Agradecimiento por la beatificación de María Emilia Riquelme y Zayas
He querido que transcurran unos días desde el pasado 9 de noviembre para escribir estas palabras
juan antonio lópez frías
Martes, 19 de noviembre 2019, 01:59
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juan antonio lópez frías
Martes, 19 de noviembre 2019, 01:59
He querido que transcurran unos días desde el pasado 9 de noviembre para escribir estas palabras. Ese día tuvo lugar en Granada un acontecimiento que me atrevo a calificar como histórico: la beatificación de una mujer granadina en nuestra Santa Iglesia Catedral, la madre María ... Emilia Riquelme y Zayas Fernández de Córdoba, fundadora de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, conocidas cariñosamente como Riquelminas. Y he querido dejar pasar ese tiempo para no escribir exclusivamente con la emoción de lo vivido, con los sentimientos. No sé si voy a conseguirlo.
Hemos vivido estos días en nuestra ciudad un acontecimiento de gracia y santidad para todo el pueblo de Dios y en particular para nuestra Diócesis. Esta experiencia ha de ser un gran impulso para acoger la llamada a la santidad que cada uno, desde su vocación personal, ha recibido. «No quiero ser santa sola», solía decir con insistencia Madre Emilia y, desde luego, que lo va a conseguir. Su figura y, por supuesto, la gracia de Dios, lograron reunir en la Santa Iglesia Catedral de Granada a casi cinco mil peregrinos venidos de todas partes del mundo. Fue un acto humilde y sencillo como era la madre Emilia y como es la Congregación que ella fundó. Pero también he de decir que fue un acto emocionante, seguido con una enorme devoción por todos los fieles que tuvimos la suerte de poder estar allí. Y este es el motivo de estas palabras: el agradecimiento.
Todas las personas que hemos participado en la organización de este hecho histórico queremos agradecer, además de a todas las instituciones, patrocinadores y colaboradores que han hecho posible este acto, al pueblo de Granada el cariño que ha mostrado a Madre Emilia, tanto en la ceremonia de su beatificación como en el traslado de su cuerpo por las calles de nuestra ciudad hasta la Casa Madre. Especialmente queremos agradecer a todos los que de manera anónima y generosa han querido colaborar con la beatificación, bien con sus donativos, o acogiendo en sus hogares a peregrinos venidos de todas partes del mundo, a los jóvenes voluntarios que han hecho posible que todos los actos se realizaran con total orden y belleza y a las comunidades religiosas que han sostenido estos actos con su oración fraterna.
Resaltar también la calurosa acogida recibida del Cabildo Catedralicio, y el cariño y entusiasmo hacia la causa, en todo momento, de nuestro arzobispo D. Javier Martínez. Y yo, particularmente, agradezco a todos los que han formado parte conmigo de la comisión de organización, su entrega y desprendimiento. Ha sido un auténtico lujo, o mejor, un don de Dios el ser humildes instrumentos suyos y participar en la beatificación de Madre Emilia. A mí, en concreto, el participar en ella me ha servido para experimentar una vez más que la Iglesia, en este caso reunida en torno a Madre Emilia, es una familia sostenida por el amor a Dios, en la que podemos vivir para siempre, sin complejos ni rubores, el que ha sido lema de la Beatificación: ama a Dios y no temas nada. Yo desde luego quiero vivir así. Muchísimas gracias.
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