De pronto en el amanecer destella un súbito arrebol, y el ocaso se llena de fecundos susurros. La brisa es una caricia candeal, igual que el soplo de un dios que se mete en las venas, como un sorbo de vino, y se hace íntima ... llama. Me siento brote nuevo, me siento nuevo surco en este otoño que comienza. Es una invitación a crecer mientras la vida se vuelve socrática y nos llama a pensar, a averiguar por uno mismo, y en su giro hacia adentro nos despierta el razonamiento. Es un tiempo para la contemplación. El aire se llena de palabras que se nombran cuando el mundo se hace inmarcesible, cuando el cielo es un foco de nuevos astros, de alientos lentos y hondos. Igual que las hojas van cayendo para mostrar la suprema desnudez de la naturaleza, el alma se desembaraza de sus prosaicas páginas y se hace crisol de poesía.
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Son momentos para escuchar a Juan Ramón Jiménez en su poema Otoño: «En una decadencia de hermosura, /la vida se desnuda, y resplandece/la excelsitud de su verdad divina.» La granadina Elena Martín Vivaldi (1907-1998), poeta, considerada como nexo entre la Generación del 27 y poetas de movimientos posteriores, como Antonio Carvajal o Luis García Montero, en una entrevista en Canal Sur Televisión (1989) hablaba del otoño. Decía que este tiempo está lleno de añoranzas y vestido de una tenue tristeza, pero también trae la alegría de la cosecha y la vendimia, de vida que empieza, de esperanzas. Un otoño en el que el alma se pone de pie al recordar sin nostalgias ni tristezas, desvelada, atenta, con un nuevo impulso que sobrecoge y hace vivir.
En otoño, según Martín Vivaldi, se ama más y el corazón se colma de presagios de futuro. Hay como un anuncio de dicha enredado en el aire: un otoño de pájaros y de amarillo gozo. Antonio Carvajal define a Elena Martín Vivaldi como la voz lírica más pura del siglo XX español, sin diferencias masculinas o femeninas.Sí, tiempo de pálpitos sajados, de lucernas que filtran versos, donde entre tantas voces aventadas, el próximo viernes en Sevilla la Asociación Colegial de Escritores, sección de Andalucía, celebrará su V Encuentro de Escritores rindiendo un homenaje a los escritores sevillanos Luis Cernuda y Javier Salvago, de la mano de los, también, autores Antonio Rivero Taravillo y Manuel Ángel Vázquez Medel. A Cernuda siempre hay que celebrarlo como raíz rotunda: el poeta más sensitivo de su generación, el más esquivo, el auriga de la sinestesia y la meditación.
A Javier Salvago es primordial celebrarlo, y significarlo. Guionista de radio y televisión (es el autor de casi todas las reflexiones que el personaje de El loco de la colina refería), columnista, escritor y, sobre todo, poeta. Ha publicado una docena de libros de poemas que han merecido premios como el Luis Cernuda y el Premio Nacional de la Crítica. Poeta de aparente sencillez, y sin embargo con impresionante intensidad poética y dominio técnico. El poeta y editor Abelardo Linares señala que Salvago «no es solo el mejor representante de la poesía sevillana del último medio siglo, ya de por sí extremadamente rica, sino también uno de los poetas más destacados de su generación».
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Por eso y porque el otoño se vuelve silente campana, secreto fulgor, me sumo viva y humildemente al reconocimiento. Mientras, la tarde se cubre con un velo de suaves matices que imitan los nenúfares de Monet y el cielo aguarda su vestido de raso rojo.
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