Uno de Borbones: érase una vez…
Lamento que ese follón salpique a nuestro actual rey Borbón Felipe VI, porque este señor hace bien su trabajo y está pagando los platos rotos del padre.
Adela Tarifa
Jaén
Miércoles, 18 de diciembre 2024, 23:33
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Adela Tarifa
Jaén
Miércoles, 18 de diciembre 2024, 23:33
A veces escribo cuentos para mis nietos. Hoy va uno de adultos, ahora que tenemos la Navidad encima y eso aviva la imaginación. Es que la vida real con frecuencia supera la ficción. Por ejemplo, este cuento empieza contando que había una vez un lugar ... llamado España en el que reinaban unos monarcas franceses desde el siglo XVIII. Sin embargo los políticos españoles del siglo XXI estaban empeñados en comenzar otra guerra con los franceses, provocándolos. Así un día que era fundamental para Francia porque reinauguraban el símbolo mayor de su 'grandeur' pasado, Notre Dame, restaurada tras un incendio, aunque nos invitaron a asistir al evento y allí no faltó ningún mandatario mundial, ni nuestro Rey de origen francés ni nuestro presidente del gobierno, que por entonces se llamaba Pero Sánchez, quisieron acompañar ese día tan especial a los vecinos gabachos. O sea, que les dieron una bofetada diplomática donde más dolía y sin causa justificada, que se sepa. Salvo que la causa sea que el ministro de Cultura español es comunista y se niega a pisar una catedral católica. Sin embargo las mezquitas musulmanas les encantan a los comunistas, y con el papa Francisco se llevan divinamente: nuestra vicepresidenta se pirra por visitar el Vaticano. Este es un enigma más a resolver: ¿Por qué el Papa Francisco mola tanto los estalinistas y les cae tan mal el país de la Marsellesa, la igualité, liberté y fraternité ? Ahí lo dejo, para seguir con el cuento de cómo llegaron a España aquellos reyes franceses de la dinastía Borbón y sobre el lío que montaron entonces.
Del lío de hoy no toca hablar porque me falta espacio en esta hoja. Es que echan chispas todas las teles amarillas sobre los amoríos pretéritos del rey Borbón emérito con una vedette llamada Bárbara Rey, nombre que cae pintado a la artista, porque según los expertos en erotismo la señora tiene un cuerpazo bárbaro, y se apoda Rey por pura lógica. A mí estos bárbaros amoríos no me importan, salvo el bárbaro pastón que la amante sacaba al monarca, que pudo salir acaso de fondos públicos. O sea, de mi bolsillo. También lamento que ese follón salpique a nuestro actual rey Borbón Felipe VI, porque este señor hace bien su trabajo y está pagando los platos rotos del padre, un vicioso impenitente que pasó la vida de cama en cama, según cuentan, imitando a su augusto abuelo Alfonso XIII que pobló de hijos media España. Es una pena que ya no se estile lo de poner apodos a los reyes como antaño, cuando uno era llamado el Impotente, otras los Católicos, o bien el Sabio, el Emplazado, el Santo, el Casto, el Conquistador, el Hermoso, la Loca. O el rey Prudente. Esa moda de los motes pasó, pero era útil a los estudiantes. Por ejemplo, ya metidos con los Borbones, el primero, Felipe V, bien pudo apodarse el Mediocre o el Desdichado; y Fernando VI sería el Demente, Carlos III el Constructor, Carlos IV el Bobo, Fernando VII el Traidor, Alfonso XII el Melancólico, Alfonso XIII el Lujurioso, y Juan Carlos I, el Picaflor, hasta llegar a nuestro Felipe VI, que yo llamaría el Ejemplar, aunque nos ha faltado verlo en la inauguración de la catedral de París. No le habrá dado permiso don Pero Sánchez, el Mentiroso, o doña Yolanda, la Modelitos, digo yo.
Pero vuelvo al cuento de aquel país llamado España que inauguró el siglo XVIII con un Borbón, Felipe V, que nos metió, involuntariamente, en la Guerra de Sucesión. Es un tema que tengo muy fresco en la memoria pues sobre él di una conferencia hace poco en unas Jornadas de historia militar que organizo la UNED de Jaén, en colaboración con el Ministerio de Defensa, en Martos. A mí me tocó inaugurarlas hablando de esta guerra en el antiguo Reino de Jaén. Por eso ahora, viendo lo que se cuenta en los noticiarios sobre las juergas pasadas de nuestro emérito Borbón, acogido a sagrado territorio del Islam en su vejez, quise recordar la historia de la llegada del primer Borbón a lo que antaño se llamaba Nación española. Y, al revivir la amarga biografía de aquel muchacho francés que vino a gobernarnos contra su voluntad en 1700, sentí compasión por él. Sinceramente creo que no fue una mala persona. Es que con todo su poder absoluto, criado en la escuela de su abuelo el Rey Sol, con todo lo que pesaría en su frágil espíritu aquella infancia desdichada que le tocó en suerte, la tiranía moral de un preceptor implacable como Fenelón, el rechazo de tantos españoles al llegar, la prematura muerte de seres queridos, la ambición y el autoritarismo de su última esposa Isabel de Farnesio, y su probada enfermedad mental, Felipe V hizo cuanto pudo por ser honesto con los españoles y dio los primeros pasos para que una tímida Ilustración iluminara la tétrica España que heredó de Carlos II, donde, como escribió Palacio Atard, todo se compraba y vendía, cargos y dignidades, y donde olía a podrido a distancia por la corrupción política. ¿Les suena a ustedes algo de este cuento referido al momento presente? Larga vida a nuestro rey Felipe VI y suerte, porque la va a necesitar.
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