El investigador granadino posa ante un volcán..

De Granada a Islandia para investigar el riesgo volcánico

Tras estudiar Ingeniería Informática en la UGR y hacer su tesis doctoral, Manuel Titos participa en novedosos proyectos internacionales de investigación y monitorización de volcanes

Martes, 22 de febrero 2022, 00:40

Durante la carrera trabajó en su pueblo, Píñar, en la construcción y en la aceituna. Tras terminar su titulación, máster y doctorado en la Universidad de Granada (UGR), Manuel Marcelino Titos Luzón está empleado en la Agencia Meteorológica Islandesa (Reykjavík). De la comarca de Los ... Montes granadinos ha viajado al país insular con volcanes y campos de lava espectaculares. Está especializado en la investigación de vulcanología computacional. Escucha y analiza lo que dice la Tierra.

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Como investigador postdoctoral en Reykjavík, empezó en un proyecto europeo, ChEESE, centrado en la vulcanología computacional. Ha utilizado la supercomputación para modelar y evaluar a corto y largo plazo, usando complejos modelos numéricos, los riesgos e impactos volcánicos asociados con la dispersión y la concentración de nubes de ceniza procedentes de erupciones explosivas a diferentes niveles de vuelo y en el suelo, así como la evolución de la columna eruptiva. En España con el volcán de La Palma estos últimos meses se han utilizado y popularizado muchos estos términos.

Estudió Ingeniería Técnica Informática de Gestión (2010) e Ingeniería en Informática (2013) en la UGR. Cuando hizo el máster también estuvo de prácticas en la empresa Veridata S. L. (La Zubia). Le ofrecieron unirse a su plantilla, pero se decantó por seguir con el doctorado. La tesis doctoral la empezó en 2014 y terminó en 2018 en el departamento de Teoría de la Señal, Telemática y Comunicaciones de la UGR. Se la dirigieron las profesoras María del Carmen Benítez Ortúzar y Luz García Martínez.

Una vez terminó el doctorado, estuvo contratado como investigador postdoctoral por la UGR en el proyecto Knowaves, liderado por los profesores Carmen Benítez y Jesús Ibáñez, mientras encontraba un contrato postdoctoral fuera de España. Al poco tiempo, empezaron a salirle oportunidades en Estados Unidos, Francia, Irlanda e Islandia. «Teniendo presente lo que Islandia supone para un amante de la naturaleza como yo, el atractivo del proyecto al que me incorporaba y la recomendación de mis directores, no tuve dudas. Me vine a Islandia y aquí sigo», recuerda. y Está «súper contento», porque ha encontrado «un grupo con una calidad humana y científica excepcionales».

A esta situación personal se suma que está desarrollando líneas de investigación que para él son «muy atractivas a la vez que útiles para la sociedad, y cogiendo experiencia en el manejo de tecnologías de última generación. Además estoy ampliando mi networking científico-profesional conociendo investigadores de talla mundial y trabajando en proyectos que a mi entender tendrán una importante repercusión a corto plazo, dadas las circunstancias climáticas y naturales que acontecen».

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Este salto a Islandia venía avalado por su experiencia previa en entornos polares o casi polares. Estuvo tres meses en Canadá (Sherbrooke) y otros tres en la Antártida (XXX Expedición Científica) durante su doctorado. «Las condiciones climáticas ya las conocía. Pero Islandia es un país con costumbres distintas a las nuestras. Y eso se acusa», puntualiza.

Titos pudo continuar investigando en su área, que no es fácil. «Tuve la gran suerte de encontrar un sitio de enorme prestigio internacional, donde sin abandonar la línea del riesgo volcánico y la inteligencia artificial, puedo seguir desarrollando nuevas líneas de investigación y crecer científicamente participando en novedosos proyectos de investigación a nivel internacional y trabajando con tecnologías de última generación en la monitorización de volcanes», relata mientras recuerda que para llegar a Islandia el doctorado fue primordial. Defiende que para llegar a la Universidad es fundamental una buena educación primaria y secundaria. Confiesa también que los idiomas no han sido su fuerte. En la tesis fue cuando mejoró el inglés y en Islandia lo está haciendo su segunda lengua.

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Vive en la capital de Islandia, en Reykjavik, cerca de la Agencia Meteorológica. «Y vivo cerca por un motivo: cuando hace mal tiempo, que es casi siempre, llegar rápido a mi trabajo», matiza. «El día a día aquí es monótono, sobre todo en invierno. Durante la semana, voy a trabajar y al volver a casa voy a las piscinas a relajarme. Si hace mal tiempo me quedo leyendo o viendo algún documental. Los fines de semana suelo quedar con algunos amigos para cenar y ver el fútbol. En el verano islandés, cuando no nieva tanto y hay más luz, suelo viajar los fines de semana. Solemos ir al este, sur y tierras altas del país, que es dónde mejor conexión hay por carretera», describe.

¿Quiere volver a Granada? «Profesionalmente estoy donde quiero estar. Aquí estoy creciendo científica y profesionalmente. Pero yo soy andaluz, añoro mi familia, mi tierra, mis amigos, mis costumbres. Estoy trabajando mucho para algún día poder volver y ofrecer todo lo que he aprendido a futuros profesionales. Es una ardua tarea, todavía estoy lejos. Pero algún día me gustaría volver y trabajar donde me formé, en la UGR», confiesa.

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Aún le queda un tiempo de ayudar a las personas que se resbalan en el hielo en Islandia y de tener cuidado cuando abra las puertas del coche porque el fuerte aire se las puede llevar.

Su experiencia en la Escuela de Informática y Telecomunicaciones granadina fue «extraordinaria» y, aunque elegir una carrera es «muy personal», la recomienda. «Puedo decir que parte de lo que soy se lo debo a la UGR. Si tuviese que ponerle una nota le pondría un 9.5. Quizás no pondría el 10 porque a veces no se dispone de la financiación necesaria para formar a los alumnos en tecnologías/técnicas de última generación, pero la autosuficiencia adquirida sitúa a sus egresados a un alto nivel, capaces de adquirir este conocimiento rápidamente», valora.

Manuel Titos, trabajando junto a su jefa en el proyecto en Islandia.

«Los proyectos de Inteligencia Artificial y el acelerador hacen justicia a la trayectoriade la UGR»

Manuel Titos Luzón no está desvinculado de los temas de actualidad granadina. Comenta desde Islandia que los proyectos en torno a la Inteligencia Artificial y el acelerador de partículas hacen justicia a la trayectoria científica y profesional de la Universidad de Granada y sus egresados. «En Granada tenemos una fantástica comunidad universitaria, liderada por investigadores de talla mundial», recuerda.

«Para mucha gente de la provincia e incluso de la comunidad autónoma, la UGR y Granada como ciudad son famosas por sus Erasmus, sus tapas y la Alhambra. Muy poca gente sabe que la Universidad granadina es un referente en muchas áreas del conocimiento, como por ejemplo, que ha sido responsable del seguimiento sísmico desde el año 86 en las islas Shetland del Sur en la Antártida, es la responsable del Instituto Andaluz de Geofísica, es parte importante del Instituto Interuniversitario Andaluz en Data Science and Computational Intelligence (DaSCI) y entre sus investigadores se encuentran algunos de los más citados a nivel mundial, habiendo desarrollado áreas y líneas de investigación pioneras», destaca con orgullo a miles de kilómetros de la tierra en la que se ha formado.

Añade: «Estos grandes proyectos serán un pilar fundamental en el crecimiento industrial y económico de la provincia y la región, brindando trabajos de alta cualificación e internacionalizando la ciudad de Granada como referente tecnológico nacional».

En otro orden de cosas, sobre la brecha tecnológica generacional sostiene que «la tecnología es una herramienta al servicio de la sociedad y del planeta. Por tanto, nunca puede ser exclusiva. Nos encontramos en un periodo de transición tecnológico, puesto que coexisten generaciones que hemos crecido con la tecnología y generaciones que no tuvieron esa oportunidad. Para quienes no tuvieron esa oportunidad, el problema no es tanto la dificultad, sino la seguridad. Lo más importante es la educación o formación», argumenta.

«Hay falta de sensibilidad con los mayores. Ellos corresponden a una generación en la que no tuvieron nada y a la que le debemos todo. Merecen la opción de elegir y de sentirse integrados. Estoy seguro de que con la formación adecuada serían capaces de usar la tecnología de forma eficaz, aunque se debería respetar que decidan no usarla y seguir ofreciendo servicios que los mantengan integrados y los hagan sentir parte de la sociedad», zanja.

A. G. Parra

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