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David García, Juani Bermejo, Stephanie Marie Coo y Mattia Bramini, de izquierda a derecha y de arriba abajo.
Investigación en la UGR: Hijos e hijas de la diosa de la Sabiduría

Investigación en la UGR: Hijos e hijas de la diosa de la Sabiduría

Excelencia. El programa Athenea3i ha fichado a veinte científicos, de los que 16 continuan en Granada con un sueldo de 4.300 euros mensuales, los mejor pagados en el panorama europeo

Andrea G. Parra

Granada

Domingo, 4 de julio 2021, 23:53

Investigadores en lo más alto de la excelencia. Hijos e hijas de la diosa de la Sabiduría, Athenea, consiguieron una plaza en el proyecto europeo del Programa Horizonte 2020, que pertenece a la modalidad 'Marie Skłodowska-Curie-Co-funding of regional, national and international programmes', que lleva precisamente el nombre de la deidad griega, Athenea3i. Comenzó a ejecutarse en la Universidad de Granada (UGR)en 2018 y 2019.

El programa Athenea3i ofrece un total de 20 contratos de investigación (4.300 euros mensuales), distribuidos en dos convocatorias, 10 en cada una. La duración de cada contrato es de 36 meses. Los veinte investigadores seleccionados procedían de España, Italia, Túnez y Filipinas. Hubo 179 candidatos. Hoy son en la UGR 16 investigadores. Los cuatro que ya no disfrutan este programa continúan en la UGR con otros contratos. El principal objetivo es atraer investigadores excelentes, cualificados y de gran talento para mejorar la excelencia científica en la UGR.

Cuatro de los investigadores excelentes, que ya contaron sus proyectos a finales de 2019 en un reportaje en IDEAL, repasan ahora, dos años después, sus meses de trabajo en la UGR, marcado por una pandemia. No obstante, han seguido trabajando con sus redes internacionales y han abierto líneas de investigación.

«Con nuestros proyectos hemos fomentado la internacionalización y su interdisciplinaridad»

David García Burgos, que se formó en la UGR, regresó con un contrato investigador de este programa en septiembre de 2018. Venía de la Universität Freiburg (Suiza). Su línea de investigación se centra en la psicopatología experimental traslacional en trastornos alimentarios. Desde 2018 divide su tiempo en la UGR en dos etapas. Una inicial antes de la pandemia, con el desarrollo óptimo de los objetivos de investigación. La segunda es de pausa y ralentización del programa experimental. «La pandemia ha causado una interrupción en la recopilación de datos, e incluso la suspensión total de eventos importantes como el Simposio Internacional de Trastornos Alimentarios, que estaba programado celebrar en Granada este año», detalla.

García Burgos, a través de su experiencia con la participación en centros de investigación e investigación en anorexia nerviosa, ha atraído a investigadoras internacionales a la UGR. También ha dado lugar a su participación en comités de tesis y la codirección de estudiantes de doctorado. Asdemás, ha fomentado en sus proyectos la internacionalización y su inter disciplinaridad.

García Burgos tiene una abultada carpeta científica y personal. El impacto de las alteraciones del gusto y el olfato en pacientes que han sufrido el coronavirus, en la conducta alimentaria, abren una nueva ventana. «Nos va a permitir una mejor compresión de la relación entre la percepción sensorial y la ingesta de alimentos. Estoy barajando nuevos retos de investigación en esa dirección, con nuevas líneas y búsqueda de financiación».

La pandemia llevó al cierre de los laboratorios en marzo de 2020 durante el estado de alarma y dinamitó la planificación anual de recogida de datos y actividades de movilidad internacional. Por otro, las diferentes olas de coronavirus interrumpieron, por ejemplo, el reclutamiento de pacientes con la suspensión de la atención en consulta. «Hemos compensado estas dificultades potenciando la línea de investigación animal sobre el desarrollo de un modelo de cogniciones disfuncionales y evitación de alimentos calóricos en roedores durante este último año. A todos estos retos hay que sumarle la docencia online, los retrasos en la llegada de material experimental... Y afortunadamente –su gran alegría- un nuevo integrante en la familia: Enzo (que nació en junio 2020). Confío en que la vacunación y las medidas sanitarias nos permitan volver a una relativa normalidad».

Este investigador no duda en decir que «mi tiempo en la UGR ha sido reconfortante» y añade que «ha supuesto una oportunidad para reconceptualizar mi programa de investigación y mis prioridades a medio y largo plazo». Su relación contractual con la Universidad granadina en el marco Marie Sklodowska-Curie Athenea3i finaliza este año 2021. Su compromiso y deseo es seguir vinculado a la UGR a través del plan de estabilización de personal investigador. Y, se pone ya una tarea en la UGR. Quiere recuperar la resonancia magnética nuclear animal del Centro de Investigación Biomédica, ahora paralizada. «Potenciaría la calidad, el impacto y la innovación de nuestras publicaciones».

«Estamos logrando que aumente el interés por las tecnologías cuánticas en Andalucía»

No ha sido fácil, pero Jara Juana Bermejo-Vega está dejando su impronta en la Universidad de Granada (UGR). Esta investigadora se incorporó a la institución universitaria granadina en septiembre de 2019 y el contrato vence en agosto de 2022, aunque ya adelanta que le gustaría trabajar en tierras granadinas porque «es un gran lugar para desarrollar mi investigación».

Es informática cuántica investiga ordenadores cuánticos. Llegó de la Universidad Libre de Berlín con un currículum brillante. Estos nuevos tipos de ordenadores utilizan fenómenos microscópicos para resolver problemas más rápido. Bermejo-Vega divulga sobre esta materia siempre que puede. Hace poco, en TEDxRealejo.

En Granada está desarrollando nuevas líneas de investigación en computación y tecnología cuántica. «Un tema que investigo son las posibles aplicaciones de ordenadores cuánticos ya existentes. Otro es cómo se verifican estos cálculos. Estoy formando un grupo de investigación en estos temas y tecnologías cuánticas junto a Daniel Manzano. Organizamos actividades, seminarios, a pesar del coronavirus, y nos contacta mucha gente. Creemos que estamos logrando que en los últimos años aumente el interés por las tecnologías cuánticas en Andalucía», detalla la investigadora. «Estoy contentísima con el grupo donde estoy. Mis compañeros de trabajo son investigadores muy buenos y también gente muy acogedora. La verdad es que no conocía la UGR, no sabía cómo iba a ser y estoy contenta de haber venido».

La pandemia ha marcado, hasta el momento, su tiempo en la UGR. «Mi aterrizaje en Granada ha sido realmente cuántico: complejo, incierto y difícil de describir. El aislamiento ha sido un reto enorme porque en mi proyecto Athenea3i-Marie Curie tengo mucha colaboración con universidades internacionales: la Universidad Libre de Berlín y la Universidad de British Columbia, Canadá. Desde comienzos de 2020 no hemos podido reunirnos, y esto afecta al desarrollo de nuestros proyectos más multidisciplinares. Otros proyectos, que requieren menos interacción entre fronteras, se han visto menos afectados. Recientemente, hemos tenido publicaciones de alto impacto en revistas prestigiosas como los 'Proceedings of the National Academy of Sciences, Physical Review Letters y Quantum Journal'.

Recuerda este tiempo como «un rompecabezas tremendo, donde hemos tenido que reorganizar el cronograma de la investigación por completo. Algunos proyectos llevan retraso y ha habido que reorientarlos. Otros han llegado antes de tiempo. La falta de comunicación presencial con otros equipos, a nivel personal, es muy dura. La pandemia ha sido un gran obstáculo para mí y la mayoría de los investigadores que conozco». Otro desafío ha sido la enseñanza. «En clase, en el formato online, ha habido momentos donde teníamos que trabajar cuatro veces más de lo normal. Adaptar las asignaturas de un formato presencial a uno online no es tarea baladí, y lleva tiempo y esfuerzo», concluye.

«Estoy escribiendo mi segundo libro, con aportes clave de mi supervisora de la UGR, Ana Ruiz Gutiérrez»

Stephanie Marie Coo es un alma libre. Llegó a la UGR en octubre de 2019. Para el primer reportaje en diciembre de 2019 en este periódico se fotografió en la Alhambra.Ppara esta información lo ha hecho en el Museo del Traje en Lisboa porque está haciendo una estancia científica en Portugal. Sigue respondiendo en inglés. «Según mi profesora de español, Celia Garzón Arrabal, estaba aprendiendo con fluidez, pero creo que necesito volver a aprender porque no he practicado desde que llegué a Lisboa», cuenta.

Llegó a Granada de Filipinas. Estudia la historia colonial y la cultura filipina en los archivos europeos. En estos meses su trabajo ha sido intenso, aunque la pandemia ha cambiado su agenda. «Estoy escribiendo mi segundo libro, con aportes clave de mi supervisora postdoctoral de la UGR, Ana Ruiz Gutiérrez. Me han invitado a dar conferencias en la Universidad de Colonia y la Universidad del Ruhr en Alemania.Como oradora, en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la embajada de Filipinas en Lisboa», relata.

Pudo hacer investigación de archivos hasta enero de 2020, pero «no pude completar la historia ni artículos académicos para algunos temas de investigación nuevos porque no pude visitar los archivos, entre otros, Barcelona y Santander. También quiero experimentar más de la vida cultural en España porque son claves para entender la vida colonial filipina».

«He participado en la modernización de viejos espacios y creación de nuevos laboratorios, así como en la apertura de colaboraciones tanto dentro como fuera de mi departamento»

Mattia Bramini llegó a la UGR en noviembre de 2019. Antes trabajaba como investigador senior en Italia en el Center for Synaptic Neuroscience and Technology del Istituto Italiano di Tecnologia (IIT), en Génova. Eso fue después de cuatro años en Irlanda, donde obtuvo el doctorado. Su investigación se centra en las neuro-nanotecnologías. Son aplicaciones neurobiológicas de nanomateriales para la regeneración neuronal y el tratamiento de enfermedades del sistema nervioso.

Confiesa que «la evolución de mi investigación no ha sido, obviamente, la que se esperaba por culpa de la pandemia. Ha sido un período difícil y, sin duda, la productividad científica (excepto la dedicada al estudio del virus Sars-Cov-2) se ha visto afectada. Sin embargo, ha habido desarrollos interesantes, sobre todo en lo que respecta a las nuevas ideas y estrategias que deben desarrollarse y seguirse en el futuro». Durante el primer confinamiento, estuvieron, en el departamento, parados durante tres meses.

Repasa su aportación como biotecnólogo en un departamento de Física aplicada. Ha conocido mejor el trabajo de varios colegas expertos en nanomateriales magnéticos desde el punto de vista químico-físico y él contribuyó aportando una nueva visión al uso de estos materiales en el ámbito biológico.

Habla en pasado porque desde el primero de mayo de este año está en el departamento de Biología Celular como investigador Ramón y Cajal, con su propio laboratorio. «Mi línea de investigación no ha cambiado y sigue orientada hacia el desarrollo de nuevas tecnologías y materiales para aplicaciones biomédicas en el ámbito neurológico», detalla. Sigue en contacto con sus colegas del departamento de Física, intentando recuperar el tiempo perdido por la pandemia. Al mismo tiempo continúa con la colaboración con su centro de origen en Italia. También con colegas de Portugal y Corea del Sur, en un proyecto cuyo objetivo es el desarrollo de implantes a base de grafeno para utilizar en el sistema nervioso en el caso de patologías neurodegenerativas.

Su experiencia en la UGR está siendo «más que positiva» en investigación y docencia. En estos meses, a pesar de la pandemia, ha participado en la modernización de viejos espacios y creación de nuevos laboratorios, así como en la apertura de nuevas colaboraciones tanto dentro como fuera de su departamento.

Bramini no se olvida de citar que con dos padres trabajando y una niña en casa de dos años, la conciliación «no ha sido fácil y sin duda la esfera familiar y personal ha tenido prioridad en un momento tan delicado como el que hemos vivido».

Con el contrato Ramón y Cajal, Bramini está en otra fase y las posibilidades de permanecer en UGR y estabilizarse han aumentado considerablemente porque al final de los cinco años de contrato tendrá la posibilidad de ser profesor titular.

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