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El PP forzará esta semana una votación en el Congreso sobre el gasto en defensa con la que obligarán a retratarse a los socios del ... Gobierno y comprobar los apoyos con los que cuenta Pedro Sánchez antes de viajar a Bruselas el jueves para participar en el Consejo Europeo. Una iniciativa que los populares registraron hace dos semanas para ahondar en la división entre el PSOE y Sumar, que se enfrenta a la dificultad de hacer compatible su obligado sentido de Estado, como parte del Ejecutivo, con las sensibilidades antibelicistas de los partidos que integran la plataforma, y que se debatirá en la Cámara baja apenas cinco días después de la reunión de Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en La Moncloa.
En esa cita, el líder del PP ya dejó claro al presidente que no apoyará nada que «no se vote en el Congreso». Hasta ahora, el jefe del Ejecutivo ha utilizado el atajo del Consejo de Ministros para las inyecciones de gasto militar y evitar así choques con sus aliados. Los conservadores quieren, por el contrario, que las eventuales decisiones que afecten a la posición de España en relación con la guerra en Ucrania, el vínculo transatlántico o los compromisos con la OTAN «sean debatidas y aprobadas por mayoría» en la Cámara baja. «No puede actuar como si España fuera una autocracia por muy autoritario que sea él», le reprochó la secretaria general, Cuca Gamarra.
Como subrayaron en la dirección nacional del PP tras la infructuosa reunión en La Moncloa, «no es que estén rotos los puentes, es que no sabemos dónde están». Donde deberían existir puentes, los populares solo ven «muros», y a tenor de las últimas críticas, este domingo, de Sánchez hacia Feijóo, al que atribuye una oposición «absolutamente destructiva» y del que ironizó con que «no es presidente del Gobierno porque no quiere ni jefe de la oposición porque no sabe», parece difícil que se puedan reconstruir a corto plazo.
En sendas intervenciones en las clausuras este domingo de los congresos del PSOE en Cantabria y Aragón, con los que el partido culmina la llegada de ministros a los liderazgos territoriales con el objetivo de recuperar el poder autonómico en los comicios de 2027, Sánchez defendió que un contexto geopolítico «tan difícil» como el actual necesita «liderazgos seguros», como el suyo, al frente del Ejecutivo «frente a aquellos que no son capaces de romper con la ultraderecha que quiere destruir a Europa o que no son capaces de exigir la dimisión a Mazón en Valencia y a Ayuso en Madrid».
Un mensaje directo para su rival, con quien no logró alinear posiciones el jueves pasado pese a que ambos comparten el objetivo de rearmar a España y a Europa. «Para los asuntos de Estado, se necesita una oposición de Estado. Y ésta –recalcó Sánchez– no es una oposición de Estado». Prueba de ello, insistió, es que el líder del PP «votó en contra de los intereses de España» en Bruselas, tanto para el despliegue de los fondos de recuperación económica tras la pandemia como para la reforma del mercado eléctrico que desembocó en la «solución ibérica». «En el PP no tienen ni ideas ni proyectos y sí mucha mala uva». atizó a su rival.
Sánchez hizo pedagogía ante sus bases de la posición española sobre la invasión de Ucrania, aunque eludió referirse a la posibilidad de enviar tropas como ya han planteado Reino Unido y Francia. Reconoció que «apremia la paz» en Ucrania, pero «una paz justa y duradera» y no a costa de «premiar al agresor», porque eso, dijo, «abrirá las puertas a futuras agresiones aún más graves».
El presidente argumentó la necesidad de incrementar el gasto en defensa y ser solidarios con naciones próximas geográficamente a Rusia que podrían enfrentar amenazas porque «solo Europa va a proteger y cuidar a Europa». Y en un mensaje a sus socios críticos de izquierda dejó claro que el Gobierno no va «a hacer ninguna renuncia» como le reprochan. Al contrario, no solo está dispuesto a aumentar el gasto militar sino a hacerlo «al mismo tiempo» que se incrementa el presupuesto social, a diferencia de su antecesor en el cargo, Mariano Rajoy, que –señalo– recortó ambos. Y quiso incidir en que fue él quien asumió que España destinara a defensa el 2% de su PIB y que cuando el PSOE llegó a La Moncloa esa cifra se situaba en el 0,9%.
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