![La UGR, la universidad andaluza que más títulos de doctorado emite en Andalucía](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2024/01/03/ugr.jpg)
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La Universidad de Granada (UGR) es la que más doctores 'produce'. La investigación joven ligada a las tesis doctorales está en forma. El número de tesis doctorales aprobadas en las universidades andaluzas durante 2022 –el último dato conocido– subió a 1.655, lo que se ... tradujo en un 3,63% más que en el año anterior. En el conjunto de España se leyeron durante ese periodo 11.259 tesis, un 0,75% menos que en 2021.
Son datos dados a conocer por la Junta sobre las últimas estadísticas publicadas por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades recogidas en el informe 'Estadísticas de tesis doctorales en Andalucía' elaborado por la Agencia para la Calidad Científica y Universitaria de Andalucía (ACCUA). Según este informe, Andalucía aportó el 14,70% al total de tesis leídas en las universidades españolas.
La Universidad granadina está primera en el ranking andaluz. La granadina fue la institución en la que se leyeron un mayor número de tesis en ese ejercicio (428), seguida de la de Sevilla (383) y, a mayor distancia, de las de Córdoba (209), Málaga (198), Cádiz (117), Almería (102), Jaén (88), Pablo de Olavide (85), Huelva (38) y Universidad Loyola Andalucía (7). Si se atiende al número de tesis doctorales por cada 100 profesores, la universidad andaluza más destacada es la de Córdoba (24,73), seguida de las de Almería (17,41), Pablo de Olavide (16,90), Granada (16,44), Sevilla (13,87), Cádiz (13,39), Málaga (13,36), Jaén (12,87), Huelva (7,68) y Loyola (4,83).
En cuanto al perfil de género, cabe destacar que prácticamente la mitad de los trabajos de doctorado aprobados en Andalucía fueron defendidos por mujeres, un total de 824, lo que representa el 49,79%; una reducción de la brecha de género de más del 2%.
Esos 428 nuevos doctores de la UGR tienen nombres y apellidos. Mª Elisa Merchán Ramírez fue una de ellas. Cuenta su experiencia en la investigación y elaboración de su tesis. Elisa, que es de Estepona (Málaga), aunque lleva muchos años viviendo en la capital de la Alhambra, estudió el grado en Nutrición Humana y Dietética (del 2011 al 2015) en la UGR.
Nada más terminar la titulación, comenzó a interesarse por la investigación y a realizar prácticas voluntarias en el Instituto Mixto Universitario Deporte y Salud con el grupo de los profesores Jonatan Ruiz y Francisco Ortega, en el proyecto Actibate (con adultos) y Activebrains (niños). Después de unos meses, inició su primer contrato a cargo de proyecto. Al siguiente año realizó el máster oficial en Nutrición Clínica y se matriculó en el doctorado en la UGR. Ha sido una carrera de fondo.
La tesis le llevó unos cuatro años. La defendió en 2022. Tuvo varios contratos a cargo de proyecto, y un contrato de técnico de apoyo de garantía juvenil. Investigó sobre el metabolismo tiroideo y los factores implicados en su regulación. En este proceso valora que lo más complicado fue «mantener la motivación durante tantos años, debido a las horas de dedicación que supone, y a las trabas, tanto burocráticas como económicas, a las que hay que enfrentarse».
Su director de tesis fue Jonatan Ruiz, y su codirector, Guillermo Sánchez Delgado. El proyecto con el que realizó su tesis doctoral fue el Actibate, y actualmente está contratada para llevar a cabo el proyecto Baton, cuyo investigador principal es Guillermo Sánchez Delgado. Sigue como investigadora postdoctoral en la UGR, contratada a cargo de proyecto, como project manager.
A la pregunta de si debería haber más ayudas para hacer las tesis, Merchán responde sin rodeos: «Sin duda, al igual que ocurre con las becas postdoctorales. Durante estos años, he conocido muchas personas que en la carrera no obtuvieron una nota destacable para poder optar a las becas FPU, etcétera, pero que resultan ser brillantes como investigadores. Sin embargo, muchos deben abandonar este propósito por no poder mantenerlo económicamente».
Con su título de doctorado bajo el brazo, Elisa tiene como objetivo conseguir un contrato o una beca postdoctoral que le permita trabajar en un hospital como dietista-nutricionista. «Aún no estamos incluidos en el Sistema Nacional de Salud», lamenta.
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