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¿Alguien sabe lo que es la democracia?

Que una ley sea legal no quiere decir que sea legítima. Digo esto por dos leyes de un hondo calado social, como es la vida y la educación

Domingo, 29 de noviembre 2020, 01:21

No temo equivocarme si afirmo que las dos palabras más usadas en el lenguaje político son democracia y herramienta, a veces van indisolublemente ligadas a costa de construir constantes anacolutos. Ninguno de los dos vocablos se suele usar con rigor semántico. Un político, en una ... breve alocución los usará más de una vez. A título de ejemplo, se habla de la peste porcina y el político de turno, zanjará la cuestión con esta frase lapidaria: la mejor herramienta para resolver este problema es sin duda la democracia. Un político de Podemos, partido de extrema izquierda, que alberga en su seno al Partido Comunista, no tiene ningún empacho en tildar a Vox de antidemocrático y viceversa. ¿Qué es la democracia para un partido, en el que uno de sus dirigentes, con licencia para repartir carnet de demócrata, dice: el triunfo de la revolución soviética es el faro de referencia? Creo que todos deberíamos estar de acuerdo en que un ingrediente esencial de la democracia es el debate, las leyes deben ser discutidas, amplia y sosegadamente. En el Parlamento reside la soberanía popular, pero esta no se agota con votaciones forzadas, retorciendo la ley hasta hacerla gemir de dolor democrático. Que una ley sea legal no quiere decir que sea legítima. Digo esto porque en los últimos días estamos viendo como se aprueban dos leyes de un hondo calado social, como es la vida y la educación, sin cumplir estos mínimos requisitos, de estar precedidas de un debate social y contar con los avales, que el propio estado de derecho se ha impuesto: el dictamen del Consejo de Estado, y según la materia, los consejos ad hoc: El Consejo Escolar, en materia de Educación y el Comité Nacional de Bioética, en las leyes que afectan a esta materia, en la que sin duda está la vida y por ende, la eutanasia. Parecería oportuno agrandar la legitimidad democrática, dándole audiencia, en sede parlamentaria, a las representaciones profesionales (colegios profesionales) e instituciones, tales como las reales academias y por supuesto a los expertos, ahora que hemos descubierto, que tanto abundan en este país. Como ya habrán supuesto, me refiero a la LOMLOE, ley Celaá, y a la proposición de ley de eutanasia, ambas en trámite en el Congreso de los Diputados. Ninguna de las dos ha gozado de estas cautelas, que se me antojan necesarias para etiquetarlas, legales sí, pero no plenamente democráticas. La razón de la Democracia en Platón es quitar el poder al rey para dárselo a los ciudadanos. Darle el poder a los ciudadanos no es hurtarle la posibilidad de su participación en la política y reducirla a votar cada cuatro año. A la ley Celaá se le ha impreso una celeridad en su tramitación impropia de una ley de esta envergadura. Ya se quiso aprobar en la última legislatura y ahora ha entrado en taquicardia paroxística, ritmo que seguramente la llevará a la sepultura, como las siete leyes educativas que la precedieron. Que yo sepa, ahora, no ha pasado por el Consejo Escolar, ni por el Consejo de Estado, ni se le ha dado audiencia parlamentaria a los distintos sectores de la educación y a algunos organismo, que en materia de lengua, tendría algo que decir, como es la Real Academia de la Lengua. Personas más legitimadas que yo ya han opinado sobre el trato que se le quiere dar al castellano, la lengua oficial del Estado, a la enseñanza concertada y a la educación especial, en la disposición adicional 4.

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