Margarita del Val fue una de las ponentes de la vigésima Conferencia Internacional sobre el Progreso en la Vacunación contra el Cáncer, que se celebró en la Universidad de Granada. C. R. E.
«Aunque haya una nueva ola en otoño, a lo mejor no nos debemos preocupar»
Margarita del Val ·
La investigadora del CSIC, ponente en la Facultad de Medicina de Granada, prevé un repunte de la incidencia de la covid-19, pero subraya que la atención se debe centrar en que los casos «sean mayoritariamente leves»
-Con los niveles de incidencia acumulada actuales, ¿se puede hablar de una pandemia bajo control?
-Está otra vez bajo control, en este valle entre oleadas, pero es muy de esperar que este virus, que se transmite mejor cuando estamos en sitios cerrados, en cuanto empiece el frío, igual que pasó el año pasado, empiece a subir muy rápidamente su incidencia. Pero estamos en una situación muy buena. La pandemia está mucho más controlada que antes porque, aunque suba la incidencia, ahora, lo importante que hay que mirar es cuántos casos graves hay y, en particular, cuántos hay entre vacunados y entre no vacunados. Hay que recordarle a la gente que se vacune, que quienes no se han vacunado, por la razón que sea, lo hagan. Nos están viendo a 40 millones de vacunados, que estamos muy bien. Entonces, aunque haya una incidencia alta en una nueva ola de otoño, como es previsible, a lo mejor, eso ya no nos debe preocupar.
-¿Dónde se encuentra en este momento el principal foco de peligro?
-Hay dos puntos importantes. Uno es saber cuántas personas vacunadas se infectan gravemente. No solo que se infecten; eso no importa si es un catarro o algo que puedes pasar en casa. La segunda parte importante son las personas que no se han vacunado, que siguen teniendo el mismo riesgo que antes porque no les estamos protegiendo los demás. La vacuna está haciendo efecto en nosotros, pero también podemos contagiar. No somos personas tan seguras para ellos. Ellos siguen teniendo el mismo riesgo. Entre esas personas que no se han vacunado, alrededor de un millón y pico en España, que son poquísimas, sin embargo, se estima que puede haber un par de miles de muertos. No quiere decir que le vaya a decir a uno en particular, pero, a lo mejor, le puede tocar. Entonces, que se den cuenta y se vacunen. Que no tengan recelo de las vacunas, que le tengan más miedo al virus, aunque sean relativamente jóvenes. Que se vacunen, yo les animo.
-Es habitual escuchar hablar de vencer a la covid-19. ¿Es realmente posible hacerlo?
-El virus lo seguiremos teniendo seguro. Este virus que se transmite tan silenciosamente no nos lo podemos quitar de encima. Pero, sin embargo, estará vencido cuando las enfermedades sean mayoritariamente leves, cuando haya muy pocas personas graves y cuando estas estén identificadas para que se las pueda atender adecuadamente. El problema es que todavía no tenemos un antiviral. Hay personas que no responden a las vacunas y todavía necesitaremos un antiviral para ellas. Igual que nos podemos vacunar de una enfermedad bacteriana pero, si enfermamos, hay antibióticos que nos curan, necesitamos ese segundo armamento terapéutico que nos pueda permitir llegar a las personas que no se puedan vacunar. Porque siempre hay personas que no responden a la vacunación, que tienen un trasplante, alguna inmunodeficiencia, una inmunosupresión, un tratamiento o una quimioterapia por cáncer. Esas personas nunca van a estar bien protegidas y, si la dosis de infección es muy alta, pueden tener una enfermedad grave.
-Los índices de vacunación en España son muy elevados. Sin embargo, en su conferencia mencionó que lo importante no es la cantidad de gente inmunizada, sino la calidad de la campaña.
-Sí. En España, la campaña de inmunización es ejemplo para el resto del mundo, incluso para el resto de Europa, porque hemos acertado muy bien al vacunar a las personas de más alto riesgo. Siempre lo hemos dicho, pero, además, no solo hemos tenido un sistema sanitario que ha vacunado con una estrategia perfecta, sino que hemos tenido a una población española muy responsable, muy madura, con mucho sentido común, que ha respondido yéndose a vacunar. Gracias a eso, están vacunados el 100% de los mayores de 80 años y el 99% de los mayores de 70. Es altísima la tasa de vacunación de todas esas personas de alto riesgo. Eso les va a proteger a ellos y nos va a permitir volver a la normalidad a los demás.
-¿Hasta qué punto protege la pauta que se ha administrado hasta ahora? ¿Permite generar memoria inmunitaria contra la enfermedad?
-La memoria inmunitaria que generan estas vacunas es muy potente. No sabemos de cuánta duración, pero tiene pinta de que va a ser de mucha. Por ahora, la protección es todavía muy alta. La protección frente a infectarnos y tener algún síntoma menor va bajando un poquito, pero eso es lo que se espera con todos los virus que se transmiten de una manera estacional. Sin embargo, la protección frente a lo único que importa, que es la enfermedad grave y la hospitalización, se está manteniendo igual de alta de lo que estaba al principio. Incluso, con las personas mayores de 75 años. Está muy bien y todavía no hay ninguna evidencia de que haga falta una tercera dosis para nadie, salvo los grupos con algún tipo de inmunosupresión. Por precaución, se ha decidido vacunar a las personas de las residencias de ancianos, que son los más mayores de todos los mayores, sobre los que, a lo mejor, es difícil recabar datos porque son pocos. Además, están muy expuestos, porque su burbuja es más grande que la de cualquier otro. Su familia no es su burbuja, sino que lo es toda la residencia. Como son personas muy dependientes, están en contacto con sus cuidadores, en un contacto estrecho que, a lo mejor, no permite tomar todas las medidas. Y son más frágiles, tienen el cuerpo ya más machacado, con más infecciones. Por eso, por precaución, pero no porque haya ninguna evidencia de que sea necesario, se ha decidido vacunarles antes de empezar el otoño.
-¿Cómo influiría la incorporación de una vacuna que frene la transmisión, como la que desarrolla el CSIC?
-Sería fantástico. Si hubiésemos tenido ahora una vacuna que frene la transmisión, ya estaríamos en circunstancias plenamente normales, porque estaría protegida la sociedad, no solo cada persona vacunada. Sería una maravilla, pero eso todavía no lo tenemos y, si la tenemos más adelante, se empezará a usar. Primero, en los países que todavía no han vacunado, pero, a continuación, probablemente nos vacunaríamos nosotros. Eso ha pasado en otras épocas, como, por ejemplo, con las vacunas de la poliomielitis. Había dos vacunas, una que protegía solo de la enfermedad, que es fantástico, y otra que protegía del contagio. Se empezó usando la primera y después se pasó a usar solo la segunda, con la que se ha erradicado la poliomielitis de todo el mundo. Tres tipos de virus de poliomielitis del mundo, salvo en dos países, que son Afganistán y Pakistán, zonas muy difíciles, con muchas carencias sanitarias y humanitarias. Pero eso se ha logrado con la vacuna esterilizante. La otra se usa de seguridad, por si acaso. Si uno va a viajar a países con un sistema sanitario un poco dificultoso, a lo mejor se pone la vacuna que no protege tanto, pero tiene menos riesgo y se da una dosis de refuerzo. Eso se está usando ahora mismo en el mundo como estrategia y, siempre que hay dos tipos de vacunas, se pueden emplear y usar una estrategia especial. O sea, que sí: desde luego, estaríamos deseosos de tener una vacuna esterilizante.
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