El presidente y los ministros en funciones han dejado de existir, cuando parecía que podían perpetuarse en la nueva política española. Rajoy hizo gala del concepto que tiene del tiempo y lo que significa esperar. No nos defraudó al tomarse cuatro días y sus correspondientes noches para decidir los nombres de quienes se sentaron desde el viernes pasado en su consejo de ministros. Había prisa por tener un Gobierno en España pero el reloj del gallego marca las horas con lentitud y su lema de esperar le hace cosechar buenos resultados. Tampoco sorprende mucho la configuración de su nuevo gabinete, al mantener a su núcleo duro.

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