Hoy se cumplen cien años del fallecimiento en Granada de Andrés Manjóny Manjón, catedrático de la Facultad de Derecho de nuestra universidad y fundador de ... la afamada institución docente 'Ave María'. Su figura ha sido estudiada desde los más variados puntos de vista: como sacerdote devoto de laAnunciación, como canónigo del Sacromonte, como profesor universitario, como fundador de una comunidad de escuelas y un seminario de maestros que fueron pioneros en España. Sin embargo la poliédrica personalidad de este burgalés merece que la apología propiciada por su centenario también fije sus ojos en otros aspectos poco o nada estudiados. Las variadas comunidades reunidas bajo la denominación de iglesia católica se dividen, respeto al tema que aquí trato, en dos grandes grupos. Aquellas que soslayan, rehúyen e incluso detestan lo escénico y aquellas para las cuales el teatro es parte consustancial de su fundación, su sermón y su catequesis. Entre los primeros, es evidente que se encuentran órdenes de estricto silencio, como los cartujos o las clarisas, y alguna que otra prelatura. Pero merecen un estudio, mejor de lo hecho hasta ahora, aquellas otras órdenes que, como digo, consideran al teatro esencial para su regla y útil para su plática evangelizadora. Encabezan la larga lista de estas órdenes, por ejemplo, los jesuitas y los salesianos. Los primeros llegaron a crear todo un género en el barroco, llamado 'teatro jesuítico' que floreció con denuedo en Granada, precisamente en el colegio de San Pablo, donde Manjón, siglos más tarde, impartió sus clases de Derecho. Por su parte los salesianos incluso fundaron y propagaron su 'Galería Salesiana' que fue una editorial dedicada a publicar obritas teatrales escolares, muchas de ellas representadas en sus colegios. En la memoria el grupo Almuédano, del club don Bosco de Granada, allá por los años setenta del siglo XX, que llegó a ganar un premio nacional de teatro escolar..
Sin duda el Ave María pertenece a este segundo grupo de comunidades de raíz cristiana, entusiastas del teatro. Porque Manjón mismo, su fundador, fue un partidario del arte escénico como instrumento de docencia e instrucción. Aunque la persona y la fundación son indisolubles, los separaré para desovillar mis comentarios.
Como protagonista, Andrés Manjón figura en muy pocas obras teatrales. Tras el guión cinematográfico para 'Forja de almas', de Fdez. Ardavín, la pieza más señera se titula 'Del norte vino la luz (vida y obra de don Andrés Manjón)' escrita por el dramaturgo y director teatral Manuel de Pinedo, editada en 2002 por la Asociación de Antiguos Alumnos del Seminario de Maestros del Ave María. Por su parte sus alumnos de la Facultad de Derecho, sabedores del gusto de Manjónpor el teatro, le obsequiaban, cada 30 de noviembre, el día de su onomástica y cumpleaños, con una representación teatral. Su 'diario' está repleto a agradecimientos por estos viajes de cariño hacia él.
Una docena de gestos escénicos se agavillan en torno al Ave María, como creación manjoniana. El batallón escolar y su banda eran especialmente queridos por Manjón y sus maestros dirigían a los niños para que evolucionasen y bailasen, como seises sin plumero, esbozando en procesiones y fiestas lo que después llamaremos teatro calle. La imprenta del Ave María es otro tema digno de estudio. De sus galeras y entintados han salido, a lo largo de su historia, decenas de textos teatrales que forman la gran biblioteca teatral del Ave María.
Aunque Manjón teorizó ampliamente sobre el teatro como instrumento pedagógico ('Enseñar representado' El Magisterio Español, 1903), al parecer, nunca tomó la pluma para hilvanar ninguna obra teatral, o al menos yo no he encontrado hasta la fecha ese manuscrito. Sin embargo confió en el que fue su mano derecha en la institución para esta tarea. El beato Manuel Medina Olmos, antes de ser obispo auxiliar de Granada y titular de Guadix, se alza como el gran autor teatral del Ave María. Más de una docena de comedias, sainetes y zarzuelas avalan su competencia como comediógrafo, alcanzando algunas de ellas una más que notable calidad. La presencia del maestro Francisco Alonso como autor de la música para alguna de esas zarzuelas acrece aún más el interés de este conjunto escénico nacido en y para el Ave María.
La fama del Ave María crecía conforme avanzaba el siglo XX. En octubre de 1911, la simpar María Guerrero vino a actuar al Isabel la Católica de Granada y una de sus funciones fue a beneficio de las Escuelas del Sacromonte. Este gesto se repitió en muchas más ocasiones y con diversas compañías de teatro de paso por Granada. Dentro de la institución, el teatro era frecuentísimo, cada fiesta, cada onomástica, cada visita importante a la escuela, incluía en su programa la representación de un sainete o una pequeña comedia. Manjón anota en su diario, el día 23 de diciembre de 1898: «El melodrama 'Paz en la tierra' de Amador y Portillo, ha obtenido un éxito aceptable; los niños actores lloraron de verdad. … La gente como sesenta personas.»
Desde la Casa Madre o el Seminario de Maestros, ambos en la cuesta del Chapiz, la institución manjoniana se fue extendiendo por la geografía hispana. Y casi siempre el salón teatro era parte indispensable de cada escuela. Así se entresaca de la magnífica obra 'Arquitectura de las escuelas del Ave María', escrita por Salvador Mateo Arias Romero y editada en 2003. Don Andrés, en persona, nos dejó hace hoy un siglo. Pero dejó sembrada una semilla que perdura lozana, porque enseñar al que no sabe, no solo es una obra de misericordia, sino uno de los rasgos más humanos que cabe considerar. Y si se acompaña de teatro, doblemente humano.
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