![Una sonrisa que no se apagaba ni un lunes](https://s1.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/201902/06/media/cortadas/ilustracion-kvHH-U70543038144dPE-624x1000@Ideal.jpg)
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«Estamos todos destrozados. Es duro cuando se va alguien tan cercano y querido. Y más cuando es a la temprana edad de 22 años. Estamos todos con un nudo en la garganta». Ayer, la noticia del fallecimiento de José A. Morales Prados, estudiante ... de quinto –y último– curso de Derecho y Ciencias Políticas y de la Administración, se extendió rápidamente no solo entre la comunidad educativa de la UGR, donde este joven «extraordinario y único» desarrolló su trayectoria académica, sino en toda Granada, donde vivían muchos de sus amigos, y en La Zubia, de donde era natural. Gracias a sus estudios en la Universidad de Granada, el joven estaba disfrutando de una beca Erasmus en Siena, Italia, pero este pasado fin de semana estaba viajando junto a otros compañeros a Bratislava.
El triste suceso se produjo justo en esa ciudad durante el pasado fin de semana. Para aprovechar que tenían esos días libres, otros compañeros y él se dirigieron a Bratislava. Y ahí sucedió el fatal desenlace. Al parecer, el mismo sábado empezó a encontrarse mal y el domingo falleció. «Está siendo un momento muy duro para todos porque llevábamos juntos toda la carrera y ves como sin esperártelo se va, de repente, y te destroza. Encima era una persona tan buena y noble que te parte el corazón. Era inteligente, mordaz y extrovertido. Ese tipo de persona a quien gusta ver un lunes por la mañana cuando todo el mundo está asqueado porque siempre tenía una sonrisa en la cara». El que habla es solo uno de los muchos compañeros de José que ayer quisieron dar testimonio de las grandezas cosechadas por este granadino pero que prefirieron no dar sus datos para que el protagonista siga siendo él: quien siempre estuvo al lado de quien lo necesitó.
Las palabras bondad, altruismo, serenidad y amabilidad son un constante en cada conversación en la que José es la guía. Y pena. De eso no falta ni un ápice entre sus compañeros. Porque se fue antes de tiempo y ninguno de ellos pudo despedirse. No sabían que iban a tener que hacerlo. «No te despediste y no me diste tiempo a abrazarte por última vez. Andrés, amigo, me da mucho miedo olvidarme de ti porque sé que ya no te volveré a ver más. Me da miedo no acordarme de tu cara, de tus expresiones y de tus gestos. Me da miedo olvidarte. Me aterra hacerlo. Has hecho mucho bien en mi vida. Ojalá te hubiese disfrutado mucho más». Uno de los amigos que han compartido cada jornada estudiantil quiso despedirse ayer a su manera de José. Pero no fue el único. Las redes sociales se llenaron de relatos y mensajes de admiración y cariño hacia la figura de este joven que contaba con una pasión que compartía con todo el que a él se acercaba: su oboe. «Daba gusto hablar con él de cualquier cosa, pero es que de música más aún porque lo hacía con una pasión única, porque lo amaba con locura. Es algo que le viene de familia y se le notaba que le daba la vida».
Parte de esa pasión la disfrutó en el Conservatorio Profesional de música de Granada, donde profesores y compañeros no pueden tener más que buenas palabras hacia él. «José Andrés fue uno de esos alumnos de los que todo docente se sentiría orgulloso y afortunado de tener en su clase. Era un chico muy responsable, trabajador, con una alta capacidad de sacrificio que le posibilitó adquirir un nivel técnico y musical realmente significativo», señala David Zúñiga, profesor de oboe del joven. A esto añade Inmaculada Ferro, su profesora de Orquesta: «Era aquel chico leal, buen compañero, de mirada noble y sonrisa amplia, que asistía al Conservatorio siendo aún casi un niño, entrando en la clase de Orquesta lleno de energía, asomando la ilusión en los ojos».
«Era una persona activa. No sé cómo lo hacía pero sacaba tiempo para todo: el doble grado, el oboe y hacer deporte. Yo no doy para la carrera y él podía con eso y con más», explica otro de sus amigos. Su entrega por el deporte le hizo formar parte de la plantilla del CB La Zubia desde sus últimos años de primaria hasta hará unos dos años, cuando ya no pudo seguir compaginando esta gran pasión con su querido oboe y las clases de la Universidad. «Pero le gustaba tanto que nunca lo dejó del todo. En verano siempre jugábamos, por lo que en el club seguíamos teniendo mucho trato con él». Adrián compartió horas y horas de entrenamiento, sudor y diversión en la cancha con José. Y volvería a hacerlo con los ojos cerrados. Esa entrega y esa ayuda a los demás de la que José hacía gala se multiplicaba aún más entre su equipo. «Era una de esas personas que son distintas a los demás. De lo mejor que puedes echarte a la cara. Alguien que enriquece», explica.
El decano de la Facultad de Derecho, Miguel Olmedo, responsables del vicerrectorado de Internacionalización, el equipo del Rectorado, con la rectora al frente, han estado pendientes de todo el proceso de repatriación y familiares desde que se conoció la triste noticia. Los padres, que viven en La Zubia, se desplazaron hasta Bratislava. Allí, según relató Olmedo, han estado acompañados por el cónsul.
Los decanatos de los dos centros enviaron un correo al profesorado y al estudiantado al conocer el triste desenlace informando del mismo.
La Facultad de Derecho, de la mano de la de Ciencias Políticas, preparan un acto en recuerdo al joven estudiante de la universidad. Sobre estas iniciativas, uno de sus compañeros comenta: «Hagan lo que hagan, ahí estaremos todos. Esto nos ha unido a todos sus compañeros porque todos pensamos lo mismo de José: que era maravilloso».
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