![Andrés, Manuel, Ana y Nehemías, en la Caleta de Granada.](https://s3.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/202212/12/media/cortadas/Cuento%20de%20Navidad%20la%20Caleta-kl8G-U19016896478s3D-984x608@Ideal.jpg)
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Charles Dickens vive en La Caleta, bajo el resplandor de la cruz verde que preside en todo lo alto la fachada del hospital Ruiz de Alda, renombrado como Virgen de las Nieves. Bajo la visera de la entrada al aparcamiento subterráneo, junto al gimnasio al aire libre con sus aparatos para estar en forma y tener buena salud viven también Manuel, Andrés y Nehemías su Cuento de Navidad, ese villancico cochambroso, con fábula moral para toda la infancia del mundo, que el literato dejó escrito en 1843 para convertir el pasado, el presente y el futuro de nuestras vidas en una lección que todos debemos aprender.
Ni siquiera falta Ebenezer Scrooge, el personaje lúgubre y maldito del dickensiano Cuento de Navidad. Esta vez, en Navidades de 2022, viene vestido de enfermedades, hambre, frío, sin techo y sin hogar, adicciones y trastornos mentales. No es más que el ambiente que se vive en La Caleta cada noche del año, pero que imbuidos del espíritu navideño, no hace sino petrificar más si cabe el alma de cada persona.
Manuel tiene un pasado. Era maravilloso más o menos. Nacido en Granada y vecino del distrito Norte del barrio de La Paz. a las 18 o 19 años ya era padre de tres hijos. «Todo cambió un día que la Guardia Civil se lió a tiros porque andábamos dando el palo en una gasolinera en Pinos Puente y terminé en el talego». Así, sin anestesia te lo cuenta Manuel mientras se coloca el adorno navideño en la cabeza y se sienta en su camastro, sobre la loseta isabelina de la plaza de la Caleta. Su presente. El Cuento de Navidad, entonces, no es más que una ironía sin gracia y sin sentido. Habrá que seguir leyendo el Cuento de Navidad de Charles Dickens para ver qué futuro le depara.
Mientras tanto, no dejan de pasar capítulos que son historias en la Caleta. Ana Sánchez, presidenta de Calor y Café, los visita cuando cierra la sede de la asociación. «Tenemos fichadas a cuatrocientas personas a las que atendemos regularmente. Muchas han pasado por la Caleta».
Todas las personas sin hogar conocen a Ana y la reconocen. Es como luz blanca. Ytodos, incluso Manuel, del que ya conocemos su pasado y presente, ven en ella su futuro.
–¿Dónde vas a pasar la Nochevieja?
–'An ká' de la Ana
La respuesta de Manuel llega directa al corazón. Su futuro no va más allá de un par de días por delante. El 31 de diciembre es el horizonte único que importa. Lo demás, un agujero negro sin esperanza.
Normal. Es probablemente el único día de fiesta en su azarosa vida. Calor y Café abre sus puertas en Nochebuena y en Nochevieja para cumplir con la función de su nombre. Lo explica Ana. «A las 19.30h empezamos a preparar todo el comedor con sus manteles, las sillas, lo ponemos todo bonito. Con lo que la gente de Granada nos trae estos días hacemos las dos noches. Los granadinos son muy generosos. Los voluntarios se visten con pantalón negro camisa blanca y su pajarita. Vienen familias de voluntarios con sus hijos y escriben los nombres y se ponen con imperdibles en las pecheras para saber todo el mundo cómo se llama». Esto es calor del bueno.
«Pedimos a la gente de Granada langostinos cocidos, es el plato estrella. Se ponen morados. Después, empanadas de carne y de atún para los musulmanes. Tortilla de patatas y embutidos. Refrescos, porque aquí no se sirve alcohol, dulces de Navidad y pasteles. Estamos hasta la una de la mañana. Alguien toca la guitarra y cantamos villancicos.
Termina este Cuento de Navidad. Pero el libro no se cierra. La historia tampoco ha terminado. Ebenezer Scrooge, sigue ahí.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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