durmiendo tres-cuatro horas diarias, muchos cumpleaños a los que no he podido ir, comidas familiares que me he perdido, etcétera. En definitiva, muchos sacrificios que hacen que uno se cuestione a lo largo del camino si de verdad merece o no la pena el empeño», admite.
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Su entorno ha sido fundamental en los años de carrera. «Sin mis amigos de la carrera no estaría donde estoy. Sin esas noches de estudio con ellos, esas tareas que compartíamos y esas conversaciones profundas (y no tan profundas) no creo que hubiera acabado la carrera». Agrega que aunque la formación técnica se aprende en las aulas, «sin las aptitudes sociales y conexiones necesarias uno no va a ningún lado».
Y entre sus reflexiones deja otra sobre la importancia de la curiosidad para seguir aprendiendo. «Creía que cuando acabase la carrera sabría muchísima más Física de la que sé hoy día y que sería capaz de entender publicaciones científicas de casi cualquier rama de la Física. Pero nada más lejos de la realidad: cuanto más tiempo pasa tengo la sensación de que sé muy poco. Según mis profesores, esto sigue siendo así toda la vida».
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Villalba, que tuvo que renunciar a aficiones para conseguir este gran currículum académico, está haciendo un máster en la University of British Columbia, donde si todo va según lo previsto hará también el doctorado. Los programas de posgrado en Canadá funcionan de manera un poco distinta a como lo hacen en España. «Una vez que te admiten en el máster va implícito que, si quieres, vas a hacer la tesis en esa universidad y probablemente con el mismo supervisor».
El programa en el que está solo le obliga a hacer cuatro asignaturas en dos años –no es ni un cuatrimestre de lo que se cursa durante el grado en España– y el resto del tiempo lo dedica a la investigación y a ser 'teacher assistant', algo así como el profesor de problemas de asignaturas de grado. «Estoy trabajando en el grupo de Cosmología Observacional bajo la supervisión del profesor Gary Hinshaw, e intentando aprender a ser científico», sentencia.
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Le encantaría dedicarse a la Física, a poder ser en España. «Durante el grado mi profesor de Mecánica Cuántica en cuarto me dijo que, si quería dedicarme a la ciencia, no tenía sentido preguntarme qué quería hacer de aquí a cinco/diez años, sino que tendría que ponerme objetivos más pequeños en tiempo e ir cumpliéndolos. Lo único que tengo claro ahora mismo es que quiero terminar el máster y hacer la tesis en Canadá. Pero España se echa bastante de menos».
En primero de bachillerato estuvo en Winnipeg, Manitoba-Canadá, con una beca Amancio Ortega. En sus estudios actuales, su programa está financiado enteramente por la University of British Columbia, de la que recibe un sueldo por trabajar a tiempo completo como investigador, pero también puede buscar becas externas para cubrir otros gastos. «Ahora mismo estoy preparando la solicitud de la Beca de la Fundación La Caixa y buscando alguna otra que haya aquí en Canadá», explica.
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Es partidario de una universidad gratis y accesible para todos en el grado. «Los estudiantes de máster/doctorado necesitan financiación y no tener que estar peleándose como lo hacen ahora por una FPI/FPU, con condiciones muy precarias y con una competencia insana, que hace que mucha gente muy válida para la investigación no pueda acceder a plazas así», sentencia con referencia a España.
Al ser preguntado por los sistemas educativos de Canadá y España sostiene que «sería difícil elegir. Con respecto a conocimientos técnicos en España ganamos por goleada. Muchas asignaturas que en Granada se imparten a nivel de tercero/cuarto de grado aquí se hacen a nivel de máster/doctorado y con muchísima más profundidad. Pero creo que pecamos de estar un poco anticuados: laboratorios de prácticas que los profesores que imparten las asignaturas ya usaron durante sus estudios, ordenadores que usan Windows 2000, etcétera. En Canadá nos ganan en el aspecto práctico y en cómo se involucran los estudiantes con la universidad. Durante el grado es muy común que estudiantes se acerquen a profesores para pedirles puestos en sus laboratorios como aprendices».
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A muchos kilómetros de su casa, Pedro Villalba admite que le encantaría vivir en Granada. «Pero por lo que tengo entendido el proceso para hacer un post-doc en Granada (y en España en general) es muy competitivo. Me encantaría poder volver directamente cuando acabase el doctorado, pero seguramente el plan tenga que ser un poco a más largo plazo», reconoce.
Desde otro país seguirá los carnavales de Cádiz, cuando pueda porque le gustan mucho, y la política. Otros hobbies antiguos los ha perdido un poco durante la carrera y ahora en Vancouver por la falta de tiempo. «Al final, el poco tiempo libre que tengo lo he preferido invertir en estar con mis amigos y con mi familia», concluye este brillante joven granadino.
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