«La ultraderecha no es un compañero de viaje cómodo como lo hemos visto en Castilla y León y lo vamos a ver en Valencia, Baleares o Extremadura. Que por cierto, vaya ridículo público ante toda España el de María Guardiola. Una presidenta de la que nadie se puede fiar tras sus vaivenes dialécticos»
Hablaban hace unos días en la radio sobre la falta de mano de obra autóctona en muchos sectores de la economía nacional. De hecho, decían, hay gremios en los que no hay trabajadores españoles sino que quienes hacen esas labores son extranjeros. Será que nos ... hemos vuelto muy exquisitos y dejamos de hacer aquellos trabajos que nos molestan o que no nos gustan para dejárselos a los que vienen de fuera. Hablaban de esto al hilo del futuro que hay que definir para la Formación Profesional porque si a la postre hay trabajos que los españoles no van a hacer y que serían, sin lugar a dudas, una oportunidad, lo más sensato sería enfocar los estudios hacia cometidos que sí queramos desempeñar. Hace unas semanas el programa 'En Portada' de Televisión Española dedicó un reportaje al trabajo en los invernaderos de Almería y a la situación de muchos inmigrantes obligados a malvivir en infraviviendas. Un problema que a pesar de los años transcurridos ni el sector ni la administración han sido capaces de solucionar. En el documental se denunciaba la precariedad y los abusos que sufren los inmigrantes, en su mayoría subsaharianos, que se encuentran en situación irregular y que se aferran a cualquier posibilidad de obtener unos euros. Y las rotondas como 'oficinas de empleo' siguen existiendo. Al término del programa unos rótulos informaban de que la patronal Coexphal había condicionado su participación a que le dejaran editar el contenido a lo que TVE lógicamente no accedió. El caso es que el problema del abuso en los invernaderos de Almería por parte de empresarios y agricultores sin escrúpulos sigue vigente y nadie ha sido capaz de darle una solución ni parece que se la vayan a dar porque seguirán existiendo personas que malvivan y sean explotadas por conseguir un salario que les permita vivir y abusadores que ven en esta mano de obra barata una forma muy económica de progresar. Y, por supuesto, no son todos los agricultores, pero con que haya unos pocos el mal seguirá existiendo.
Así pues, ante estas dos situaciones, la de inmigrantes legales que hacen el trabajo que nosotros no queremos hacer en un montón de gremios y la de irregulares que son sistemáticamente explotados y abusados no entiendo los planteamientos de Vox contra esos inmigrantes que buscan un futuro entre nosotros y a los que se les acusa con frecuencia de todos nuestros males, sobre todo, el de la inseguridad ciudadana. Abascal tendría que volver la vista a esos invernaderos donde más de uno y de dos y de tres maltrata y abusa de esas personas en lugar de demonizarlas y hacerles responsables de todas nuestras miserias. Debería él, y todos los partidos, trabajar para que esos inmigrantes lleguen a España en condiciones, sean regularizados y nunca explotados ni condenados a vivir en chabolas porque nuestro futuro económico está en sus manos mientras nos neguemos a realizar los trabajos más duros y peligrosos debajo de nuestras cubiertas de plástico.
No vi el debate entre Sánchez y Feijóo. Desde que no tengo obligaciones profesionales me lo tomo todo con más tranquilidad y me he sacudido la tiranía de tener que estar pendiente de todo a todas horas. No lo vi, pero una parte lo oí por la radio y me alegré de no haberlo visto porque ha llegado un momento en que la violencia verbal y los exabruptos me violentan y me hacen sonrojar. Pero sí he oído que el debate lo ganó el candidato popular y que Sánchez se estrelló contra sí mismo, algo que hasta ha sido reconocido en el seno del PSOE, eso sí, de puertas adentro. Y llegados a este punto en el que el PSOE ha perdido el norte y la campaña que está haciendo tras la debacle del debate no tiene ninguna consistencia ni parece que vaya a tenerla y dado que Feijóo tras verse vencedor frente a Sánchez está en modo ganador pues prefiero que sea Alberto Núñez Feijóo el próximo presidente del Gobierno. Pero deseo que lo sea por mayoría absoluta y que el rodillo popular nos gobierne los próximos cuatro años o que se quede tan cerca de esos 176 escaños que no le sea necesario pactar ningún gobierno de coalición con Vox. Porque la ultraderecha no es un compañero de viaje cómodo como lo hemos visto en Castilla y León y lo vamos a ver en Valencia, Baleares o Extremadura. Que por cierto, vaya ridículo público ante toda España el de María Guardiola. Una presidenta de la que nadie se puede fiar tras sus vaivenes dialécticos. Y digo que prefiero el rodillo del PP porque los considero más sensatos y muchos de los logros sociales conquistados en los últimos cinco años se mantendrán. No ocurrirá lo mismo con ministros de la ultraderecha a los que solo les mueve el regreso a las cavernas. De allí ya salimos y lo que no podemos permitir es que nos vuelvan a meter en ellas.
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