Alba fue a Marte y eso no se olvida. «Me emociono muchísimo al recordarlo porque fueron dos semanas muy intensas», dice la granadina, paseando por la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada. «En realidad estuvimos preparando el proyecto alrededor de un año ... antes... Uf, se me hace nudo en el estómago. Gracias al viaje a Marte descubrí qué quería personal y profesionalmente en mi vida». El Marte de Alba Sánchez Montalvo, granadina y biotecnóloga de 28 años, estuvo en realidad en el desierto de Utah, donde vivió aislada en abril de 2024 junto a un grupo de científicos de todo el mundo.
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A la vuelta, la cara de Alba aterrizó en el prime time. «¡Fue un boom! –ríe– Gracias al reportaje de IDEAL empezaron a llamarme de cadenas de televisión, radios, podcasts... ¡Me encantó poder compartir el viaje! Luego también di algunas charlas a estudiantes, pero todavía no he venido aquí, a mi facultad. Ojalá suceda pronto...», guiña.
La experiencia en Utah fue «inolvidable» y ahora se siente capaz de todo. «¿Astronauta? Yo me veo, sí –ríe otra vez–. Pero es súper complicado. Para las últimas plazas hubo más de 20.000 candidatos... Pero yo ya tengo mi propuesta». La propuesta es muy concreta: estudiar cómo cambia la microbiota intestinal en microgravedad y cómo se vincula con diferentes síntomas relacionados con la depresión, la ansiedad y el estrés. «Se está viendo que muchas infecciones que empiezan en la cavidad oral tienen cada vez más relación con enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer». Así que ahora, Alba tiene un reto por delante. «Antes no tenía una pregunta de investigación que quería responder. Ahora sí y la he encontrado en Marte».
Alba ha vuelto a Granada, aunque sigue enfrascada en los últimos experimentos de su tesis doctoral, que está haciendo en la Universidad de Lovaina, en Bruselas. «He estado cuatro años allí, lejos de la familia, y tenía ganas de volver. Espero tenerlo todo terminado para marzo. Ya estoy pensando en lo que vendrá después». ¿Y qué hay después para una joven científica sobresaliente que ha participado en una misión excepcional en una simulación marciana? Ella usa dos palabras: «Impotencia y frustración».
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«Te aseguro que en España tenemos la mejor formación con diferencia. Lo he comprobado. El problema es que luego no retenemos a esa gente porque no hay inversión en ciencia», lamenta Alba. «He vuelto después de cuatro años y medio en el extranjero con un buen currículum... Pensaba que, al volver, habría algo seguro. Pero ahora estoy aquí y me encuentro que si quiero seguir en investigación es prácticamente imposible. He solicitado casi todos los puestos a los que puedo aspirar en España. Me dicen que tengo un perfil muy interesante pero que no pueden contar conmigo. No hay financiación». Aunque su sueño sería entrar en algún grupo de la UGR, ha empezado a tocar puertas en el sector privado e, incluso, al otro lado del océano. «Tengo una reunión con la NASA, para evaluar la posibilidad de llevar mi proyecto a Estados Unidos... Allí hay más inversión».
Alba llena los pulmones, expulsa el aire y sonríe convencida. «Sea como sea lo voy a conseguir. Quiero pensar que en algún momento saldrá el próximo viaje. Y será bueno».
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