Joseline Pineda viene tres días a la semana al Hospital Clínico San Cecilio, a la planta de Hemodiálisis. Tiene que estar cuatro horas conectada a una máquina para paliar la insuficiencia renal que padece. Así lleva dos años, a pulmón. El año pasado se quedó embarazada ... y el equipo médico se volcó para que Elvis pudiera llegar sano y salvo a casa. Lo consiguieron. El 14 de febrero nació el pequeño bebé milagro, prematuro y necesitado, pero fuerte. Muy fuerte. Tanto que se trajo un precioso pan bajo el brazo que ha cambiado la vida de su familia.
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«Desde que nació Elvis, la vida es más bonita», sonríe Joseline, hondureña de 32 años, madre de otras dos niñas, Daniela y Geisel, de 15 y 10 años. «Al principio lo pasamos muy mal, la verdad... pero ahora estamos muy bien». En aquel momento, su marido, también Elvis, no tenía trabajo y estaban a punto de quedarse en la calle. «No había casa, pensaba en mis hijas, en el bebé... era angustioso. Pero con el periódico se conoció nuestra historia y nos ayudaron». Óscar, encargado del servicio de limpieza del hospital, le ofreció un trabajo a Elvis. «Sí, ahora trabaja aquí», apunta alegre Joseline. Además, les ayudaron a gestionar los papeles para encontrar otra vivienda en Ogíjares, donde el pequeño Elvis crece sano. «Estamos muy felices. Mi pequeño vino con un gran pan bajo el brazo», ríe divertida.
Y, a juzgar por el aspecto de Elvis, trajo un buen pan. «¡Está grande! –exclama la madre–. Y está muy bien, pero como fue prematuro lo traigo a rehabilitación los jueves». Ana Delgado, nefróloga, ha seguido todo el proceso y cada semana, cuando ve a Elvis, no puede evitar darle un sentido achuchón. «Qué alegría verte –dice la doctora, madre de Antonio, que se pone muy contento cuando su madre sale en historias tan bonitas–. Joseline está más cerca de un trasplante, así que estamos más cerca también del fin de la hemodialisis». Es decir, el fin de vivir enganchada a una máquina, porque todo lo que rodea a la planta de Hemodiálisis se ha convertido en algo más hondo, en su «otra familia».
Lourdes, además de enfermera del servicio, es vecina de Joseline en Ogíjares, por lo que mantiene el contacto fuera del hospital. «Hay que destacar el papel de la trabajadora social de Ogíjares, Emilia, y la de la Asociación de Enfermos Renales, María, que han formado con nosotras una red de ayuda». Eduardo, enfermero, mira a Elvis y piensa en lo poco que le queda a él para ser padre. «Nos sentimos muy orgullosos y creo que, efectivamente, nos hemos convertido un poco también en su familia. Estamos muy contentos de ver a Elvis creciendo sano y, una buena señal, a Joseline ganando peso».
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Joseline agarra la portada del periódico del 19 de marzo de 2024 y vuelve a su propia historia, a aquel beso sincero que tanto tenía por contar. «Sí, he recuperado peso. El pan bajo el brazo», bromea entre risas. ¿Y cuál es el deseo de año nuevo? «Trabajo, salud y, pues... –la voz se quiebra y se le saltan las lágrimas–. Estoy triste porque perdí a mi padre hace quince días... A ver cuándo lo volveré a ver. En alguna parte estará cuidando de nosotros. Sí, así lo creo».
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