Al Gobierno de Mariano Rajoy no le faltan situaciones susceptibles de empeorar. Esta semana el fiscal general del Estado, Eduardo Torres Dulce, se ha plantado y presentado su dimisión. El nombramiento del cargo es potestad del Ejecutivo, pero el Estatuto de la Fiscalía recoge la imparcialidad de quienes trabajan como representantes del ministerio público. Me quedo con que tanto él como todos sus inferiores jerárquicos no actúan de manera arbitraria u oportunista, sino sobre la base del cumplimiento de la ley y defensa de los derechos y libertades. Otra cosa es que sus actuaciones, como las de los jueces, gusten mucho, poco o nada al Gobierno.
Publicidad
Siga leyendo más aquí.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
El pueblo de Castilla y León que se congela a 7,1 grados bajo cero
El Norte de Castilla
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.