Cuentan que San Pablo, que no debía de ser trigo limpio al tiempo que no muy buen jinete, se dedicaba a perseguir cristianos y que incluso participó en el martirio de san Esteban. Cuentan que un día este hombre en el camino de Damasco vio ... una luz y oyó la llamada de Jesús que le preguntó que porqué le perseguía lo que provocó que se cayera del caballo y consiguiera la condición de santo, título que nunca había estado tan barato. En una interpretación libre quizá de ahí venga eso de caerse del guindo, algo que parece le ha pasado esta semana al presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Resulta que el miércoles en su primera intervención sobre el Estado de la Comunidad el presidente reconoció que le preocupaba y mucho la situación de la sanidad andaluza. Esa y la sequía que asola la región. Total que Juanma Moreno el miércoles se cayó del caballo o, en una versión libre, del guindo. Pero para ese viaje no hacían falta alforjas porque la mayoría de andaluces que no somos presidente de la comunidad ya nos habíamos dado cuenta de que la sanidad andaluza está hecha unos zorros. Y así se venía manifestando en declaraciones varias y en protestas y manifestaciones de usuarios de la sanidad pública y de sus protagonistas: médicos y personal sanitario.
Tras caerse del caballo San Pablo se retiró al desierto y a raíz de su conversión volvió y difundió el testimonio de Jesús durante tres años en los que se dedicó a fundar comunidades cristianas siendo la primera la iglesia de Antioquía. Juanma Moreno no llegará a tanto, el título de santo es posible que le quede grande, pero sí ha sufrido su conversión particular al reconocer que la sanidad andaluza no está en su mejor momento, aunque según él, tiene muchísima mejor salud (nunca mejor dicho) que cuando gobernaba el PSOE. La buena noticia es que el presidente andaluz tras su conversión ha diseñado un plan de choque que contribuirá a terminar con los problemas que los usuarios de la sanidad pública sufrimos a diario. De alguna manera sí que iba mostrando señales de su conversión. Como cuando hace unas semanas anunció una inversión superior a los 700.000 euros para conveniar con la sanidad privada la realización de pruebas diagnósticas con el objetivo de aliviar el bloqueo sanitario. Ahí ya se vio el primer tropezón del caballo del que, finalmente, cayó el miércoles cuando anunció su plan de choque para reducir las listas de espera con actividades extraordinarias en los hospitales públicos por la tarde, los fines de semana y los festivos al que se dedicarán 138 millones de euros. Según este plan de choque que se va a desarrollar de aquí a final de año se realizarán 9.000 cirugías y, según dijo el presidente, espera reducir la lista de espera en más de un 17% en solo el mes de diciembre.
Así pues, estamos ante una magnífica noticia que nos va a beneficiar a todos. Pero yo me pregunto cómo se ha llegado a este punto. Es decir, que desde la fatídica pandemia del coronavirus se viene diciendo que la sanidad, no solo la andaluza también la del resto del país, está hecha un asco y hasta ahora era negada sistemáticamente. A dos días vista se podía conseguir una cita médica según el delegado de Salud en Almería, Juan de la Cruz Belmonte, que calculo que, tras el jefe, tardará poco en caerse del caballo o del guindo. Eran muchas las voces que alertaban de la situación caótica del sistema sanitario andaluz y pocas las que la negaban. Finalmente y una vez reconocida por el presidente todo se recompone y lo que hace falta es que la situación mejore por el bien de todos, de usuarios y de sanitarios.
Ahora bien, no deja de ser sorprendente el divorcio que existe entre la calle y los despachos o, mejor dicho, la presidencia de la comunidad. No es de recibo que se tarde tanto en reconocer los problemas que afectan a la sociedad cuando esta los está denunciando constantemente. Probablemente un bajar a la calle y entrar en contacto con los ciudadanos ayudaría a conseguir que los problemas en lugar de enquistarse se solucionasen. Y si no apetece bajar a la calle, al menos que se la escuche.
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