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borja pino / AGENCIAS
Viernes, 28 de noviembre 2014, 15:09
El parricida de San Juan de la Arena, José Ignacio Bilbao Aizipurúa, que se suicidó ayer tras acabar con la vida de sus dos hijas de 7 y 9 años, había sido denunciado por maltrato por su mujer que llegó a pedir en el juzgado medidas de protección que no le fueron concedidas en 2013.
Las niñas vivían habitualmente con su madre, que se había separado recientemente de su marido, y estudiaban en el colegio Gloria Rodríguez de Soto del Barco, localidad que dista escasos kilómetros del domicilio paterno. El consejero de la Presidencia del Gobierno asturiano , Guillermo Martínez, ha señalado hoy que en su momento hubo una denuncia por maltrato psicológico, que acabó siendo considerado como un caso de vejaciones, y una petición de orden de protección por parte de la exmujer que en su momento se denegó. Martínez ha señalado que no iba a entrar en detalles sobre los momentos en los que la pareja convivió y se separó o si la denuncia se llevó a cabo cuando y estaban separados porque prefería "respetar el dolor de la familia".
José Ignacio Bilbao Aizpurúa, de 55 años, acabó con la vida de sus dos hijas -Amets, de 9 años, y Sara, que el miércoles había cumplido 7 años- en el domicilio que tenía alquilado en el número 56 de la avenida Los Quebrantos de San Juan de la Arena y posteriormente se suicidó lanzándose al vacío desde el viaducto de la Concha de Artedo. El cadáver del hombre apareció sobre las cinco de la tarde bajo el puente de la autovía, sobre la carretera nacional. A poco más de un kilómetro hallaron su coche, un Citroën Xantia. José Ignacio Bilbao Aizpurúa, natural de Bilbao aunque en la actualidad vecino de Soto del Barco, fue identificado poco después de que su cuerpo fuera encontrado. Se había tirado desde 110 metros de altura, pero antes había cometido un brutal infanticidio.
Fue al notificar el fallecimiento del hombre a sus familiares cuando se desató la alarma, ya que éstos expresaron su preocupación por las niñas, que José Ignacio Bilbao debía devolver a su madre, de la que estaba separado, esa misma tarde. Inmediatamente, efectivos de la Guardia Civil iniciaron una investigación para tratar de localizar el paradero de las menores. Otras fuentes apuntan a que fue la madre de las pequeñas -natural de Cudillero- quien, alertada al no presentarse su exmarido a la hora prevista, quien se dirigió a la Guardia Civil. Ella habría acompañado a los agentes hasta la vivienda de su expareja. Nada más llegar encontraron un rastro de sangre en el felpudo, lo que hizo temer lo peor. La tragedia se confirmó en el interior de la casa, donde fueron encontrados los cuerpos sin vida de Amets y Sara.
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