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Cuando Álvaro Trigo Puig mostró sus brazos quemados para que los fotografiaran, se escuchó, entre el barullo de gente que había, a alguien decir: «No se nota». En realidad, las huellas están. Cuando el joven madrileño, que en 2018 sufrió quemaduras en el 63% de su cuerpo tras un grave incendio en Andújar (Jaén), se subió la camisa y enseñó la espalda, se hizo el silencio. Todo esto ocurrió este viernes, día 16 de febrero de 2024, en el laboratorio del departamento de Histología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada (UGR). El lugar, que Álvaro visitaba por primera vez, y que considera es en el que «la verdad, me salvaron la vida». Lo hicieron junto a los médicos del hospital Virgen del Rocío de Sevilla, donde le trataron, y donde permaneció cuatro meses ingresado. Estuvo en coma diez días.
En ese laboratorio (antes en otros espacios físicos), el grupo de Ingeniería Tisular del departamento de Histología de la Facultad de Medicina granadina diseñó esa piel artificial que ha cambiado la vida de Álvaro y de otros pacientes. «No es un milagro, es el fruto del trabajo de los investigadores», valoró el joven en referencia a que él esté bien.
«Me han devuelto mi vida», comentaba al mismo tiempo que bromeaba, diciendo que algo mejor porque ahora hace deporte y se ha enfrentado en estos años a importantes retos. Lo ha hecho en proyectos solidarios deportivos de larga distancia como escalar el Kilimanjaro y el Mont Blanc; cruzar a nado el Estrecho de Gibraltar y el trayecto entre Formentera e Ibiza o nadando desde las islas Cíes a Vigo con los pies encadenados.
Lo primero fue participar en la maratón de Sevilla. Lo hizo un año después de su accidente. Recordó como le decían que la piel se estaba fabricando, sus ganas de que llegara y el sufrimiento después porque fue doloroso. «Muchas heridas, la piel al principio era muy fina y sangraba todo el día», explicó, pero luego todo fue a mejor. Al año corrió aquella maratón de Sevilla porque quería llevar el 'trofeo' al hospital Virgen de las Nieves para que el resto de pacientes lo vieran y animarlos. Lo consiguió.
Confesó que muchos de los injertos de la piel artificial funcionaron mejor que los que le hicieron de la suya. «Me operaron de un brazo que no podía levantar, pero de un injerto propio», especificó. «Adelante con todo esto porque cambia vidas», exhortó feliz.
En el acto de este viernes no era el único emocionado. El rector de la Universidad granadina, Pedro Mercado, le saludó con gran efusión antes de empezar la rueda de prensa. Álvaro es un gran ejemplo de para qué sirve la investigación. Fue lo más repetido entre los investigadores y los gestores que explicaron cómo la piel artificial diseñada en la UGR es eficaz en pacientes con grandes quemaduras, cuya supervivencia es baja.
Participaron, además, del rector, los investigadores del departamento de Histología, Miguel Alaminos y Antonio Campos; la coordinadora de la Red Andaluza de Diseño y Traslación de Terapias Avanzadas de la Fundación Progreso y Salud de la Junta, Gloria Carmona; e Isaac Túnez Fiñana, secretario general de Investigación, Desarrollo e Innovación de la consejería de Salud. En la sala estaba también el delegado de Salud, Indalecio Sánchez-Montesinos.
Los pacientes tratados con la piel artificial UGRSKIN han logrado vivir. La tarea no ha sido baladí. El grupo de Ingeniería Tisular es pionero en el diseño y la fabricación de tejidos artificiales humanos. Eso se hace en Granda y es digno de reseñar. Inventó y publicó en 2012 un modelo de piel artificial denominado UGRSKIN basado en células de la piel humana y biomateriales naturales diseñados por el propio grupo. Eso tras muchos años de trabajo.
Primero, probaron en animales. Funcionó. El siguiente paso, en estrecha colaboración con la Red Andaluza de diseño y traslación de Terapias Avanzadas (RAdytTA) de la Junta de Andalucía, fue la fabricación de esta piel artificial en calidad farmacéutica para su uso como medicamento de terapias avanzadas de acuerdo con la normativa de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), cumpliendo todos los estándares de calidad existentes en Europa. Participó el laboratorio, para estos menesteres, del hospital Virgen de las Nieves.
En 2016 utilizaron por primera vez la piel artificial UGRSKIN para tratar a una paciente que presentaba graves quemaduras en el 70% de su superficie corporal en la Unidad de Quemados de referencia de Andalucía, localizada en el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla, con «buenos resultados». Desde entonces, se han tratado a diecisiete pacientes (cuatro niños), con una supervivencia global cercana al 80%, según explicaron. En niños se tratan a partir del 30% de la superficie quemada, en adultos del 60%.
Antonio Campos, inmerso en esta tarea desde el principio, subrayó que la UGR ha estado a la vanguardia en Histología. «Para esto es para lo que se usan los impuestos de los contribuyentes, se utilizan al servicio de la sociedad», dijo orgulloso al explicar la eficacia de la piel artificial.
El profesor Alaminos hizo el recorrido histórico por este producto considerado como medicamento, que ha sido «largo», pero se ha demostrado útil. Esbozó algunos de los siguientes retos para lograr que la piel sea mejor. Hasta ahora, «la dermis del tejido implantado fue capaz de remodelarse progresivamente hasta hacerse histológicamente análoga a la dermis normal a partir del segundo mes de evolución del implante».
El rector Pedro Mercado se mostró feliz de poder mostrar resultados de investigaciones como la explicada este viernes. Además, reivindicó la importancia de potenciar la marca salud en Granada para mostrar sus fortalezas.
Por su parte, Carmona destacó el trabajo colaborativo que se ha desarrollado y que Andalucía haya sido pionera en este campo de aplicación en pacientes. Espera que se siga avanzando para que la piel se pueda fabricar más rápido porque «el tiempo es oro» en estos enfermos. Isaac Túnez, que le deseó los mejores logros en la vida a Álvaro, exhibió su satisfacción por los resultados y porque se siga avanzado.
El tratamiento de los pacientes de grandes quemados supone un reto sanitario ímprobo. A pesar del desarrollo de la medicina actual, la supervivencia es baja. La piel artificial diseñada en la UGR aporta esperanzas y resultados reales de vidas como la de Álvaro Trigo.
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