Violencia poliédrica
Cuando el papa Francisco, alma bendita, dice que el islamismo es religión de paz, da un poco de miedo su cándida ternura
Adela Tarifa
Jaén
Miércoles, 1 de marzo 2023, 22:37
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Adela Tarifa
Jaén
Miércoles, 1 de marzo 2023, 22:37
A final de enero un ciudadano marroquí residente desde 2022 en Algeciras protagonizó un atentado en el que hirió a varios vecinos y acabo con la vida de Diego Valencia, sacristán de una parroquia. El juez de la Audiencia Nacional Joaquín Gadea, ordenó la detención ... de Yasine Kanjaa, y relacionó este suceso con el salafismo yihadista. Estaba claro que este sujeto tenía en su cabeza odio a los cristianos cuando buscó iglesias para atacar, mientras clamaba a Alá, el grande y misericordioso. Cumplía con mandato de la Guerra Santa. Por suerte inmensa la mayoría de musulmanes no lo ponen en práctica.
Este nuevo atentado terrorista deja al descubierto muchas vergüenzas, ajenas y propias. Empecemos por aclarar que este individuo llevaba aquí casi dos años localizado por la fuerzas de seguridad del Estado. Se conocía su llegada ilegal a Gibraltar, y su expulsión inmediata de ese peñón que desde Felipe V decora la bandera británica. Allí no se andan con contemplaciones. Es que entre los ciudadanos de la roca con más valor estratégico del mundo, los transeúntes españoles que les sirven, algunos turistas y sus monos, allí no cabe un alfiler. Así que un sujeto peligroso tardó instantes en verse fuera. Por suerte estaba cerca España, donde las leyes contra los delincuentes son tan algodonosas como quienes nos gobiernan y los que les votamos.
Así fue como este islamista radical estaba instalado hace dos años en una infravivienda algecireña, en calidad de okupa (otra figura legal y singular española) viviendo no se sabe de qué; posiblemente de la caridad de Caritas o de Cruz Roja, o por las obras pías de parroquias como las que este sujeto eligió para practicar lo que le habían enseñado desde chico en la mezquita. Allí, cerca de sus víctimas, las mismas que le daban de comer, fue alimentando el odio a los infieles y pensando en el modo de hacerles la Guerra Santa para alcanzar el Paraíso.
Su rechazo a los cristiano crecería comprobando que él, depositario de la única religión verdadera, era pobre entre los pobres en Al-andalus, el paraíso terrenal que infieles cristianos arrebataron por las armas a sus antepasado. Menuda injusticia. Estas ideas son las que pueblan el subconsciente colectivo de los islamistas radicales que nos miran con rencor desde los países vecinos sumidos en la pobreza. No echan la culpa de sus desdichas a malos gobernantes propios, sino a los vecinos cristianos. O sea, que estamos encima de un volcán y no lo vemos. Hasta que estalla el fuego por alguna fisura y nos llevamos las manos a la cabeza.
Otro perfil de este problema es que el vecino Marruecos nos tiene sujetos por donde más nos duele y chantajea a nuestros gobernantes tras espiar hasta sus móviles. Si fuéramos conscientes de lo que se esconde bajo esta diplomacia navajera, saldríamos huyendo. Pero como en casi todo, vivimos con esa filosofía tan nuestra de dame pan y dime tonto. Es que a este individuo se le intento deportar a Marruecos, y cuando llegó a la puerta de su casa nos lo devolvieron diciendo que nos lo comiéramos con papas. Pero está claro que la madre que engendró a este tipo era de Marruecos. No habría que buscar mucho para encontrar allí a sus progenitores, pero no interesa.
Queda por ultimo aquello tan idílico de «la alianza de civilización». Yo no dudo que la inmensa mayoría de musulmanes son pacíficos; es que tengo buenas amigas musulmanas desde la adolescencia. Pero me parece milagroso que no practiquen lo que pone clarísimo el Corán. Por ejemplo, en la sura VIII, versículo 40, refiriéndose a los infieles, dice: «Combatidles hasta que no haya …más culto que el del Dios único», y en la sura XLVIII, vrs 13: «Hemos preparado un brasero ardiendo para los infieles que no han creído en Dios y en su apóstol»; o esta perla contra los infieles (sura II, vers. 187): «Matadles donde quiera que los halléis y expulsadles de donde ellos os hayan expulsado..». O sea, que cuando el papa Francisco, alma bendita, dice que el islamismo es religión de paz, da un poco de miedo su cándida ternura.
Para terminar: cuentan que el asesino de Algeciras está mal de la cabeza. Eso da más miedo todavía, sabiendo que en España, por las mismas leyes descafeinadas que nos rigen contra peligrosos y malos, pululan sueltos infinidad de sicópatas propios. Encima admitimos a los de fuera. O sea, se mire por donde se mire, es un asunto de muchas caras, y todas mal resueltas por los gobernantes. Yo hoy traslado mi pésame a los familiares del fallecido. De ellos no se acordará casi nadie cuando salga esta papelera. Solo paso hace un mes. Otra característica muy nuestra es la mala memoria histórica.
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