Siempre he pensado que en un sistema democrático como el nuestro los menos democráticos son los partidos políticos que son quienes más debieran serlo. Es decir que orgánicamente funcionan a base de rodillo y de comulgar con ruedas de molino en el que las decisiones ... del órgano rector (ejecutiva) cae en cascada sobre cargos públicos y militantes que aceptan sin rechistar, y lo que es más triste sin pensar o sin el más mínimo espíritu crítico, tales decisiones. Lo estamos viendo estos días con el 'caso Koldo', un personaje que se lucró de manera ilícita e inmoral con la compra de mascarillas en lo más crudo de la pandemia del coronavirus. Un personaje, matón de discoteca, que llegó al PSOE donde hizo carrera política (qué fácil es a veces hacerla contando con buenos padrinos) y donde llegó a ser asesor del entonces ministro de Transportes, José Luis Ábalos.

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Koldo García, vizcaíno, relanzó su carrera política en Navarra donde fue concejal y fiel escudero del hoy secretario de organización socialista (número tres en el organigrama del partido), Santos Cerdán. Fue este, según admitió el exministro, quien le recomendó para que lo hiciera asesor en el Ministerio de Transportes. Y de ahí el trampolín a otros cargos en algunas empresas públicas como Renfe Mercancías o Puertos del Estado. El caso es que el tal Koldo hizo de las suyas y se lucró a costa de la vida de miles de personas y del miedo de millones y con el dinero conseguido se dedicó a realizar inversiones inmobiliarias en la provincia de Alicante con Benidorm a la cabeza. Pensarán que muy listo no tenía que ser, pero no se engañen, es que a muchos de los asesores que hay por ahí no es la inteligencia lo que les caracteriza sino la picardía y la listeza, pero esa es otra historia.

Destapado el escándalo que ha sumido al PSOE en la depresión tanto cargos orgánicos como afiliados salieron en tromba contra José Luis Ábalos y en vez de analizar el problema con cordura pensaron que con la devolución del acta de diputado se cerraba la crisis. En vano. José Luis Ábalos anunció el martes que no devolvía el acta de diputado y que se pasaba al Grupo Mixto del Congreso de los Diputados como única salida. Y más depresión, críticas y descalificaciones de aquellos que lo ensalzaron cuando era número tres del partido porque eso precisamente es lo que hacen los partidos cuando uno tiene un cargo de importancia, cuando cae en desgracia todo se vuelve en contra. Desde mi punto de vista el PSOE y el alienamiento de los que tienen un cargo que quieren conservar sin desairar al líder han montado un circo que tendrá consecuencias.

El exministro (en el momento de escribir esta columna) no está investigado en nada (antes se decía imputado), por lo que no parece plausible que conociera o participara de las andanzas del tal Koldo. Así pues, entregar su acta de diputado sería como reconocer que sabía lo que estaba haciendo su asesor. Por dignidad personal y política no ha entregado su acta y creo que es lo que tenía que hacer porque de lo contrario sería condenarse como ya lo ha condenado todo el PSOE y eso sí que es triste para él como persona y para el PSOE como partido. Dicen que por responsabilidad política tenía que marcharse por los hechos acaecidos siendo él ministro de Transportes. El PP dice que las dimisiones tendrían que llegar al mismísimo presidente del Gobierno e incluso Vox asegura que las dimisiones debieran afectar a todo el gobierno en pleno. Pues no, no creo que nadie debiera dimitir, ni siquiera Ábalos hasta que no se demuestre su implicación en el asunto, así que hace lo correcto yéndose al Grupo Mixto, al tiempo que retrata fielmente lo que son los partidos políticos.

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Ahora bien, el problema está en el concepto de la política y de los políticos. Eso de servidores públicos no deja de ser una falacia porque en la mayoría de los casos no dejan de ser servidores propios. Por lo que se ve estamos muy lejos de asumir que a la política lo mismo que uno llega debe irse. Aquí no ocurre lo mismo, hoy eres concejal, mañana asesor y al siguiente delegado de la Junta de Andalucía por poner un ejemplo. Y resulta que has vivido de los ciudadanos toda tu vida sin más oficio y beneficio que el que te han concedido tus valedores. Por lo general el político sabe llegar pero no marcharse. Conozco muchos asesores que llegaron a serlo porque los pusieron allí; asesores que no tenían nada que asesorar porque ninguna formación para ello tenían. Pero eran útiles a quien los colocó allí. De esos hay muchos y no solo asesores, también políticos. Por eso se está produciendo cada vez más una desafección del ciudadano hacia el político y la política que será difícil de revertir. Lo de Ábalos es un esperpento más que deja claro el papel de los partidos políticos en nuestro país. Penoso.

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