Adiós, Carmen, adiós
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LA TREPOLINA ·
La marcha de la vicepresidenta es casi vitoreada en Jaén, donde aún suenan los ecos de la operación de Hervías o de su espantajo: lo que Fran ha unido que no lo separe OrozcoCarmen la del Colce, no la de Merimée; Carmen, la del calvo a Jaén y provincia en febrero pasado, con la macrobase logística del Ejército para su Córdoba natal, deja el Gobierno de España, adiós muy buenas, con la remodelación anunciada ayer. Saca el güisqui ... cheli para el personal y vamos a hacer un guateque..., aunque sea por mimetizar con la longeva política. Segundas partes no suelen ser buenas, y no digamos terceras. De la etapa de Calvo como consejera andaluza de Cultura quedó el Teatro Infanta Leonor, el expediente de Úbeda y Baeza como Patrimonio de la Humanidad o la reivindicación del Museo Ibero, vestida incluso de ibera. Después, como ministra, llegó la cesión, por fin, de la cárcel vieja y de su terreno para tal fin (en la foto muestra el documento al entonces alcalde, Miguel Sánchez de Alcázar, en presencia del subdelegado Fernando Calahorro, en 2004). En cambio, como vicepresidenta deja un enorme cabreo y malestar por lo que todo indica que fue un caso de libro de trilerismo y de arte de birlibirloque, con la sospecha, el tiempo dirá o no, de ir preparando su candidatura a la alcaldía.
La remodelación deja también un tercer ministro de Cultura en tres años, en una especie de agitación a lo Zygmunt Bauman y su 'modernidad líquida', donde todo es precario, provisional y ansioso de novedades, desde el trabajo al matrimonio. Porque cuando ya nos habíamos aprendido el nombre completo de Rodríguez Uribes y le poníamos cara tras su primera visita, hace solo dos meses, van y lo cambian. Al menos puso en marcha las reuniones de los técnicos del Ministerio y de la Junta para que el Museo Ibero tenga algún día colección permanente, leyó en corro y en silla de anea 'Los pazos de Ulloa' en un olivar marteño en flor y le dio tiempo a visitar las obras que terminarán de una vez con las filtraciones en la Catedral, aprobadas por su antecesor, José Guirao, de quien Uribes ha sido en el caso de Jaén su albacea. Deja pendiente entre otras cosas la conversión del MIb en museo nacional, ahora en manos de Iceta, que parece tener más poder ejecutivo y llevarse bien con el PSOE jienense, siempre que le dé tiempo antes de que lo cambien.
Y la marcha de Ábalos de Transportes deja la sensación de un regresar al kilómetro cero para mejorar las comunicaciones de la provincia, sobre todo ferroviarias; mientras que con la continuidad de María Jesús Montero en Hacienda no habrá que explicarle a nadie nuevo la situación, peor que mala, de las arcas de la capital, lo cual no es garantía de nada, como se ha visto, pero al menos ahorra tiempo y energía.
En Ciudadanos siguen como en 'Diez negritos' de Agatha Christie: «Uno se asfixió y quedaron nueve. Nueve negritos estuvieron despiertos hasta muy tarde; uno se quedó dormido y entonces quedaron ocho...». Ven a Fran Hervías por todas partes, el entonces constructor del partido (en la foto, con barba, en 2018 en Jaén) y ahora su liquidador desde un despacho del PP. Sea verdad o no, así lo creen. Por ejemplo, en las crisis municipales en estéreo de Granada y Jaén. Arrimadas lo dejó apuntado el lunes en Baeza, donde Juan Marín elogió a la edil María Orozco de no haberse «vendido por un puñado de monedas». Lo cual no gustó, lógico, a los tres concejales que dejaron el gobierno municipal. Orozco está convencida, y así lo dice en la entrevista que hoy publicamos, que la quisieron aburrir para que dejara el acta y que hubo quien la invitó a sumarse a la moción de censura. Aunque no diga quién, solo pudo ser el PP, que no ha ocultado, ni tiene por qué, su intención. Y si no se presentó es porque sin Orozco no salían las cuentas.
Cs ha mantenido el pacto con el PSOE en Jaén porque fue lo acordado y porque no ha visto grandes motivos para romperlo. Y quizá también porque detrás vieron la mano de Hervías meciendo la cuna, lo que explicaría la forma tajante de defender el pacto y de censurar a quienes lo han roto. Porque si los tres ediles salientes lo hubieran hecho por interés crematístico, menudo negocio.
Hervías habría actuado sin querer de pegamento, para beneficio socialista: 'los enemigos de mis amigos son mis enemigos'. Y como al final conservan el gobierno local, aunque ahora sin mayoría absoluta, pues se dan con un canto en los dientes.
Julio Millán, de hecho, afirma no guardar rencor, incluso dice que habría intentado reconstruir los puentes, «aunque la confianza cuando se rompe no se puede pegar». No se arrepiente para nada, por ejemplo, de estos dos años de gobierno con María Cantos, Francisco Díaz y Miguel Castro, y hasta les reconoce que en este tiempo «han sido generosos también» en la gestión conjunta de un equipo de gobierno que considera que, en líneas generales, ha trabajado bien y en un momento tan difícil como la pandemia.
Coincide en que, como telón de fondo, había una moción de censura para quitarle de alcalde, pero que no les salieron las cuentas, porque Cs y Orozco se mantuvieron fieles a lo acordado, pese a los intentos para quitarle a la concejala la tenencia de alcaldía o que se fuera por su propio pie. «Al final, se han hecho el haraquiri». Cree no obstante el alcalde que no se merecían la salida que están teniendo del gobierno y del partido, pero que la decisión fue de ellos.
Por su parte, Orozco señala que intentaron dejarle sin liberación (sueldo municipal). Quizá por ello no sorprende que ahora sea el partido el que quiera hacer lo mismo con los tres ediles a los que ha abierto expediente. Sobre la posible incompatibilidad de Díaz como empleado municipal, se hará lo que diga el informe encargado al secretario del Ayuntamiento.
Y en medio de la acritud por la ruptura de los últimos días, de los grandes nombres y titulares de la remodelación del Gobierno de Pedro Sánchez y del ruido político habitual, hay pequeños gestos (foto principal) como el de la delegada de la Junta, María José Lara (PP), y la concejala María del Carmen Angulo (PSOE), regando, modesta garrafa en mano, los almendros plantados en la ladera sin árboles del Cerro de Santa Catalina, el pasado viernes, cuando ya las calores apretaban. Un gesto chiquito que recuerda aquel popular texto de E. F. Schumacher de 1973, 'Lo pequeño es hermoso: economía como si la gente importara'. En este caso, política como si la gente importara.
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