Una cuidadora de EntreÁlamos posa junto a una de las señoras a las que le encanta cantar villancicos. Ramón L. Pérez
Historias de Navidad

El regreso de las panderetas a las residencias de Granada

El año pasado las residencias de mayores estaban tomadas por el virus y sus habitantes permanecían encerrados en las habitaciones o en alas covid. Esta Navidad ha vuelto la alegría y en la residencia EntreÁlamos se cantan villancicos y se toma chocolate con churros para celebrar las fiestas

Laura Ubago

Granada

Sábado, 25 de diciembre 2021, 19:25

Para que Antonio Mendoza naciera, hace 94 años, su padre atravesó los socavones de la Gran Vía en obras hasta llegar al sanatorio de San Juan de Dios. Cumple en Nochebuena y su aniversario del año pasado lo recuerda desde el balconcillo de su habitación, ... con sus familiares jaleándole abajo. Fueron diez minutos. Lo recuerda apesadumbrado pero muy agradecido al gesto. Antonio define la soledad como el confinamiento en su cuarto mientras el virus arrasaba por los pasillos de su residencia. El año pasado no hubo Navidad. Aquello parecía más un hospital y ahora habrá que recuperar la ilusión de las fiestas con actividades más o menos normalizadas. La familia de Antonio Mendoza, si la pandemia lo permite, tiene programado un almuerzo navideño de cumpleaños.

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Antonio escribió un poema que se llama 'Confinados' y que expresa cómo veía que se le agotaba el tiempo encerrado tras los cristales. Ahora sabe que ha escampado. «Todo nace y muere... también morirá este virus», predice.

En la residencia EntreÁlamos corre la alegría por los rincones de su sala Acacias. La voz cantante la lleva don Francisco, que es cura y residente a la vez. Dirige a sus vecinos como si fuese un coro. Sinforosa hace los solos. No deja ni una nota sin cantar. «La verdad es que canto todo el año. Cuando no es Navidad me gusta 'Angelitos negros' de Machín'», aclara. El contraste con hace un año es inmenso. Ahora, al menos, pueden hacer vida reorganizados en grupos burbuja. Han vuelto los familiares con sus visitas, las comidas y cenas especiales en las fechas señaladas y hasta tienen posibilidad ahora de comprar regalos en un mercadillo navideño, en el que pueden comprarle chuches a los nietos o libros.

Árboles de Navidad en cada esquina y un inmenso nacimiento ponen cara a las fiestas en esta residencia junto al pantano de Cubillas.

Atrás quedan las fiestas del año pasado donde no podían entrar familiares y se iban aislando a los residentes si se contagiaban de covid. Por eso, la Navidad de este año tiene una simbología especial. Todo se disfruta.

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Don Francisco sigue con los villancicos. Va dando un repaso a los clásicos y se queda con los religiosos. Allí no suena 'Jingle Bells'. En el mercadillo los abuelos pueden comprar regalillos para los suyos que este año sí podrán visitarlos en Navidad. Estos gestos les devuelven a la normalidad.

Generar ilusión

La directora de la residencia, Ana Belén García, recuerda la importancia de generar ilusión entre los mayores sobre todo en estas fechas. Y más aún después de lo que vivieron el año pasado.

En la sala Acacias suenan las panderetas y huele a chocolate. Las cuidadoras tienen gestos de cariño con los residentes. La alegría se percibe en el ambiente. Mila está pendiente en la esquina de la sala. Pregunta si el reportaje es para el periódico. «Quién no conoce el IDEAL», dice con una sonrisa. A ella le gusta escuchar los villancicos, le transmiten felicidad.

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Mientras cantan, las penas se van marchando y hasta Lola Vega que acaba de llegar del oculista con un pronóstico que no es muy favorable, se sienta junto a los residentes para pasar la mañana en este ambiente navideño.

Hay muchas actividades. Un bingo especial, un concierto de navidad de Rocío Jurado. Antes entraban coros a cantar. Ahora un cantante solo con su prueba hecha y todas las garantías de seguridad. También hay merienda con un castañero profesional, un taller de adornos navideños y una proyección de Raphael con palomitas y refrescos. Están contentos. Han dejado atrás la habitación y al fin pueden volver a celebrar las fiestas.

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Las puertas están cerradas al virus pero se han quedado abiertas para que vuelva el espíritu navideño. Han pasado de la soledad a la pandereta.

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