Miguel Giménez Yanguas en el acto celebrado este lunes en el claustro de doctores Honoris Causa de la Universidad de Granada. Pepe Marín

La UGR inviste Honoris Causa a Miguel Giménez Yanguas, el guardián del patrimonio industrial granadino

El ingeniero, profesor y mecenas anuncia que todo el archivo y piezas que tiene en su casa de la Azucarera de San Isidro pasarán a formar parte del patrimonio de la Universidad

Andrea G. Parra

Granada

Lunes, 30 de septiembre 2024, 16:53

El ingeniero, profesor y mecenas Miguel Giménez Yanguas (nació en Málaga en 1939) ingresó este treinta de septiembre de 2024 en el privilegiado claustro de doctores Honoris Causa de la Universidad de Granada (UGR). Guardián del patrimonio industrial de Granada. Lo es tanto por ser ... una enciclopedia de sabiduría con un conocimiento exquisito como por haber preservado cientos de objetos para que no terminaran en la chatarra. Valorado en la Universidad granadina. En el acto de este lunes estuvieron los rectores de la institución universitaria granadina de los últimos treinta y cinco años: Pascual Rivas, Lorenzo Morillas, David Aguilar, Francisco González Lodeiro y Pilar Aranda. Presidió el ceremonial Enrique Herrera, rector sustituto en ausencia de Pedro Mercado, que se recupera de un infarto.

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El crucero del Hospital Real, sede del Rectorado, reunió a decenas de universitarios que ostentaron cargos y lo fueron todo en las últimas décadas en la entidad académica. Estuvieron para honrar a un universitario que estuvo más de cuatro décadas impartiendo docencia, investigando y realizando transferencia. Se jubiló en 2010 (trayectoria prolongada como colaborador extraordinario hasta 2012). «Nunca se ha roto el lazo que me une a la institución universitaria y a muchos de sus antiguos y actuales integrantes. No vengo para quedarme, puesto que mi tiempo ya pasó; pero si vuelvo como quien visita un paisaje familiar», advirtió.

«Quiero destacar con énfasis que creo, además, que esta distinción se le otorga tanto al hacer como al modo de hacer constante, callado, entusiasta y filantrópico de Miguel que lo define como un verdadero humanista, como un hombre sabio», defendió su padrino, el director de la Escuela de Edificación, Juan Manuel Santiago Zaragoza. Es el primer Honoris Causa que propone y defiende este centro universitario.

Pepe Marín

Miguel Giménez Yanguas aprovechó, una vez más, para dar muestra de esa faceta generosa,  para anunciar que la máquina de vapor (tres mil kilos) y objetos, que tiene en su casa, de la Azucarera de San Isidro pasarán a formar parte del patrimonio de la Universidad granadina. Para que vuelvan de donde salieron hace décadas y ahora con la Universidad como propietaria (compró en 2021) de San Isidro. «Qué mejor ocasión que ahora, que la propiedad de los edificios de San Isidro son de la UGR, que todo ese archivo y series de elementos técnicos de piezas pasen a engrosar el patrimonio de la Universidad», expuso.

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Fue él quien libró de ser destruido todo aquel patrimonio cuando la fábrica de remolacha cerró. Sabía mejor que nadie que eran el símbolo de la revolución industrial aquellas máquinas. Hubo algunas que se repartieron en la Facultad de Ciencias, otros puntos de la ciudad de Granada y el Museo Nacional de Ciencia y Tecnología (Madrid).  

«Cuando quitaron la red del tranvía en el año 1974, preservé todos los planos originales, que el chatarrero los iba a quemar», recordó Giménez Yanguas. Sus apellidos y nombre están relacionados con el verbo preservar. Y, por supuesto, con alejar de la chatarra todo aquello que muchos no sabían apreciar como patrimonio y él sí.

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Una figura clave en el ámbito cultural y científico con impacto en la academia, la investigación y la sociedad. «Siempre he intentado practicar lo mejor que sé hacer: defender el patrimonio científico e industrial, promoviendo su conocimiento y conservación», deja escrito en su discurso.

Giménez Yanguas «ha desempeñado un papel crucial en la transferencia de conocimientos desde la academia a la sociedad. Ha impulsado iniciativas para la conservación del patrimonio científico y tecnológico», destacó el profesor Santiago. Con un papel fundamental en la protección del patrimonio de la ingeniería de los siglos XIX y XX, con ejemplos como los ya citados y también otros como la maquinaria de la azucarera de caña Nuestra Señora del Pilar de Motril, que «se salvó gracias a su empeño y tesón», o la conservación del viaducto de Guadahortuna, una de realizaciones «más representativas» de la Ingeniería Civil en España.

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El listado es muy amplio. «Su casa, encajonada entre bloques de ocho plantas contiene, como el cofre del tesoro, uno de los mejores archivos sobre desarrollo y evolución de la tecnología y una amplia colección de aparatos, muestras destacadas y representativas de dicha evolución histórica», resumió su padrino. Máquinas de vapor, planos, colección de revistas, documentos y fotografías, teléfonos, centralitas, aparatos topográficos y de óptica; y contextualizado todo con «una memoria portentosa». Todo acompañado de «una descripción detallada de cómo llegan los aparatos a sus manos (trastos viejos los llama), los miles de horas empleadas en desmontarlos, limpiarlos, reparar o sustituir las piezas defectuosas y ponerlos en funcionamiento».

Precisamente, para su familia tuvo palabras de agradecimiento el nuevo Honoris Causa. «Mi esposa Carmen y mi hija María del Carmen se han habituado a vivir en un hogar que también es casi un museo, lo que no siempre resulta fácil. No tengo palabras suficientes para agradecer su tolerancia y apoyo, como también la de mis nietos Victoria, Rodrigo y Miguel, en los que deposito la esperanza de que en el futuro sepan valorar y cuidar de este patrimonio que hemos reunido», un reconocimiento y un encargo.

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Acepta con humildad

Giménez Yanguas aceptó la más alta distinción académica con «alegría, agradecimiento y humildad, consciente de que mi desempeño profesional durante tantos años en esta centenaria y prestigiosa institución me ha proporcionado más alegrías que sinsabores».

Una figura emblemática desde la triple perspectiva de la ciencia, la tecnología, y el humanismo. «Su trayectoria ejemplar, su contribución a la salvaguarda del patrimonio científico y tecnológico, y su incansable labor en la transferencia de conocimiento, sin buscar como contrapartida poder, fama o prestigio, lo hacen merecedor de este doctorado Honoris Causa por la Universidad de Granada, institución comprometida con la excelencia, la innovación, y la responsabilidad social», glosó Santiago.

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Enrique Herrera calificó la jornada de este lunes como «especial para la UGR». Reconoció el trabajo desarrollado por Giménez Yanguas en la Universidad y en la ciudad en la recuperación del patrimonio, que «abrió camino para que otros hicieran lo mismo».

Sigue «disponible»

Concluyó su discurso Giménez Yanguas dando muestra de lo que es: «Hoy me presento ante ustedes para seguir declarándome disponible en todo aquello que tenga relación con nuestro patrimonio y contribuya a su conservación y difusión, tanto más si, como en el caso de San Isidro, la Universidad ha hecho suyo un proyecto tan querido para mí».

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En el ceremonial, Enrique Herrera le impuso el birrete, colocó el anillo como «muestra de unión perpetua y amistad con la Ciencia y esta Universidad/ y le mostró el libro de la Ciencia para que «comprendas que debes investigar, leer y dar provecho».

«En tu larga trayectoria, has contribuido, sin lugar a dudas, a hacer de éste un mundo mejor», finalizó Juan Manuel Santiago Zaragoza su discurso para ensalzar la figura de Miguel Giménez Yanguas.

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