La enseñanza pública es uno de los instrumentos que emplean las ideologías totalitarias para adoctrinar a la sociedad. De ahí que dediquen con denuedo todos sus esfuerzos para fomentar esta educación, a la vez que ponen todo tipo de trabas a la enseñanza concertada y ... la privada. De poco sirve que el artículo 27 de la Constitución establezca que: «Se reconoce la libertad de enseñanza» —valor superior del ordenamiento jurídico junto con pluralismo político—, porque para el estatalismo la enseñanza pública constituye un instrumento adoctrinador. La educación nunca será neutral, porque presupone una visión del hombre, del mundo y unos valores. Quizá por eso no hayamos conseguido un pacto educativo, lo que justifica aún más el pluralismo educativo. Desde 1978 los socialistas han aprobado la LODE de 1985, la LOGSE de 1990 y la LOE de 2006; y los populares la LOCE de 2002 (que no entró en vigor) y la LOMCE de 2013. Ahora, con la tramitación parlamentaria de la LOMLOE, la ministra de educación del Gobierno socialista-comunista, se propone implementar una ley dictatorial durante el estado de alarma (sin el consenso social ni el dictamen del Consejo de Estado); estatalista (estrangulando a la enseñanza concertada); adoctrinador (imponiendo su ideario ideológico) y liberticida (porque no admiten que los padres disientan del pensamiento único).
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La deriva totalitaria de las políticas intervencionistas de este Ejecutivo sectario, queda reflejado en película de ficción británica de utopía pesimista '1984', dirigida por Michael Radford, basada en la novela homónima (1949) de George Orwell. Este escritor crearía el personaje del Gran Hermano que lideraba de forma omnipresente un gobierno totalitario; su protagonista Smith trabajaba en el Ministerio de la Verdad del partido único ('Ingsoc', socialismo inglés), que se encarga de revisar las noticias y modificarlas para que sean publicadas. Dentro de este estado policial y adoctrinador, uno de los mensajes repetidos es: «La guerra es paz, la libertad es esclavitud, la ignorancia es fuerza». La 'Gran Hermana' Celaá ha propagado al modo estalinista, fascista o nazi, que la educación de los hijos corresponde al 'Ministerio de la Verdad' social-comunista; para que los padres desistan del derecho a que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones. Poca confianza deben de tener en esta ley ideológica sus mentores —digna de regímenes como el de Corea del Norte, Cuba o China—, cuando hipócritamente llevan a sus hijos a la enseñanza privada. La 'Gran Hermana' adoctrina con la asignatura 'Valores Cívicos y Éticos' (art. 25.7); una 'Educación para la Ciudadanía' de Zapatero. La obsesión de la 'Gran Hermana' por el sexo —con todas las mujeres del vicepresidente: Tania, Dina e Irene— crean la exigencia de la «transversalidad de la educación afectivo sexual» (art. 24.5), suplantando a los padres. Pero todo tiene que estar orientado según «la perspectiva de género» (art. 22.3), un mantra del marxismo cultural, para corromper a los jóvenes desde su más tierna infancia; se expropia a los padres el derecho que les asiste a protegerse de la ingeniería social, porque a los niños no los va a conocer ni la madre que les parió. El objetivo a conseguir ya lo apuntó Chesterton: «quitad a vuestra vida lo sobrenatural y no os quedará lo natural sino lo antinatural». Por eso habrá que ir eliminando la asignatura de religión y que deje de ser evaluable; la nueva religión será el ideario laicista.
Ante este panorama asfixiante, no es de extrañar que uno de cada cuatro padres quiera elegir para sus hijos un tipo de enseñanza distinta a la que impone la 'Gran Hermana'; se trata de una demanda social con un millón doscientos mil alumnos y dos mil centros de enseñanza católica, que emplea a más de cien mil profesores. Pese a que la educación concertada ahorra al Estado más de 3.500 millones de euros, el sectarismo adoctrinador gubernamental lleva a no ayudarles ni en un euro, de los dos mil millones de ayudas por la crisis del coronavirus. Como diría Ortega y Gasset: «España es el problema y Europa la solución»; también habrá que solicitar el rescate de la libertad a los frugales países europeos, ante el desvarío comunista. De la calidad (el Informe PISA sigue suspendiéndonos) y la libertad de la enseñanza depende nuestro futuro.
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