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La Carrera ·
Los caprichos del destino han hecho coincidir una pandemia con unos gestores obsesionados con detentar el poderjosé ángel marín
Lunes, 19 de octubre 2020
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La Carrera ·
Los caprichos del destino han hecho coincidir una pandemia con unos gestores obsesionados con detentar el poderjosé ángel marín
Lunes, 19 de octubre 2020
Es lo que hay frente al virus: desconcierto y reinos de taifas. Cada uno toca su pito y la murga suena de pena. El show político adoba de insultos la letrilla del 'divide y vencerás' que viene de perlas al Covid, y oscurece aún más ... el ya negro agujero de la economía.
Dentro y fuera más adobo de desgobierno. Si miramos a Europa, vemos que cada país hace la guerra por su cuenta a la pandemia con un saldo que dinamita el europeísmo. Aquí, en la casa de tócame Roque en que se ha convertido España, el asunto se lía: Que frente al virus cada autonomía haga de su capa un sayo, desnuda las vergüenzas del modelo territorial español, incapaz de frenar una emergencia de alcance no solo sanitario. Basta con ver que las indicaciones del ministro Illa no vinculan a los territorios; son meras sugerencias que se pasan por el forro las distintas autonomías. Y como la crisis va a más, una pregunta espesa ya el aire. Esta: ¿Cuál sería el modelo territorial más efectivo cuando pintan bastos?
Una cosa es la propagación del virus y otra el descontrol en la gestión de la crisis. Y si aquí contamos con expertos competentes y, aun así, no se logra homogeneizar la respuesta al contagio, la conclusión que saco es que todo este desconcierto tiene unos responsables.
De la escalada del virus, de los ataques a la separación de poderes, de las maniobras contra los jueces, de la degradación constitucional y la quiebra institucional, en definitiva, de la previsible ruina, hay responsables.
Los caprichos del destino han hecho coincidir una pandemia con unos gestores obsesionados con detentar el poder, con unos fulleros de manual, con una colección de cenutrios que carecen de escrúpulos, de ética y de empatía. Sí, estamos en manos de unos tahúres hiperbólicos que parecen sacados de una novela negra, unos tipos tabernarios, sociópatas y narcisistas que sobrevaloran su imagen y sus capacidades personales, sí, unos gachupines que no tienen empacho en lucir ramplonería porque saben que nunca responderán de cuanto digan o hagan. A estos berroqueños de la política compramos el humo que venden e incluso los vitoreamos. Hemos puesto al timón a una casta extractiva solo ocupada en que no los persigan las togas. Unos tipos a los que la hemeroteca se la suda.
Nada descubro al afirmar que el poder o se embrida o se va de madre llevado de querencias totalitarias. Esto ya lo dijeron los ilustrados que dotaron de argumentos a la Revolución Francesa, y lo ratificaron al diseñar el orden constitucional que evita atracos entre instituciones, tan frecuentes en el ruedo ibérico.
Es evidente que el poder corrompe y si es absoluto corrompe absolutamente. Adobados vamos si todo va a depender de relaciones parasitarias, si las élites usan las instituciones en propio beneficio o en el de su clan. Lo reitero con Montesquieu: Todo hombre revestido de poder se inclina a abusar de él, yendo hasta donde encuentra límite y se topa con la horma de su zapato.
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