Se veía venir. Después de la falta de acuerdo entre los partidos políticos sobre los recortes en la campaña de las elecciones de junio, ahora debaten sobre los debates entre sus máximos dirigentes. Alguno habrá porque es impensable que sean capaces de hurtar a la opinión pública lo que es un derecho para la ciudadanía. El tema estará en cuántos y de qué manera. Cada cual defiende su postura, algunos no quieren exponerse a situaciones de riesgo. El mismo Rajoy ha afirmado que suponen una gran responsabilidad y hay que preparárselos mucho. «No es algo cómodo y no me genera gran entusiasmo», pero admitió que en democracia es bueno. El líder del PP considera que los debates forman parte del espectáculo de la nueva política. Y eso también es verdad. Nos estamos acostumbrando más a las formas que al fondo. Ahí Rajoy cuenta con la desventaja de que su imagen ante las cámaras no es la mejor. Las poses y la juventud de sus adversarios le superan, pero gobernar no es un ejercicio estético ni de postureo, como se dice ahora. Ejercer el poder es a veces ingrato e impopular.
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